Por: Marvin Saballos Ramírez*
“Parecen chavalitos, vea las bromas que se dan y cómo se ríen. No parecen los señores tan serios y formales como se ven en las Cortes y en la Universidad”, me decía mi sobrina Eliza, joven abogada, quien por su profesión conocía a algunos de los compañeros que festivamente celebrábamos nuestros 40 años de graduación como bachilleres en el Colegio La Salle de León.
Cuando celebramos los 25 años de graduación, el ambiente fue diferente. Pocos llegamos, no hubo mucho entusiasmo; algunos adujeron razones de trabajo, otras familiares, muchos ni siquiera respondieron o se contactaron. La verdad es que era una etapa de la vida en que la generalidad estábamos en pleno desarrollo de nuestras carreras laborales y familiares. Era poco el tiempo, como para dedicárselo a lejanos ex condiscípulos, muchos de los cuales no se habían vuelto a ver, desde aquella noche de 1969, durante la graduación en León.
Para el 40 aniversario, el entusiasmo fue sorprendente. De pronto, todos parecíamos estar en sintonía y con deseos de reencontrar aquellas viejas amistades de la infancia y la adolescencia, de conocer lo que había sido de la vida de cada cual.
Con entusiasmo y diligencia, por cerca de un año, nos dimos a la tarea de ubicar a cada quien y a motivarlo para lo que llamamos el magno encuentro. La mayoría logramos reunirnos; rendimos homenaje a quienes ya habían fallecido, nos presentamos esposas e hijos (la nuestra fue aquella época ante-diluviana en que habían colegios separados para varones y mujeres), recordamos con agradecimiento a nuestros padres y madres, a los profesores. Y empezamos a comportarnos como adolescentes, bromas, chistes, canciones, anécdotas, con espontaneidad, seguros de que todos los que ahí estábamos compartíamos el mismo espíritu y sentimientos; y les cuento un chisme, la mayoría ya no bebe licores, casi todos por prescripción médica. Tomamos en serio el lado divertido de la vida. Nos sentimos parte de un grupo “águila”, como nos dijo un profesor al graduarnos, instándonos a luchar por la vida.
¿Por qué ahora, rondando los sesenta años, la historia fue tan distinta? Conversando con los compañeros, encontramos que para casi todos, los hijos están iniciando sus vidas independientes, formando sus propias familias, muchos somos abuelos. La lucha y competencia por el éxito profesional ya no son tan intensas. El sentimiento parece ser de “ya estás en lo que estás”, o sea metas cumplidas en lo fundamental, aunque siempre trabajando por mejorar la situación, o alcanzar nuevas metas, pero no con el frenesí de los 20, 30 ó 40 años. Ciertamente, todos entrando al rango de los respetables “dones” por la edad, la cual parece nos vuelve a igualar, como en la infancia, más allá de circunstancias de nacimiento o de logros alcanzados en la vida.
Los sicólogos dicen que en esta fase de la vida los “pares” o sea las personas de la misma edad, vuelven a ser los más significativos, al igual que en la adolescencia, etapa en que frecuentemente uno siente que solamente los amigos lo comprenden; entrando a la vejez parece ser igual, con los de tu misma edad, generalmente es que te entendés mejor en tus preocupaciones, aspiraciones y en compartir, en sentirse libre de ser uno mismo, más allá de responder al rol de padre, pareja, abuelo, obrero, técnico, profesional, al papel jugado en la vida.
El compartir con personas de la misma edad, puede significar un reencuentro con uno mismo, una reafirmación de la autoestima, lo que nos permite fortalecernos para enfrentar los retos propios de esta etapa de la vida con “integridad yoica”, como dicen los sicólogos, o sea con sabiduría para disfrutar o reconocer lo bien o mal realizado a lo largo de los años, lo que te es posible hacer hoy y aceptar serenamente lo que ya no se puede.
Si usted es de los orgullosamente viejos, es bueno reanudar o fortalecer las amistades de la infancia y la juventud, unirse a grupos de coetáneos o sencillamente socializar con los vecinos y familiares de edades semejantes.
Esto puede ayudarle a mantenerse siempre águila.
*El autor es psicólogo social
tataguegue@yahoo.com
Fuente: La Prensa (Nicaragua) – 12/6/2010.
http://www.laprensa.com.ni/2010/06/12/opinion/27483