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Bisabuelas: cada vez son más y ya ocupan el rol de abuelas

Miércoles, 18 de Noviembre de 2009
Recortes de prensa

Es por el aumento de la expectativa de vida y la posibilidad de lograr un envejecimiento saludable. En el país ya hay un millón de personas mayores de 80 años. Siete de cada 10 son mujeres.

Cambia, todo cambia. Las familias también. De hecho se dice que ahora, más que en árboles genealógicos, habría que pensar en larguísimas ramas: varias generaciones de muy pocos miembros. En ese contexto, hay montones de abuelas ocupadísimas, y bisabuelas que ya están ocupando ese rol. Según proyecciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (INDEC), en el país hay un millón de personas mayores de 80 años. Siete de cada diez son mujeres. La expectativa de vida aumentó 20 años en las últimas cuatro décadas: ahora es de 77 años. De allí que hoy sea moneda corriente que los más chiquitos lleguen a disfrutar y compartir parte de su infancia con bisabuelas.

"Los cambios sociales y familiares pueden relacionarse con el estudio demográfico de las poblaciones. Que aumente la cantidad de bisabuelos está vinculado a la mayor expectativa de vida y a la posibilidad de lograr un envejecimiento saludable en el cual se preservan las funciones", explica la licenciada en Gerontología Silvia Kanje. Ya está instalado el concepto de "envejecimiento exitoso". Una reciente encuesta decía que 6 de cada 10 argentinos mayores de 60 años se sentían sanos. También se supo que en los últimos años se duplicaron las consultas sobre sexo de los mayores. Un estudio de Zona Planning da cuenta que el 80% de los 300 encuestados tiene opiniones positivas de su vejez futura, y hablan de viajes, familia, nietos, vida en pareja, tiempo personal y aprendizaje permanente.

"El motivo de que haya cada vez más bisabuelos es que, sobre la base del incremento de la longevidad, la franja etárea que más crece es la de mayores de 80, por lo cual pueden coexistir cuatro y hasta cinco generaciones en una familia. Y, a medida que se avanza en edad, son muchas más las bisabuelas que los bisabuelos", explica Graciela Zarebski, directora de la especialización en Psicogerontología de la Universidad Maimónides.

Clarín juntó a nueve bisabuelas para que contaran sus historias. Confirmaron la estadística: todas son viudas. Tienen entre 64 y 96 años, y de 1 a 19 bisnietos. Algunas siguen siendo de lo más activas, como Juana Apetin (85), que canta "un extenso repertorio", hace teatro, gimnasia, viaja. Teresa Caballero (78), forma parte de la comisión directiva de un centro de jubilados, donde hace yoga, folclore y tango. Graciela Lertora (90) es tesorera de Cáritas. "¿Qué no hago?", bromea Doreen Domenech. Teje, borda, cocina, juega al Bridge y está en la Comisión del Club Náutico San Isidro. Algunas están más serenas, como Martha Perie (96), que igual tuvo ganas de festejar sus 90 años a todo trapo y hasta con Jairo cantándole sus canciones preferidas. O Marta Escudero de Reymundo Roberts (91), que los sábados tiene una cita de fuego con sus amigas para jugar a la canasta y tomar el té. Luz María Silva tiene a su madre, Erminia, viva. A sus 83 años, es tatarabuela. Todas aseguran que tener bisnietos las rejuveneció, las volvió a conectar con la vida. Sostienen aquello de tejer y amasar a la vieja usanza, pero también se aggiornaron al punto de ser capaces de conectarse a Internet para comunicarse con los familiares que se fueron a vivir al exterior. Como María Eugenia Rodríguez de Larrondo (90), que asegura ser una genia con el Skype. Comparten secretos con los chiquitos. Santa de Maio (81) cuenta que tiene un quiosco escondido en un placar, y que espera a amasar cuando llega Abril (4) porque le encanta ayudarla. Algunas de ellas han sobrevivido a descendientes. Graciela perdió a su hijo Martín, que murió de un infarto hace seis meses. Doren enterró a una nieta, Delfina (16), poeta y una de las víctimas de la tragedia del colegio Ecos.

"Hay una verticalización de la familia. Se alarga en las generaciones, pero se achica en los miembros -sostiene Ricardo Iacub-. Va a haber un montón de abuelos y bisabuelos para cuidar a pocos chicos. Las familias de tuyos, míos y nuestros suman mayores", dice, y bromea con una próxima generación de chicos "malcriados" por tanta atención. Tal vez sea una buena respuesta a la actual desestructuración familiar de la que tanto se habla a raíz de madres y padres que trabajan sin parar y se separan sin tantos remilgos.

La psicogerontóloga Laura Bottini dice que hablar de "tercera edad" o "cuarta edad" es antiguo. Todo se volvió relativo con los años, y por eso habla de calidad de vida, y de las mejores condiciones en las que están los mayores para cuidar a los chiquitos. "Estas bisabuelas están bien cuidadas por ellas mismas. Se sienten útiles, independientes. Las abuelas de hoy están súper ocupadas, entonces las 'bis' cumplen perfectamente este rol, y es muy lindo ese intercambio intergeneracional".

Zarebsky retoma la idea: "Estas bisabuelas son las que se quedan en casa con los bisnietos, las que cocinan y transmiten los valores de la familia y la historia. Su vida cotidiana puede ser muy activa, sana, vital, pero no tan llena de actividades como la de los abuelos. Por su edad, tuvieron más pérdidas de vínculos de pares, amigos, hermanos, cuñados, por lo que la existencia, nacimiento y crecimiento de sus bisnietos puede ser lo que más los conecte con la vida, con los deseos de vivir para ver crecer a la nueva generación. Es a través del paso de las nuevas generaciones que sienten la continuidad de la propia vida. Por eso es importante que el bisabuelo esté integrado a la vida familiar. Es el anclaje, la pertenencia, la inserción en la vida de los otros, lo que nos ayuda a afianzar nuestra identidad personal". "Que haya múltiples generaciones en una familia confiere una percepción histórica mucho más larga -dice Iacub-. Serán estos bisabuelos los encargados de los relatos históricos".

Fuente: Clarin (Argentina) 1/11/2009.
http://www.clarin.com/diario/2009/11/01/um/m-02031649.htm