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Editorial RLG Nº 109 de Febrero 2009

Sábado, 31 de Enero de 2009
Editoriales RLG

Hacia una mayor profesionalización en la prestación de servicios dirigidos a las personas adultas mayores.

La prestación de servicios dirigidos a personas adultas mayores, ha adolecido -en comparación con otros grupos etáreos-  de estándares altos de profesionalización.  En la medida que la proporción de personas mayores va en incremento y que se amplía el conocimiento acerca de la complejidad que rodea la etapa de la vejez, se hace indispensable contribuir a crear conciencia sobre la necesidad de diseñar e implementar políticas específicas y permanentes de formación de recursos humanos que garanticen la efectividad de aquellos servicios.

Este rezago que en general se presenta en todos nuestros países, se haya presente tanto en prestadores públicos con privados, alcanzando incluso la propia labor que desarrollan las ONG.  Aunque es preciso y justo reconocer que existen evidencias de una mayor preocupación e interés en elevar los estándares de calidad, los avances han estado más relacionados con compromisos y sensibilidades particulares que con políticas y medidas que garanticen la calidad de los mismos.

En gran parte subyace a este retraso, la desvalorización social que resta prestigio social al desempeño en labores relacionadas con las personas viejas y que son resultantes del predominio en nuestras sociedades de las representaciones negativas acerca de la vejez y las personas adultas mayores.   Estas “etiquetas” sociales, actúan como verdaderos estigmas tanto sobre los prestadores como los receptores de servicios, afectando la calidad de vida de ambos actores y disminuyendo la eficacia de dichos servicios.

Asimismo, la falta de profesionalización contribuye a acentuar la percepción de las personas adultas mayores como sujetos de asistencia por sobre su condición de sujetos de derechos, capaces de exigir no sólo atención sino que ésta se enmarque dentro de los mayores estándares de calidad que las condiciones de cada país puedan aspirar a proporcionar a sus ciudadanos.  De ahí que para alcanzar altos estándares de calidad se deba encaminar procesos de formación que no se contengan únicamente dentro de fronteras técnicas, sino que es indispensable que dichos procesos contribuyan al desarrollo de una profunda formación ética inspirada en el respeto a los derechos humanos de las personas adultas mayores.

Fortalecer la profesionalización y formación ética de quienes prestan servicios a la población adulta mayor, se hace cada día más urgente. El notable aumento de la longevidad humana no sólo implica fuertes desafíos al desarrollo del conocimiento, sino que por sobre todo nos obliga a hacer consciente el peso nefasto que ejerce sobre las personas viejas, los efectos de las representaciones negativas que prevalecen, a veces abiertamente y otras subrepticiamente, sobre la vejez, efectos que más tarde o más temprano, recaerán sobre todos nosotros.

 

Ximena Romero – Coordinadora de la RLG

Christel Wasiek – Asesora de la RLG

1 de Febrero de 2009.