AISS, 17.03.2009. Si bien hasta hace poco en los países industrializados se observaba una tendencia a que los trabajadores se retiraran cada vez más jóvenes del mercado de trabajo, es evidente que esa tendencia ha cambiado hoy en día. En un contexto marcado por una mano de obra que va envejeciendo y está acotada, la mejora de la situación de las personas de edad en el mercado de trabajo se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los gobiernos. Mantener activas a las personas de edad durante más tiempo consigue incrementar la población activa disponible, asegurar un mejor equilibrio de los planes de protección social, en particular los planes de jubilación, y sostener el crecimiento económico.
A partir de los años setenta, la gran mayoría de los países de la OCDE registraron una disminución de la actividad en el caso de los hombres mayores de 55 años. Esa disminución se debió principalmente a la ejecución deliberada de políticas de jubilación anticipada: como respuesta a la crisis del empleo, en particular el aumento del desempleo entre los jóvenes, muchos países fomentaron voluntariamente la cesación anticipada de actividad, a través de distintas vías relativamente favorables (acceso a la jubilación anticipada, régimen de desempleo dispensado de la búsqueda de trabajo, prejubilación por motivos económicos, régimen de invalidez, etc.).
Esta situación está claramente a punto de desaparecer, al menos para un número no despreciable de países, como demuestra la inversión de tendencia observada desde hace algunos años, y que actualmente se está confirmando. El análisis de la evolución de la tasa de actividad del conjunto de países de la OCDE muestra, en efecto, que después de haber disminuido drásticamente durante los decenios de los años setenta y ochenta, la tasa de actividad de los trabajadores de edades comprendidas entre 55 y 64 años se estabilizó entre 1995 y 2000 y registró un crecimiento constante desde 2000 (fig. 1).
Resultados dispares
En la mayoría de países el cambio de tendencia se produjo a partir del año 2000. Algunos países alcanzaron un crecimiento notable al lograr que su tasa de actividad aumentara en más de 10 puntos en el espacio de siete años, como la República Eslovaca (15,9 puntos), Alemania (13,4 puntos) o Finlandia (11,1 puntos). En 2007 ocho países de la UE-19 alcanzaron, o incluso superaron, el objetivo de Estocolmo: conseguir para los trabajadores de edades comprendidas entre 55 y 64 años una tasa de empleo mínima del 50%. Los Países Bajos, cuya tasa inicial de actividad para los trabajadores de más de 55 años de edad fue una de las más bajas de Europa durante los años noventa, realizaron un progreso espectacular al aumentar esa tasa en más de 21 puntos entre 1995 y 2007. Tan solo una minoría de países continúa registrando bajas tasas de actividad entre los trabajadores de edad, a pesar de haber realizado notables avances, como es el caso por ejemplo de Hungría, Polonia y Luxemburgo.
Inflexión respecto de las prácticas anteriores
Los motivos de la inversión de la mencionada tendencia son de naturaleza diversa. El crecimiento económico se esgrime como uno de los argumentos habituales, pero éste no ha sido, a lo largo de estos períodos recientes, suficientemente importante para explicar este aumento que, en determinados países, supera los 10 puntos. Por el contrario, es posible afirmar que esta inversión refleja una ruptura considerable respecto de las políticas que han estado en vigor durante varios decenios y revela un cambio de paradigma en relación con las personas de edad.
Los esfuerzos desplegados para reactivar el empleo de las personas de edad empiezan indiscutiblemente a dar sus frutos, ya que los países han empezado a cobrar conciencia de la necesidad de prolongar la vida activa para hacer frente a los desafíos relacionados con el envejecimiento demográfico. Las estrategias concebidas para fomentar que las personas de edad continúen trabajando son variadas y pueden agruparse en tres grandes tipos de intervención: las medidas disuasorias relativas a la retirada anticipada de la vida activa a través de la reforma de las jubilaciones y/o el conjunto de sistemas de protección social; las medidas destinadas a hacer que el trabajo resulte atractivo a los trabajadores de edad y a fomentar que los empleadores conserven o contraten a personas de edad; y las medidas que tratan de modificar las imágenes negativas respecto de los trabajadores de edad.
Eficacia de las medidas y enseñanzas
Si bien el análisis de las opciones escogidas por los países para mejorar la actividad de las personas de edad no permite determinar un modelo de éxito único, permite no obstante identificar las estrategias que parecen ser más eficaces y extraer una serie de enseñanzas.
Los países que han obtenido logros convincentes resultan ser aquellos que han aplicado políticas ambiciosas y decididas para abordar la cuestión del empleo de los trabajadores de edad en el marco de un enfoque global. Finlandia y los Países Bajos proporcionan los mejores ejemplos del éxito de ese enfoque: hace unos veinte años, todavía estaban inmersos en una cultura de retiro anticipado de la actividad laboral. Desde la mitad de los años noventa, esos países han realizado progresos considerables en lo que se refiere al empleo de las personas de edad. De diferentes maneras, ambos países han puesto en marcha una reforma global que abarca una amplia gama de ámbitos (protección social, empleo, formación, salud, representación de las personas de edad). En el otro extremo, los países que aplican medidas puntuales, dispersas y fragmentarias obtienen, en la mayoría de casos, resultados poco satisfactorios (Italia y Luxemburgo).
Además, las medidas adoptadas deben aplicarse a largo plazo para que la tasa de empleo de las personas de edad aumente de forma durable. El enfoque basado en el ciclo de vida y el aprendizaje permanente son, en ese sentido, los elementos clave de una mejor integración en el mercado de trabajo para los trabajadores de edad actuales y futuros. Suecia, que registra una tasa elevada de actividad de las personas de edad, ha adoptado en particular este enfoque.
El éxito en materia de empleo de las personas de edad reside también en la coherencia de las reformas aplicadas. En este sentido, Alemania ha puesto en marcha medidas globalmente coherentes: ha procedido a reajustes constantes de su sistema de jubilación desde hace algunos años, adoptando una serie de medidas que incitan a los empleadores a contratar trabajadores de edad y a mejorar su empleabilidad. Por el contrario, la coexistencia de medidas contradictorias merma, en ciertos países, los esfuerzos destinados a prolongar la vida activa. Francia, cuya tasa es una de las más bajas, recientemente ha introducido una serie de reformas destinadas a mantener a los trabajadores de edad en sus puestos de trabajo, pero paralelamente ha mantenido disposiciones para la jubilación anticipada.
Por último, todos los esfuerzos destinados a mejorar el empleo de las personas de edad pueden resultar infructuosos si subsisten las visiones colectivas negativas en torno a esas personas. Por lo tanto resulta necesario aplicar verdaderas estrategias de comunicación para revalorizar su imagen ante las empresas y el gran público.