(Publicado en la RLG en Octubre del 2000)
Autor: Lic. David Zolotow
Trabajador Social. Psicólogo Social. Profesor Titular Facultad de Ciencias Sociales U.B.A. y U.N.L.Z. (Lomas de Zamora)Especialista en gerontología. Consultor familiar e institucional. Corresponsal de la RLG en Argentina.
Hace 50 años el mundo aplaudía la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un avance significativo contra la discriminación, y a favor del respeto y consideración a la dignidad humana, abarcando estos principios a todos los hombres en todo el mundo.
Atrás quedaban los horrores de la guerra. Epoca en que los viejos jugaron un papel muy importante al reemplazar a las generaciones jóvenes en el mantenimiento de la actividad socio - económica - agrícola - industrial. Cumplieron con una función social integrados en las comunidades donde vivían.
Cincuenta años después ese mundo sin guerras, con igualdad y justicia para toda la humanidad, está lejos de las aspiraciones iniciales, si bien otras importantes declaraciones y acuerdos internacionales han sido aprobados en ese periodo.
En lo que respecta a la Tercera Edad, en 1982 en la Asamblea Internacional del Envejecimiento, realizada en Viena, Austria, con representación de 186 países se suscriben acuerdos para mejorar la situación de los entonces 300 millones de personas que superaban los 60 años de edad.
A poco de comenzar el 2000, las Naciones Unidas declaran a 1999 como el "Año Internacional del Adulto Mayor" con el lema: "Una sociedad para todas las edades", y procuran sensibilizar a los gobiernos y sociedades en general acerca de mejorar las condiciones de vida de este sector, que llega a los 600 millones de personas.
Se continua con las declaraciones, buscando ampliar un marco referencial, pero ¿qué pasa con las acciones?, ¿cuáles son las dificultades para pasar al ejercicio de los derechos humanos, para todos los viejos y para toda la humanidad?.
En este fin de siglo, la situación de los mayores tampoco es la misma. En los países desarrollados se ha llegado a la transición demográfica, en los países en vías de desarrollo, donde se concentrarán la mayor cantidad de ancianos, se avanza rápidamente en esta tendencia. La disminución de la mortalidad y la baja en tasa de natalidad son las causas fundamentales de este fenómeno inédito en la historia de la humanidad.
Los países desarrollados primero se enriquecieron y luego atravesaron su transición demográfica, los países en vías de desarrollo llegan empobrecidos a la transición demográfica y los problemas que afectan la vida de los viejos son básicamente los mismos que afectan las vidas de la mayoría de las personas: falta de ingresos dignos, trabajo, educación y salud, o en otros términos, la justicia social y los derechos humanos.
Aumenta la cantidad de ancianos?
En Argentina sobre una población total de 37 millones de habitantes, los mayores de 60 años llegan en estos momentos al 13.5% de la población total, para el año 2030 se estima que llegarán al 17,5 % con una población de 48 millones.
En números significa pasar de 4.200.000 personas mayores en la actualidad a 8.550.000 ancianos en el 2030.
Porcentualmente mientras que la población en Argentina aumentará casi un 60% los mayores de 60 años crecerán en un 104%, y dentro de este sector los mayores de 80 años se incrementarán en un 236%.
Ha aumentado en forma constante la esperanza de vida, en este siglo se ha pasado de 50 años a casi 73 años, las mujeres son mayoría en este grupo etareo y tienen una expectativa de vida que supera en siete años a los hombres.
Los cambios socio demográficos en la población y la mayor expectativa de vida constituyen una situación especial por sus implicancias: familiares, sociales, económicas, laborales, sanitarias y previsionales que afectará profundamente a nuestro país y requerirá de la confluencia de todos los actores sociales para mejorar la ya delicada situación de los ancianos.
Si bien existen excepciones a la situación de marginalidad y exclusión social que afectan a la ancianidad, en líneas generales se puede acordar con un cartel que portaba un viejo en una manifestación, que decía: "nosotros existimos, pero no somos sociedad".
Paradójica situación en la cual todos quieren vivir mucho, pero nadie quiere llegar a viejo. Donde los progresos médicos posibilitan alargar la vida, pero no se acompañan con un incremento en la calidad de la misma. Donde el trabajo sigue siendo un valor destacado e importante, pero el progreso tecnológico posibilita una vida productiva más corta que antes.
El envejecimiento es un fenómeno universal, es un proceso inevitable. Sin embargo la manera de envejecer de cada uno y su calidad de vida se relacionan directamente con los recursos intelectuales, sociales, biológicos y materiales acumulados durante su historia vital.
Esta problemática debe ser atendida en forma simultanea desde diferentes perspectivas, abordada desde enfoques múltiples que posibiliten transformaciones adecuadas para lograr una sociedad en que todos sus habitantes vivan con plena vigencia de los derechos humanos.
¿Qué visión se tiene de los viejos?
Juventud no podría vivir junto a Vejez
Una rebosa gozo, la otra inquietud;
Mañana estival una, deslumbrante de jubilo,
La otra invierno desnudo, recubierto de escarcha.
Juventud tiene ardor, Vejez no tiene aliento,
La una es ligereza, la otra lentitud;
Una es fuerte y caliente, la otra débil y helada,
Una es puro entusiasmo, la otra solo torpeza.
Vejez, yo te aborrezco y adoro a Juventud.
Los mitos sobre las personas de edad se convierten en creencias psicológicas y biológicas acerca de los viejos, aunque la mayoría de estas ideas son infundadas y negativas, hay tendencia a aceptarlas como verdaderas. Muchas veces están basadas en observaciones limitadas, o en investigaciones hechas en poblaciones institucionalizadas, y sus resultados se generalizan sin ningún basamento adecuado.
Estas ideas estigmatizan a los viejos y los marginan de la sociedad, y los mismos viejos responden a estos prejuicios haciéndose cargo de esta expectativa social, en vez de adoptar actitudes opuestas y desmitificadoras.
Ya cinco siglos atrás, la literatura describía prejuicios existentes acerca de la vejez, que al decir de Alex Comfort, tiene dos aspectos: el biológico y el sociogénico, el primero tiene que ver con los cambios fisiológicos y corporales, que no son homogéneos en todos los órganos cuyos ritmos son diferentes, y que probablemente puedan desacelerarse en el corto plazo gracias a las investigaciones científicas.
Pero no es esto lo que convierte a la vejez en algo insoportable en las sociedades humanas, el factor preponderante es el sociogénico o social que refiere el papel que la sociedad impone a las personas al alcanzar determinada edad cronológica. Conceptos como: lentos, inservibles, asexuados, medios locos, rígidos, molestos, etc. descalifican a los mayores y atrás de este proceso se ponen en juego dos principios "ellos no son personas" y "son personas de las que se puede prescindir".
Las investigaciones más recientes señalan que los cambios de actitud y mentalidad que se observa en los mayores, más que atribuibles a los efectos biológicos de la edad, son consecuencia del papel social que les impone la sociedad.
La cuestión es que no se nace viejo, y con el transcurrir de la vida, los prejuicios sociales condicionan mentalmente a los mayores antes de convertirlos en sus víctimas.
Podría la sociedad plantearse:
- que jubilarse del trabajo no sea sinónimo de jubilarse de la vida.
- que no se considere al trabajo como la única alternativa posible de ser y hacer.
- que las destrezas de los mayores no entren en competencia con las posibilidades de los jóvenes.
- que se acepte la diferencia y la diversidad social.
- que la educación pase a ser educación para la vida, educación permanente y no una preparación solo para el mercado laboral.
- Que……..
- que se deje de declarar y se empiece a actuar.
¿Cómo se caracteriza la evolución psicosocial de las personas?
Los desarrollos psicológicos y psicoanalíticos han descripto y teorizado mucho sobre la primera etapa de la existencia humana, algo menos de la adolescencia y juventud y muy poco acerca de la adultez y vejez.
E. Erikson es el primero y uno de los pocos teóricos que habla del ciclo vital completado, en sus etapas del desarrollo psicosocial, cuyos últimos periodos corresponden a la adultez y vejez.
Describe ocho etapas que se van sucediendo escalonadamente en la vida y en cada una de ellas se presentan situaciones antagónicas, crisis psicosociales, cuya evolución predispone las futuras etapas.
El séptimo período es la adultez. La crisis es, entre generatividad versus autoabsorción y estancamiento. La virtud es el cuidado entendido como un compromiso ampliado de cuidar de las personas, los productos y las ideas por los que uno ha aprendido a preocuparse. La contraparte es el rechazo, la ausencia de disposición a incluir personas o grupos o ideas en la preocupación generativa de cada uno.
La generatividad abarca la procreatividad, la productividad y la creatividad; es una expansión y preocupación hacia el mundo y por el mundo. El estancamiento, al no poder salir del propio centramiento, puede llevar a situaciones regresivas o a una necesidad obsesiva de seudo intimidad. Al igual que la desesperanza, es una de las patologías potenciales de estas etapas
En el ultimo periodo la integridad, un sentimiento de coherencia y totalidad, un estar satisfecho de la vida y una aceptación de sus vicisitudes se enfrentan con la desesperanza, la sensación de incompletud, de insatisfacción, dificultada por la cercanía del fin, que impide nuevas realizaciones.
La fuerza específica es la sabiduría, descripta como la preocupación informada y desapegada por la vida misma frente a la muerte misma; y lo contrario de la sabiduría es el desdén, una reacción ante el sentimiento de un creciente estado de acabamiento, confusión y desamparo.
Cada periodo se puede transitar por el camino de la salud o de las patologías, y Erikson, que integra los aspectos socio históricos con los biológicos, vincula el desarrollo al poder ético del proceso social, es decir que el ciclo vital debe ser entendido en el contexto y en las condiciones concretas de existencia de los sujetos.
Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta declaración se hagan plenamente efectivos.
¿Qué se puede hacer?
Las investigaciones científicas, los adelantos tecnológicos, y algunas experiencias sociales dan cuenta de las posibilidades de vivir mejor, cabe interrogarse entonces desde qué perspectiva se puede encarar el pasaje de las declaraciones a las acciones en el campo de los derechos humanos?
En el tema que nos compete, la vejez, se podría considerar que el Estado a través de sus Políticas Públicas y las organizaciones no gubernamentales y privadas de la comunidad deben replantearse el marco desde el cual organizan, proyectan y desarrollan sus actividades y planes.
Un nuevo marco teórico metodológico, debería responder a la siguiente pregunta: Las personas de edad, ¿son consideradas como un recurso o como una carga?.
Cada una de estas perspectivas exige energía y gasto social. La primera, una política de desarrollo social para crear las condiciones que permitan a los miembros de la tercera edad ser protagonistas en el desarrollo de su sociedad. La segunda es crear un entorno para apoyar y velar por las personas vulnerables de la sociedad, esto es gestiones humanitarias y asistenciales para aliviar a los que sufren.
Estos dos aspectos, el desarrollo y el humanitario, son interdependientes y se conciben mejor como una constante de participación y apoyo durante el ciclo vital. Sin embargo las trayectorias seguidas en la mayoría de los países han puesto el acento en las perspectivas humanitaria y asistencialista del envejecimiento, a expensas de los planes y estrategias de participación de las personas de edad en el desarrollo social y económico.
Una política concebida desde una nueva perspectiva se basaría en la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, en la generación de una creciente capacidad de valerse por si mismo y en la construcción de articulaciones orgánicas de las personas con la naturaleza y la tecnología; de los procesos globales con el comportamiento local; de lo personal con lo social; de la planificación con la autonomía y de la sociedad civil con el estado.
Las modificaciones deben encararse desde una perspectiva multidisciplinaria y transdisciplinaria del envejecimiento que facilite y explicite los grandes cambios estructurales y en la forma que pueden adquirir estos cambios en el micronivel del individuo y el macronivel de la sociedad.
En un análisis significativo tendrá que contemplarse el envejecimiento en el marco de una sociedad que envejece; se tomarán en cuenta conceptos que vinculen el hecho social y el destino individual, el cambio social y la experiencia personal.
Hay que pasar de una perspectiva que trata a la vejez como enfermedad y a los viejos como objetos o problemas a otra que los considere como participantes activos en los acontecimientos que se producen en la sociedad en que viven.
Los prejuicios y los mitos predominantes acerca de los ancianos impiden que la gente vea a una persona de edad como un miembro más de la comunidad, quien mediante la educación y la organización participará igualmente en el desarrollo de la misma. Marginar y excluir a los viejos de la lucha por la dignidad y la justicia social y económica equivale a sucumbir ante los estereotipos y prejuicios que separan a las personas mayores del resto de la comunidad.
¿qué ocurre con las personas que no toman conciencia de que, al vivir muchos años, el día de mañana serán víctimas de sus propios prejuicios?.
Es importante señalar cómo el lenguaje moldea ideas y acciones respecto de las personas de edad y su desarrollo. El desconocimiento del proceso de envejecimiento, los prejuicios y mitos existentes como construcción social, contribuyen a generar la dependencia de los mayores. Denominaciones como: "clase pasiva, viejos enfermos, necesitados de ayuda, etc." condicionan su rol social.
Nuevos conceptos afectarían la opinión que las personas de edad tienen de si mismas como agentes con derechos y responsabilidades más que como personas dependientes.
Al analizar la situación de los mayores no puede desligarse la situación de la sociedad en general y los modelos socio económicos que sustentan su cotidiano vivir, cuando la inequidad, los altos niveles de desempleo y la exclusión social afectan a vastos grupos de la sociedad
Las políticas publicas deben modificar su enfoque y concepción, tendientes a lograr que los mayores participen del proceso de desarrollo social. Los clásicos conceptos de jubilación, pasividad, institucionalización, asistencialismo, deben reemplazarse por políticas más dinámicas que maximicen el protagonismo y reduzcan la dependencia.
Hay muchas experiencias y demostraciones de que: los mayores tienen deseos y capacidad para ocuparse productivamente y valerse por si mismos; pero la posibilidad de realizarlo es algo realmente distinto.
Posibilitar y asegurar esos derechos contribuiría a lograr que los viejos adquieran diferentes habilidades para ejercer acciones que harían al desarrollo social, ayudando a encontrar ocupaciones útiles, a tener mayor control sobre los servicios comunitarios de los que se benefician pero a los que también hacen aportes.
En el texto de la Constitución Nacional, en 1994 se incorpora un nuevo concepto para medir la eficacia de las políticas publicas, el "Desarrollo Humano". El art. 75, inc. 19 prescribe la promoción del desarrollo humano como atribución del Congreso Nacional, el art. 125 lo refiere a las provincias y la Ciudad de Buenos Aires, y el art. 41 otorga a todos los habitantes de la República el derecho a un "ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano"
Mientras se procura la transformación de las políticas públicas y su efecto en la macro estructura, pensar en términos de desarrollo a escala humana es la posibilidad de acceder a la microestructura. Esto significa que la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales se concretarán primero en el ámbito cotidiano de las personas, su barrio, su comunidad, pero también deben encararse en forma simultanea en la macroestructura, es decir el Estado y sus componentes.
El desarrollo a escala humana incorpora a los viejos junto con otros miembros de la sociedad en la definición y construcción de su futuro.
Este tipo de desarrollo supone una democracia directa y participativa, significa llevar adelante el concepto de ciudadanía, entendido como: …" la competencia histórica para decidir y concretar la oportunidad del desarrollo humano sostenible, indica la capacidad para comprender críticamente la realidad y sobre la base de esta conciencia crítica elaborada, de intervenir de manera alternativa, se trata de transformarse en sujeto histórico y como tal participar activamente, en este sentido la capacidad organizativa es fundamental porque potencia la competencia innovadora, en el reverso de la moneda, la cuestión consistiría en la superación de la masa manipulable y la pobreza política."
Pensar en términos de desarrollo a escala humana, de acuerdo a los escritos de Max Neff, significa crear las condiciones para que los mayores sean los protagonistas principales en este desarrollo, esto implica respetar las diferencias y la autonomía de los espacios en que actúan, alentar soluciones creativas que asciendan de las bases a la cima.
La satisfacción de las necesidades debe considerarse no sólo como superación de carencias sino también como la capacitación de los mayores como participantes activos en el desarrollo de su sociedad y como protagonistas del crecimiento personal de cada cual como ser humano, pasar a ser personas sujeto y no objeto.
Este desarrollo supera la antinomia entre lo individual y lo social, fomenta la adopción de medidas que combinan el crecimiento individual y social como dos aspectos de una misma realidad.
Lo que se busca en el desarrollo a escala humana es una planificación global de la autonomía local, con estrategias capaces de movilizar a las diferentes organizaciones de los mayores de modo que puedan transformar su lucha por sobrevivir en opciones y alternativas vitales basadas en la dignidad y creatividad y no en la pobreza y degradación humana.
Las necesidades humanas desde la perspectiva de este análisis deben considerarse como interrelacionadas e interdependientes entre si. Se dividen en dos categorías, las existenciales: Ser, Tener, Hacer y Estar y las axiológicas: Subsistencia, Protección, Afecto, Comprensión, Participación, Ocio, Creación, Identidad y Libertad..
Las necesidades humanas son las mismas en todas las culturas y en todas las épocas, lo que cambia en diferentes épocas y culturas es la manera de satisfacerlas. Cada generación tiene las mismas necesidades, lo que varia es la elección de cantidad y calidad de los satisfactores.
La esencia misma de los seres humanos se expresa a través de sus necesidades en el doble aspecto de éstas, como carencia o como potencialidad. Entendida la necesidad como algo más que la simple supervivencia, aflora la tensión entre carencia y potencialidad que es peculiar de los seres humanos.
Las necesidades concebidas en sentido estricto como carencia, se remiten a lo fisiológico, y se tiene la sensación de que "algo falta". Caso contrario, cuando las necesidades hacen que la gente se comprometa, se motive y se movilice, constituyen un potencial y logran convertirse en un recurso. La necesidad de participar es un potencial para participar, la necesidad de creación es un potencial para crear.
Los satisfactores no son sólo los bienes económicos disponibles, sino que también pueden incluirse formas de organización, estructuras políticas, prácticas sociales, valores, normas, espacios, tipos de comportamiento, etc., siempre en un interjuego entre consolidación y cambio.
El desarrollo a escala humana no excluye las metas convencionales como el crecimiento económico, de manera que todas las personas puedan acceder a los bienes y servicios necesarios. La diferencia con los modelos de desarrollo predominantes es que los objetivos son componentes de todo el proceso y no sólo puntos de llegada.
De esta forma la realización de las necesidades se convierte en el motor del propio desarrollo, y los logros se viven en forma constante, aumentando la autoestima y motivando en la consecución de la tarea.
Al ser la vejez una construcción social, el desarrollo a escala humana cambiaría desde el inicio las fuerzas que estigmatizan a los viejos y los empujan al margen de la sociedad. Avanzar en esta modalidad podría dar lugar al ejercicio activo de los principios propuestos por las Naciones Unidas a favor de los Adultos Mayores: "independencia, participación, cuidado, realización personal y dignidad".
Lic. David Zolotow
Bibliografía
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