Javier Yanguas Doctor en Psicología Biológica e investigador del centro gerontológico MATIA.
Javier Yanguas es experto en gerontología y, como tal, impartió ayer por la mañana en el Palacio de Miramar una conferencia titulada 'Cambio social y cultural del fenómeno del envejecimiento. Nuevos desafíos', dentro del programa de los XXIX Cursos de Verano de la UPV/EHU.
Noticias de Gipuzkoa (España) - 24/8/2010.
A las personas no les gusta envejecer.
Envejecer tiene que ver con una etapa de la vida que, por un lado, está muy bien porque se puede disfrutar mucho de la vida pero que, por otro lado, tiene una parte mala en la que está incluida la muerte. Al final, lo que nos gustaría tener es el don de la eterna juventud. Eso en la literatura y el cine se ha visto mucho. Desde Drácula, pasando por Indiana Jones, hasta Los Inmortales. Lo que no sé es si nos gustaría vivir tanto siendo viejos. En la Grecia clásica había una historia muy bonita que era la de Titono, que era un mortal que se casó con Eos, la Diosa de la Aurora. Eos era inmortal y se mantenía joven, no como Titono que envejecía y en el futuro iba morir. Para evitarlo Eos le pidió al todopoderoso Zeus que no dejara morir a Titono y así lo hizo. Pero claro, no le pidió que le concediese el don de la eterna juventud. En este contexto, Eos volvió a donde Zeus y le pidió que dejase morir a Titono. Queremos la eterna juventud. Ver que la vida se acaba y que en la vejez está la muerte, es algo que no nos gusta.
En esa búsqueda de ser jóvenes, ¿nos "disfrazamos"?
Sí. Me parece que una cosa es mantenerse joven de aspecto y espiritualmente y otra no estar en relación a lo que uno tiene. En eso es bueno que la persona tenga una coherencia. Yo tengo 45 años y no me puedo comportar como uno de 30. No es adecuado. Cada uno tiene que vivir la etapa en la que se encuentra con plenitud. Ser viejo significa haber vivido, y eso no es poco.
¿Qué supone envejecer a día de hoy?
Yo no soy viejo todavía. No puedo hablar de qué supone, pero puedo contar lo que los viejos creen. Las personas están reivindicando otra manera de envejecer, donde se cuente con ellos a nivel de participación social exigen un papel en la sociedad que en este momento no tienen. Reivindican que tengamos otra visión de la vejez no tan basada en la enfermedad, sino en el potencial que ellas mismas tienen. ¿Es cierto que muchas cosas declinan con el tiempo? Sí, pero no es menos cierto que pueden aportar muchas cosas a la sociedad. Envejecer hoy significa intentar aportar a la sociedad, intentar vivir bien y ayudar.
¿Qué problemas principales hay al envejecer?
El papel de la vejez se ha ido prestigiando, pero no ha ganado aún el prestigio que merece. La sociedad ha de cambiar su actitud hacia el envejecimiento, como los mayores tienen que pensar que la actitud hedonista de yo ya trabajé, yo ya hice, yo no tengo nada que hacer, quizá no sea una actitud que se ha de mantener. Ninguna sociedad ha tenido que enfrentarse a que un 20 o un 25% de la población sea mayor. Esto viene sin manual de instrucciones, no sabemos cómo hacer. Y la sociedad y los políticos no lo quieren ver.
¿Qué es para usted envejecer bien?
El concepto de envejecer bien significa estar bien físicamente, cognitivamente, socialmente y estar implicado en proyectos de vida. No es algo únicamente físico. Tiene que ver con estar enganchado con la vida. Eso es lo que se entiende por envejecer bien. Algún problema en alguno de los ámbitos citados sería un mal envejecer.
¿Cree que las personas mayores tienen riesgo de exclusión social?
Hay que garantizar la participación de las personas mayores en esta sociedad. No vale con llenarnos la boca de principios de integración, hay que dar pasos importantes. A esta sociedad le cuesta aceptar el envejecimiento. Este tema a nivel de investigación no es tan sexy como otras materias. Pienso que Simone de Beauvoir tenía razón cuando decía en su libro La vejez que nos cuesta reconocernos en el viejo que seremos. Preferimos fijarnos en la juventud y en la belleza. Pero al final, si tenemos suerte, todos tendremos un viejo dentro que acabará saliendo. Es una cuestión de tiempo. No podemos vivir de espaldas a un problema que es el envejecimiento de la población, al que hay que hacer frente, tanto en términos económicos como en los de salud, interacción y cohesión social. No hay otra manera de afrontarlo. Y cuanto más tarde comencemos a hacerlo, será peor.
¿Se piensa mucho en la muerte cuando uno es mayor?
Mientras uno se mantiene bien de salud, la muerte o lo que le queda a uno de vida no es tan interesante. Cuando uno va envejeciendo y tiene ochentaytantos y se le han muerto la mayoría de sus amigos, la compañía de la muerte es algo que uno siente todos los días.
¿Y en los jóvenes?
Para nosotros la muerte es algo trágico. Para las personas mayores esa visión de la muerte cambia. Con las personas que yo tengo trato, y de las que conozco su visión de la muerte, no la consideran tan dramática como en un joven. Es algo entendido y asumido. No voy a decir que es querido, pero no se hace ningún drama. Más lo hacemos nosotros, porque el fallecimiento de un joven sí que resulta dramático.