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Es frecuente interrogarse desde el Trabajo Social, como desde otras disciplinas, si existe un modelo específico para trabajar con este grupo etario. Una primera aproximación al tema permite responder que cada disciplina o profesión tiene sus propias formas de intervenir, adecuadas a sus marcos teóricos, concepciones ético filosóficas, escuelas, líneas de investigación etc.
En base a la experiencia de años de trabajo con mayores, en ámbitos socio familiares, grupales, institucionales y comunitarios, y muchas preguntas de alumnos y colegas, me han llevado a plantear el modelo que aquí desarrollo, no se trata de una propuesta cerrada y acabada, sino que se rectifica o ratifica a cada paso en la práctica y por lo tanto está sujeto a nuevos aportes y comentarios para perfeccionarlo.
La forma de presentación de los diferentes momentos, se realiza de manera secuencial; aunque su concepción es dialéctica, ya que cada uno interjuega con los demás y se enriquece a la vez que es enriquecido por los otros. Se configura una instancia que se propone abordar integralmente la situación planteada, distinguiendo las partes de un todo en evolución constante, una totalidad en movimiento, mutuamente interrelacionada y modificante.
Entiendo por modelo la manera de proceder y obrar en determinadas circunstancias, la denominación del mismo responde al trabajo de sistematización elaborado en mi práctica profesional y la búsqueda de un esquema que pueda ser aplicado en el trabajo con familias, mayores, grupos, instituciones y en la comunidad, realizando los ajustes y adaptaciones que requiera cada ámbito.
El modelo: “ CAT ”, alude a: considerar, acompañar y tramar, que en sucesivos momentos devendrán en conocer, afrontar y tratar. Son momentos interrelacionados y entrelazados, se remiten mutuamente modificándose cuanticualitativamente en el proceso de aplicación.
Considerar: (del latín considerare) es pensar, meditar, discurrir,// reflexionar una cosa con atención y cuidado, // tratar a alguien con urbanidad y estimación.
Alude este momento a tener en cuenta todos los aspectos posibles que tienen que ver con la situación que nos es presentada o el problema por el cual es demandada nuestra intervención. Es preguntar y preguntarse acerca de todas las variables intervinientes en esta situación.
Se trata de una aproximación cuidada, reflexionada que al mismo tiempo que nos permite acercarnos al otro, u otros, nos posibilita reflexionar sobre sus condiciones concretas de existencia. En esta lectura donde se entrecruzan lo individual – social, con lo particular – global.
El trato con urbanidad y estimación, se refiere a un acercamiento cálido, que acorde con las circunstancias puede ser acompañado de un apretón de manos, un beso o un abrazo. No uso el término respetar, pues considero que “el Respeto” alude a distancia, y trabajar con mayores es establecer contactos cálidos y de reconocimiento mutuo.
Considerar es cuando alguien viene al servicio gerontológico a solicitar una internación de un familiar, es establecer un buen contacto que permita al solicitante explicar sus deseos, emociones, pensares y que quiere realizar y también preguntar sobre como se llega a esta decisión, quienes participan de la misma, que dice el propio interesado, cuanto hace que existe el cuadro actual, que otras medidas se han ensayado, en que alternativas se pensó, que otros familiares o amigos están al tanto de esta situación, que pasa si no se responde positivamente al pedido, como se arreglaron hasta ahora, etc.
Acompañar: estar o ir con otro u otros,// existir una cosa junta o simultanea con otra, // participar en los sentimientos de otro,// juntarse un perito con otro u otros para entender una cosa,// ejecutar el acompañamiento.
Es estar con otro u otros, es integrar en esa relación los aspectos cognitivos. emotivos y actitudinales, descubriendo y delimitando en conjunto la situación a modificar.
Es contener y sostener al otro, creando y recreando una distancia adecuada, en este sentido el cuento de Artur Schopenhauer citado por Freud, en su trabajo “Psicología de las masas y análisis del yo” 1920-1921. es ilustrativo al respecto. Se trata de los puercoespines que ingresan a una cueva en una fría noche invernal y se ubican juntos para darse mutuamente el calor de sus cuerpos. Los molestan las espinas que recubren su cuerpo, se separan y tienen frío. Lentamente se van acercando cuidando de no pincharse pero si de compartir el calor corporal.
En el trabajo profesional es importante establecer una distancia adecuada u óptima, es la que nos permite comprende y percibir lo que sucede, los sentimientos actuantes y las conductas observables. No podemos estar muy cerca por que si no corremos el riesgo de involucrarnos y confundirnos con nuestros sentimientos, tampoco muy alejados, porque hay aspectos que se nos pueden pasar por alto, por eso decimos que la distancia se construye y reconstruye a lo largo de la tarea.
Una adecuada distancia, implica un trato entre adultos, evitando paternalismos que infantilizan a los mayores con el riesgo de inhibirlos en sus recursos y potencialidades ni tampoco ubicándose como hijo, sobrino u otro familiar “bueno” ya que se entra en un “como si”, parece que la relación profesional es la adecuada, pero en realidad el “jugar relaciones familiares idealizadas”, dificultan y confunden la puesta de apreciaciones críticas.
Trabajar con mayores es acompañar un proceso de desarrollo, es estar con personas que por lo general, tienen más años de vida que el profesional. Tienen historias, vivencias, experiencias, saberes, que constituyen su capital vital con el cual podremos contar en nuestra tarea.
Acompañar en el ejemplo del pedido de internación, es hacerlo con quien viene por primera vez y después continuar con las personas más cercanas, el anciano, otros familiares o amigos. Es posibilitarles el despliegue de todas las preocupaciones que tienen en este momento, es comenzar a indagar acerca de la historia del protagonista, al mismo tiempo que se comienza a establecer el encuadre de la tarea, el profesional no es un tramitador de internaciones, es un especialista en el tema que colaborará para tomar en conjunto la mejor decisión posible
Tramar: (lat. Trama) enlazar la trama con la urdimbre para tejer // disponer hábilmente la ejecución de cualquier cosa complicada //florecer los árboles, en especial el olivo.
El momento de tramar, posibilita configurar la situación deseable a la cual se aspira, produce cierta tranquilidad y alivio el saber hacia donde uno dirige su acción, o que cosas desea lograr.
Es el momento de saber cual es el deseo o la demanda, sin establecer la factibilidad de la concreción, o el análisis de otras alternativas, situación que se contemplará en otro momento. Lo que se busca es visualizar el espacio o la distancia entre la situación actual y la deseada, los cambios que se deben operar, los actores y las circunstancias que se deberán modificar.
El establecer objetivos y formas de alcanzarlos, contribuye a bajar la ansiedad que despierta toda situación nueva o el inicio de una propuesta de transformación en dinámicas familiares, problemáticas ambientales, interacciones grupales, institucionales o comunitarias, etc. La mayoría de las veces, se producen cambios en los fines perseguidos y la forma de alcanzarlos, estos, van a implicar una situación cualitativamente diferente a los primeros momentos de la intervención profesional.
Tramar en el caso de referencia, puede estar dado por la elección de un buen hogar y el establecer la forma de conseguirlo. Pero tramar debe ser también seleccionar la mejor opción posible para responder al requerimiento, y esto puede devenir en otras alternativas, no planteadas por el solicitante.
En el sentido dialéctico expuesto considerar devendrá en conocer, acompañar en afrontar, y tramar deviene en tratar.
Conocer: (del lat. Cognoscere) averiguar la naturaleza , cualidades y relaciones de las cosas mediante el ejercicio de las facultades intelectuales // entender, saber, advertir, // tener tato y comunicación con alguien // presumir, conjetura lo que puede suceder.
El considerar los diferentes aspectos que caracterizan la situación que requiere nuestra intervención, permite articular un entramado de circunstancias que han desembocado en la actual situación. En este momento distinto al anterior, nos encontramos con un conocer más amplio y profundo, una calidad diferente que posibilite dimensionar adecuadamente los elementos que configuran la actual situación, cuales son los importantes y cuales los accesorios.
Conocer es también develar, es no quedarse con la primera impresión, es recrear y resignificar los elementos con los cuales hemos considerado la situación hasta ahora, es la posibilidad de construir nuevos andamiajes que enriquezcan la situación problemática y consecuentemente el volver a replantear todo lo actuado.
En el conocer se establecen vínculos de comunicación y aprendizaje. Se comprende en dos acepciones, es al mismo tiempo conocerse los intervinientes de una situación problemática, y reconocer lo conocido, volver a reflexionar y evaluar, desde otras perspectivas y otras significaciones.
El conocer nos permite reelaborar las estrategias de afrontamiento, las maneras en que vamos a continuar con nuestro trabajo, es conveniente recordar que la tarea no es para otros, sino con otros, continuamos acompañando pero en un nivel diferente.
Conocer en el ejemplo, es saber las potencialidades de la familia, es después de entrevistas con familiares, quienes pueden colaborar y de que manera, es la posibilidad en este caso de redistribuir la responsabilidad sobre la atención de la persona mayor, entre varios y no depositar todo en uno solo, que al verse sobrepasado por las circunstancias, pensó en la internación. Con el anciano implicó conocer que desea continuar en su domicilio y que aceptara algunos cambios que posibiliten esta situación.
Este ir conociendo, ya que la intervención es un proceso, permite considerar nuevos aspectos que no se tuvieron en cuenta en un primer momento.
El acompañar en este conocimiento, posibilitó que la familia replantee la propuesta inicial, “queremos internarlo” por “que creemos que es lo mejor para nuestro familiar mayor y cuales son sus deseos” es probable que en muchos casos coincidamos con la demanda inicial, pero aún así, la determinación es con un estudio exhaustivo de la situación y no una respuesta burocrática o descomprometida.
Reflexionar con el anciano y su familia, acerca de lo mejor posible en la actual situación, es totalmente diferente a asociarse a una determinación apresurada aunque a veces tenga buenas intenciones.
Replantear la propuesta inicial, no es un cambio de orden de factores, es resultado de un proceso en el cual todos son coprotagonistas y donde se admite el estudio y la elección de variadas alternativas que van respondiendo a la evolución del caso.
Afrontar : ( del lat. Affrontare) pone una cosa enfrente de otra, // hacer frente al enemigo // hacer frente, resistir a la adversidad // atreverse a batallar cara a cara con el contrario.
La necesidad de operar cambios para encontrar respuestas positivas a la situación imperante, va a demandar rupturas y modificaciones de lo existente. Si bien cada hecho lleva implícita su posibilidad de modificación, el atreverse a iniciar ese camino, despierta resistencias y desconfianzas. Al mismo tiempo en que aparecen los deseos de cambio, aparece las dudas acerca de si se está preparado para afrontar la nueva situación. Lo nuevo será mejor que lo actual? no estaremos peor que antes en la nueva instancia? Aquí aparecen los miedos frente a las pérdidas o al ataque de lo nuevo, en términos de Melanie Klein, las ansiedades depresivas y las paranoides. En este momento trabajan los miedos y se fortifican las potencialidades de los sujetos y se refuerza la confianza en iniciar este camino.
Es la posibilidad de contar con los recursos y fortalezas personales, grupales o comunitarias para enfrentar las situaciones que han demandado la intervención profesional. Se busca potenciar los recursos existentes, o posibilitar el acceso a los mismos.
Afrontar en este caso significó trabajar con familiares y amigos, si estaban en condiciones y que compromisos asumirían para lograr la permanencia del anciano en su domicilio. En esta situación cada uno asume un nuevo papel y esto despierta temores y ansiedades, poder afrontarlo desde la palabra facilita luego la acción, acción que dará lugar a nuevas reuniones, evaluaciones constantes que permiten realizar los ajuste correspondientes.
Tratar: ( del lat. Tractare) manejar, traer entre la manos, // gestionar, dirigir o manejar, //relacionarse o comunicar con una persona, //cuidar a una persona,// conferenciar, discurrir, mantener controversia sobre un asunto,// intentar el logro de algún fin.
Tratar es comenzar, es iniciar, pero no es obligatorio llegar a la meta planteada en un primer momento. Intervenir en un proceso en busca de modificaciones posibles, que superen la situación de inicio, no significa ajustarse a la propuesta inicial y cumplirla irreductiblemente, en este caso estaríamos en un proceso lineal y etapista, la dinámica proveniente del proceso, los mejores conocimientos de la situación, la mayor capacidad de afrontamiento de las dificultades, llevan muchas veces llevar a replantear las propuestas iniciales.
Es en esta instancia cuando se ponen en juego las elaboraciones, planificaciones y acuerdos previos y se pasa a la acción, acción que pudo ser iniciada previamente en la realización de pequeños actos, averiguaciones, trámites, pero que ahora tienen una calidad diferente. Si intervenimos en una comunidad, o trabajamos en un centro de mayores, este momento coincide con el inicio de cursos o actividades planificadas.
Si bien en un primer momento se fijan metas u objetivos, o se visualizan modificaciones de conductas, hábitos familiares, etc. Estamos ahora en otro momento, que es continuidad del proceso iniciado, donde evaluamos los logros que se van obteniendo así como los obstáculos y la necesidad de superarlos.
El llegar a las metas propuestas, puede dar lugar a reconsiderar nuevas metas, también la dinámica del proceso puede hacer variar las propuestas iniciales, agregando, modificando o eliminando las mismas, pero lo importante de este momento es la toma e conciencia del proceso y cambios logros que se van obteniendo.
Tratar fue iniciar el plan de permanencia del envejeciente en su domicilio, en donde se vislumbró un proceso de: “todo esta bien, todos colaboran, hay cooperación y compromiso”, los primeros días a “volvemos a lo mismo de antes, nadie viene, no podemos resolver las dificultades” las semanas siguientes. El trabajo profesional agrupando a los familiares y amigos, logró una síntesis de la situación que permitió por mucho tiempo llevar a cabo esta propuesta.
CAT es también Consecuencias de la Acción Transformadora
denominamos de esta forma a los resultados que se van produciendo en el proceso de nuestra intervención.
Como todo proceso de intervención profesional, el pasaje de diferentes momentos, en nuestro caso considerar, acompañar y conocer, acompañar en afrontar y tramar, tramar en tratar y también en considerar, conocer , acompañar y afrontar, considerar, conocer, tratar, conocer, afrontar y así dialécticamente, requieren de una evaluación constante para realizar los correspondientes ajustes y correcciones.
La evaluación centrada en reflexionar sobre las transformaciones cualitativas y cuantitativas, que se van logrando en el proceso de intervención y en sus protagonistas, atraviesa el modelo en forma constante y va a posibilitar las correcciones pertinentes.
Avances y retrocesos, modificaciones cuanti y cualitativas, logros y dificultades, alegrías y dolores, compromisos y no compromisos, responsabilidades y abandonos, animosidades y amistades, satisfacciones y frustraciones, son parte del proceso de intervención profesional.
Las Consecuencias de la Acción Transformadora, incidieron en primer lugar en el anciano, fue tomado en cuenta, tratado adecuadamente, siguió opinando sobre situaciones trascendentes en su devenir, mejoró su relación con los otros intercambiando y compartiendo más que exigiendo y demandando.
La familia descubrió potencialidades ignoradas, pudo pasar de situaciones de urgencia a soluciones a mediano plazo realizando los correspondientes aprendizajes, mejoraron los vínculos intra e interfamiliares y con los vecinos y otros colaboradores.
Nietos y otros familiares pudieron acercarse y opinar y comprometerse, esta nueva modalidad favoreció el enfrentamiento de otras situaciones y mejoraron las relaciones intergeneracionales.
El profesional de trabajo social, se ubicó como copensor y acompaño todo el proceso. Con un desempeño adecuado pasó de ser dador de un servicio o trámite de internación, a cogestionar un proceso para mejorar la calidad de vida de todos sus protagonistas.
Los saberes sobre el envejecer.
Como todo modelo operacional, el CAT, se sustenta en una serie de principios, que tratan de guardar coherencia entre las concepciones y su aplicación. Este marco teórico se integra con aportes de diversos autores especializados en gerontología, documentación de organismos internacionales, experiencias realizadas en diversos países y desarrollos profesionales. El marco teórico y el modelo interactúan entre si en un proceso de alimentación y/o rectificación constante.
La vejez es la última etapa de la vida, sucede a la niñez, adolescencia, juventud y adultez. Con sus propios derechos y deberes, con perdidas y ganancias, con aspectos positivos y negativos. En forma convencional se atribuye los 60 o 65 años, como inicio de la misma, sobre todo para los estudios poblacionales y para los cálculos y proyecciones demográficas. En algunos países la fecha de comienzo, es coincidente con la jubilación o retiro laboral.
Los protagonistas de este período, llamados ancianos, viejos, gerontes, senescentes, envejecientes (son equivalentes a los fines de nuestro trabajo) etc. aluden a situaciones psicológicas, sociológicas, laborales, culturales, económicas, u orgánicas para reconocerse o incluirse en esta etapa, más que a la simple cronología. Es frecuente que expresen: “viejos son los otros” o “con esos viejos no me junto” aún cuando nuestro interlocutor tenga muchos más años que los referentes. La sensación de sentirse joven, adulto o viejo es más fuerte que la descripción objetiva de sus condiciones funcionales.
La duración de esta etapa, se amplia al aumentar la expectativa de vida; el siglo XX registra un aumento de más de veinte años en la misma. En algunas publicaciones se habla de viejos jóvenes 60 a 75 y viejos viejos a partir de 76 y más años, en otras de la tercera y cuarta edad .A veces la capacidad funcional, es sinónimo de tercera edad, y los deterioros dan cuenta de la cuarta edad. Siempre es conveniente aclarar las especificidades al comunicar trabajos.
Es más adecuado hablar de vejeces y no de vejez. El envejecimiento que es un proceso que se desarrolla en el transcurso del tiempo, es diferencial, en los aspectos psicológicos, sociológicos y orgánicos, lo que lleva a una gran diversidad y maneras de envejecer, aún en miembros de una misma cohorte generacional.
En cada sociedad y en cada cultura, existen diversas formas y maneras de envejecer, y el envejecimiento está marcado profundamente por la influencia de lo social, del contexto y del lugar. Las investigaciones más recientes señalan que, los cambios de actitudes que se aprecian en los mayores, más que a modificaciones biológicas, responden a las expectativas sociales que se les impone.
La vejez es un fenómeno universal, todos los seres humanos envejecen, la forma de envejecer es particular. Los sujetos de más edad son más heterogéneos que los grupos más jóvenes. Así como existen similitudes, reconocer las particularidades de cada caso y situación, contribuye a evitar reduccionismos y simplificaciones que empobrecen el trabajo profesional, al inhibir las diferencias, la diversidad y la creatividad que la variedad demanda.
Otra de las generalidades que se escucha al hablar de este tema es: “se envejece como se ha vivido”, frase que lleva a plantearnos las posibilidades de nuestra intervención, si aparentemente ya está todo determinado.
En realidad corresponde aclarar que las formas en las cuales ha transcurrido la existencia condicionan el envejecer y de ninguna manera lo determinan. Experiencias realizadas cambiando el entorno de los mayores e introduciendo estímulos y motivaciones diferentes, ratifican la posibilidad de recrear las formas de vivir y de la influencia del contexto, ambiental, familiar y social, en el logro de estos cambios.
Las personas toman decisiones a lo largo de su vida. Los mayores, que también son personas con deberes y derechos, aunque muchos prejuicios sostienen lo contrario, son sujetos de acción y decisión. Por lo tanto deben participar y opinar. Aún cuando aparezcan manifestaciones de deterioros cognitivos, muchas veces están en condiciones de manifestar y decidir sobre lo que prefieren o lo que es mejor para ellos en esta etapa de su existencia.
El problema frecuentemente aparece en profesionales, familiares o responsables de su atención, que no escuchan, que no quieren hacerlo, que creen saber que es lo mejor para los ancianos, sin consultarlos ni tenerlos en cuenta.
Los mayores están en condiciones de seguir aprendiendo constantemente, no solo incorporando nuevos saberes, sino también modificando conductas o actitudes y desarrollando aptitudes, o descubriendo potencialidades no exploradas. Las experiencias y los trabajos que se vienen realizando en las universidades para la tercera edad, o aulas para la tercera edad, dan cuenta de dicha situación.
Las cuestiones sociales
Asistimos a la globalización de la vejez como algo inevitable que no podemos ignorar. Las diferencias entre países jóvenes y maduros (hasta el 3 % de población mayor de 60 años, en la población total son países jóvenes, del 4 al 7 % son adultos y más de 7% son maduros) va a desaparecer con mayor celeridad que las diferencias entre países pobres y ricos.
Este incremento de los mayores va a requerir el desarrollo de nuevos servicios, nuevos servicios implica demanda de mayor presupuesto y en Latinoamérica. los recursos destinados a las políticas sociales son cada vez menores.
Quien o que sectores de la sociedad deben hacerse cargo de esta preocupante situación, las familias tradicionales cuidadoras de los ancianos, el estado que viene achicándose progresivamente en los últimos años, el tercer sector o las Ong’s de reciente aparición y desarrollo en estas latitudes, sectores privados especialmente los efectores de salud, o cada uno de estos actuando coordinadamente?
Es probable que los profesionales debamos tomar posiciones ante esta realidad, que debamos colaborar en la fijación de criterios para resolver las formas en las cuales una sociedad con mínimos recursos deba distribuir su presupuesto.
Las posiciones que se adoptan, en forma consciente o inconsciente, se visualizan en la intervención profesional, no es lo mismo favorecer organizaciones de auto defensa de los mayores: como afortunadamente ya se vislumbran en muchos países: promover la participación y el activismo social, procurando la integración y responsabilidad social, que relegar a los ancianos a ser meros receptores de servicios y a contemplar la sociedad desde afuera.
Dentro de los principios en los cuales enfoco mi trabajo se encuentran: los derechos de ciudadanía, los derechos humanos y la declaración de cinco puntos de naciones unidas para la atención de mayores.
Los derechos de ciudadanía, T. H. Marshall los divide en tres categorías, los derechos civiles que aparecen en el siglo XVIII los derechos políticos que se afirman en el siglo XIX y los derechos sociales que se establecen en el XX, entre ellos los derechos a la educación pública, a la asistencia sanitaria, a los seguros de desempleo y las pensiones a la vejez. El Estado al garantizar a todos estos derechos, asegura que cada integrante de la sociedad se sienta como miembro pleno, capaz de participar y disfrutar de la vida en común.
El concepto de ciudadanía está íntimamente ligado, por un lado a la idea de derechos individuales y por el otro a la noción de vínculo con una comunidad particular. Ciudadanía es también derechos de participación y responsabilidades.
Por derechos sociales nos referimos a la capacidad del individuo para participar en la definición de los procesos sociales políticos y económicos que afectan su condición material en áreas como la salud, educación, vivienda y seguridad social. Los derechos sociales son una dimensión de la ciudadanía, y la lucha por los mismos compromete a toda la ciudadanía para toda la sociedad.
En la mayoría de los países del primer mundo, cuentan con estructuras de derechos ciudadanos que le otorgan a la sociedad, capacidades considerables para condicionar la acción del Estado de acuerdo a sus necesidades.
En América latina, el desarrollo histórico de las relaciones entre el estado y la sociedad, no logró crear estas capacidades, la globalización intensifica la dependencia externa y el Estado, responde más a intereses externos que a los de sus ciudadanos. Promover los derechos de ciudadanía es favorecer una mayor congruencia entre los que hacen las políticas publicas y los que la reciben, es acompañar a los mayores en su proceso de integración social, es favorecer el desarrollo de organizaciones que demanden una participación activa del Estado en la defensa de los sectores más necesitados.
La Declaración Universal de los Derechos del Hombre, es otro parámetro que orienta el trabajo con mayores, en sus cincuenta años de existencia, el debe por hacer es mayor que lo realizado.
Finalmente la síntesis elaborada por las Naciones Unidas podría dar lugar al ejercicio activo de los principios propuestos a favor de los Adultos Mayores: “independencia, participación, cuidado, realización personal y dignidad”.
Ubicar nuestro trabajo dentro de estos parámetros significa muchas veces entrar en conflicto con situaciones establecidas o intereses determinados, pero son parte de la ética profesional comprometida en la superación de las injusticias
Mayoritariamente la sociedad margina o rechaza a los mayores, la imagen pública de “los viejos” como totalidad, resulta mucho más negativa que la imagen individual, que tienen ellos mismos sobre si mismos o la que tienen las personas acerca de “sus viejos”, oponerse a la discriminación, trabajar en el esclarecimiento de los prejuicios y estereotipos es función profesional y disciplinar.
Como dice Alex Comfort, “cuando logremos ver a una persona mayor, no fundamentalmente como anciano y subsidiariamente como persona, sino como una persona que además de serlo es mayor, y que sigue siendo lo que siempre fue, con un activo de experiencia acumulada y un pasivo en el que figuren las inevitables mutaciones físicas debidas a la acción del tiempo”, significara que nuestra intervención profesional, esta orientada por la senda correcta.
Lic. David Zolotow
Buenos Aires, 2010.