La precarización del trabajo hace que más gente entre en esa etapa sin cobertura médica
Noticias de Quilme
4/10/2008.
¿Qué sucederá en el futuro inmediato con la cobertura de salud de un creciente número de adultos mayores? Este es el interrogante que desvela a especialistas en geriatría y gerontología que observan una caída de los niveles de cobertura sanitaria entre los ancianos en los últimos años. Y que identifican una franja etárea más vulnerable al fenómeno: la de los que actualmente tienen entre 60 y 70 años.
"La cobertura de salud de los ancianos está fuertemente asociada en nuestro país a la prestación previsional y por eso es esperable que se profundice en el futuro una disminución de los niveles de cobertura que ya es observable en los últimos años", dice Sivia Gascón, dirigente de la Red Mayor y directora de la Maestría en Gestión de Servicios de Gerontología de la Universidad Isalud.
La especialista destaca que, mientras hoy los niveles de cobertura son más altos entre los ancianos mayores (quienes tuvieron durante su vida activa más beneficios sociales asociados a sus trabajos) y quienes tienen entre 75 y 80 años, la situación cambia al considerar el caso de quienes transitan la etapa comprendida entre los 60 y los 70 años.
Y si bien se reconoce que en los últimos años se tomaron medidas para paliar esta situación, también hay quienes cuestionan la efectividad real de esos instrumentos, al tiempo que se cuestiona el servicio prestado por las obras sociales, que muchas veces no contemplan necesidades específicas de los adultos mayores.
Así surge, por caso, del estudio sobre Ciudades Amigables desarrollado por la Organización Mundial de la Salud y la mencionada universidad, del que se desprende que la opinión predominante entre las personas de la tercera edad en lo que se refiere a los servicios de salud que les están destinados es negativa: los trámites burocráticos engorrosos, el nivel de atención en los servicios contratados, la lejanía de las prestaciones de los domicilios y los bajos descuentos en los medicamentos son algunos de los motivos que explican esa opinión.
La situación preocupa porque, si bien los representantes de la tercera edad son quienes tienen una mejor cobertura sanitaria comparados con la población en general, también son quienes tienen mayores necesidades en este sentido.
Datos manejados por la Organización Iberoamericana de la Seguridad Social y basados en el último Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda (2001) muestran cómo a medida que decrece la edad entre los adultos mayores se hace más notoria la falta de cobertura de salud.
Así, mientras entre los que tienen 80 años y más el 11,9% no tiene obra social en la Argentina; la cifra sube a 27,1% entre los que están en la franja comprendida entre los 65 y los 69 años y al 36,9% entre los que tienen entre 60 y 64.
La caída de la cobertura se nota también si se considera a la población en general. Según el censo de 1991, el 36,7% de las personas carecían de ella, cifra que en 1997 saltó al 38,7% y en 2001 al 48,8%.
El crecimiento de la vulnerabilidad se asocia a la crisis y precarización del trabajo y no es local, sino mundial.
Es por eso que son muchos los especialistas que advierten sobre un crecimiento del número de personas que quedan fuera de los sistemas de protección social que durante buena parte del siglo XX crecieron asociados al mundo del trabajo.
Mientras tanto, si por algo se caracteriza la etapa que se inicia a partir de los 60 años, es por el aumento de la prevalencia de enfermedades no transmisibles, que se convierten en las principales causas de morbilidad, discapacidad y mortalidad en todas las regiones del mundo.
Entre esas, las principales son las cardiovasculares, la hipertensión, el accidente cerebrovascular, la diabetes, el cáncer, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la artritis, la osteoporosis, las enfermedades mentales, la ceguera y las alteraciones visuales.