Bajos salarios y una ley no regulada por el Ministerio de Salud generan escasez de personal encargado de cuidar a los adultos mayores.
Si existiera un concurso en donde se premiara la limpieza de los pasillos de una institución, los corredores del Hogar Bolívar de seguro quedarían en el primer lugar.
Por sus pulcros pasillos van y vienen a diario 126 trabajadores ayudando en las tareas cotidianas a jubilados como María Alejandra Murillo, quien ante la indiscreción periodística, confiesa tener solo 40 años, aunque sus manos y canas revelen muchos más.
Fundado hace 128 años y gestionado por la congregación de monjas Compañía de las Hijas de la Caridad, los días de Murillo transcurren en este hogar, ubicado en Juan Díaz, y compartiendo junto a otros 200 adultos mayores.
La jubilada va a paso lento tomada de la mano por Gerardo Morán, un joven de 18 años, oriundo de Dolega, provincia de Chiriquí.
Ambos caminan hacia la imagen de una virgen que está en el patio del hogar, ante la mirada de otros adultos mayores quienes descansan en sofás. Morán es una rareza en este lugar. Por estos días pocas personas quieren realizar su trabajo.
Por 360 dólares mensuales, sin descontar impuestos, el joven debe ayudar a movilizarse, bañar y alimentar a los adultos mayores de este hogar, 48 horas a la semana, en horarios rotativos.
“Desde hace meses tenemos 30 vacantes y pocas personas vienen. Entendemos que el trabajo es muy duro y el sueldo muy bajo. Pero esta es una labor que es más bien por vocación”, explica sor Carmen Judith Rodríguez, responsable de servicios generales de este albergue.
La religiosa cuenta que de las pocas personas que se presentan a trabajar, la mayoría son mujeres mayores de 50 años, que por la naturaleza del esfuerzo físico de la labor a ejecutar, se les dificulta llevar a cabo las tareas asignadas.
POCOS CUMPLEN
El Hogar Bolívar es uno de los 42 albergues para jubilados que tiene censado el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), de los cuales solo 11 cumplen con la normativa de funcionamiento actual.
Los otros 31, en cambio, no están legalizados y sobreviven con la ayuda de personas o empresas de buena voluntad, explica Maura Rodríguez, trabajadora social de la Dirección de Protección Social del Mides.
“[Muchas de estas] instituciones no cuentan con suficiente personal calificado para trabajar en ellos. Hemos observado falta de mantenimiento en las infraestructuras y les hemos recomendado que en los baños tengan puertas anchas y agarradores antideslizantes, para evitar caídas”, agrega Rodríguez.
A los hogares de jubilados que sí cumplen con los estándares exigidos, el Mides les otorga un subsidio que para 2012 fue de 286 mil dólares, agrega Luis Moreno, director de inversión de este ministerio.
BAJA DEMANDA
De acuerdo con estimaciones poblacionales efectuadas por la Contraloría General de la República, en la actualidad en Panamá viven 384 mil personas mayores de 60 años.
De hecho, según estadísticas del Ministerio de Salud, durante la última década la expectativa de vida del panameño aumentó un año (76.9).
Por eso, el panorama no luce muy promisorio si se toma en cuenta que en la Universidad Especializada de las Américas Panamá (Udelas), la única casa de estudios en el país que imparte gerontología, solo siete estudiantes cursan esta carrera.
El profesional graduado en esta carrera es capaz de abordar los aspectos psicológicos, sociales y físicos del adulto mayor.
Aida Gorrichátegui, directora de esta licenciatura, explica que debido a la poca demanda, han tenido que cerrar esta licenciatura en las sedes de Chiriquí y Santiago de Veraguas.
De hecho, en los últimos 12 años solo se han graduado en esta carrera 250 profesionales, quienes tienen dificultades en el campo laboral, debido a que aún el Ministerio de Salud no ha reglamentado la Ley 52 del 18 de septiembre de 2009.
“Como el ministerio no está dando la idoneidad, quienes se gradúan aquí no pueden ser contratados como licenciados, por lo que sus salarios son muy bajos, tanto en empresas privadas como en el sector público”, apunta la vocera de Udelas.
EL ´TSUNAMI´
Proyecciones de la Red Continental de Adultos Mayores indican que en Panamá dentro de una década se duplicará la cantidad de adultos mayores.
“¿Cómo es posible que veamos este tsunami y no nos preparemos?”, se pregunta en voz alta Edilia Camargo, representante de Panamá en esta organización.
En tanto, Argénida de Barrios, directora de la Universidad de la Tercera Edad, recuerda que las políticas sociales que desarrolle el Estado deben ser intergeneracionales. “Deberíamos tener hogares de día o de noche en vez de asilos”, explica de Barrios.
De Barrios recalca también que desde hace ocho años se presentó a la Asamblea Nacional un anteproyecto de ley sobre Protección al Adulto Mayor y que hasta el día de hoy “nadie sabe dónde está engavetado”.
Fuente: Prensa.com - 13/1/2013
http://www.prensa.com/impreso/panorama/corroidos-anos-dorados/150339