Mensaje del Secretario General de Naciones Unidas con motivo del Día Internacional de la Mujer
8 de marzo de 2009
Hace un año puse en marcha una campaña en la que exhorté a los pueblos y los gobiernos del mundo a unirse para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas. La campaña durará hasta 2015, año que nos pusimos como meta para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La relación con los Objetivos está clara. Debemos poner fin a la violencia habitual arraigada en la sociedad que destroza vidas, destruye la salud, perpetúa la pobreza y nos impide lograr la igualdad y el empoderamiento de la mujer.
La violencia contra la mujer también está vinculada a la propagación del VIH/SIDA. En algunos países, hasta una de cada tres mujeres será golpeada, forzada a mantener relaciones sexuales o sufrirá otro tipo de malos tratos a lo largo de su vida. Además, en situaciones de guerra, las mujeres y las niñas son víctimas de violaciones y violencia sexual de manera sistemática y deliberada.
La violencia contra la mujer contradice abiertamente la promesa de la Carta de las Naciones Unidas de “promover el progreso social y elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad”. Las consecuencias van más allá de lo visible y lo inmediato. Las muertes, las lesiones, los gastos médicos y la pérdida de empleo son sólo la punta del iceberg. Las consecuencias para las mujeres y las niñas, y para sus familias, comunidades y sociedades, cuyas vidas y modos de subsistencia sufren estragos, escapan a nuestros cálculos. Con demasiada frecuencia, los delitos quedan impunes y los perpetradores, en libertad. Ningún país, ninguna cultura, ninguna mujer, ya sea joven o mayor, es inmune.
Los hombres también se están manifestando cada vez con más frecuencia en contra de esta mancha en nuestra sociedad. Entre los ejemplos de ámbito mundial se cuentan la Campaña del Lazo Blanco y V-Men, la respuesta de los hombres a la campaña V-Day. Además, en talleres organizados por las comunidades, los hombres enseñan a otros hombres que hay otra vía y que “los hombres de verdad no golpean a las mujeres”.
Cambiar la mentalidad y las costumbres practicadas durante generaciones no es fácil. Todos debemos participar: las personas, las organizaciones y los gobiernos. Debemos colaborar para afirmar, alto y claro, al nivel más elevado que no se tolerará la violencia contra la mujer, en ninguna de sus formas, en ningún contexto, bajo ninguna circunstancia.
Necesitamos políticas económicas y sociales que apoyen el empoderamiento de la mujer. Necesitamos programas y presupuestos que promuevan la no violencia. Necesitamos una imagen positiva de la mujer en los medios de comunicación. Necesitamos leyes que digan que la violencia es un delito, que exijan responsabilidades a los perpetradores y que se respeten.
La campaña “Unidos para poner fin a la violencia contra las mujeres” alienta a los hombres y las mujeres a aunar esfuerzos para oponerse a la violencia contra la mujer. Solamente podremos crear sociedades más igualitarias y pacíficas si actuamos en sintonía. En este Día Internacional de la Mujer, tomemos juntos la decisión de marcar la diferencia.