Julio Pérez Díaz.
“La depresión demográfica de España hace inviable el Estado de Bienestar”
“Ya nos faltan entre 9 y 12 millones de jóvenes y niños”
“El suicidio demográfico de España”
Igual que sobre el fútbol, sobre la demografía todo el mundo se permite opinar como experto. El problema es que las opiniones en nuestro campo suelen afectar a políticas públicas de una relevancia social fundamental, como las sanitarias, las educativas o las de seguridad social.
Mi amigo Diego Ramiro, experto en mortalidad infantil y conocedor de mis particulares obsesiones, me ha hecho notar que hoy (17/07/2010) Libertad Digital nos suministra un ejemplo excelente de ese género interminable que es la amenaza demográfica, el miedo al declive, el coco de la decadencia poblacional.
Se trata de la presentación y comentario de los resultados de un estudio realizado por Alejandro Macarrón Larumbe y su consultaría de estrategia empresarial y “corporate finance” (clica aquí para ver el pdf). No han sabido dibujar correctamente las pirámides de población, no saben diferenciar entre fecundidad y fertilidad, y manejan incorrectamente el concepto de fecundidad de reemplazo, pero han descubierto por enésima vez la sopa de ajo dibujando cuatro pirámides. Acto seguido ya se creen facultados para aconsejar a los estados, menospreciar a los mayores y llamar tonto e inmoral a medio país (todo aquél que no cumple el modelo de vida tradicional, no se casa pronto y tiene muchos hijos, o no vota a quienes ellos quieren). También, aunque seamos una minoría, a los que nos dedicamos a esto de la demografía. Se permiten hacer recomendaciones políticas y económicas que afectan a todo el país, algunas una pura repetición de las medidas natalistas de los años treinta o de la España de Franco, como escalar los impuestos en función inversa a los hijos que se tienen, y grabar especialmente a los solteros. Lástima que no se hayan informado siquiera sobre esa época, porque habrían redescubierto el plus familiar.
Entre aquéllos que quieren que nos esterilicemos todos para que la sobrepoblación no estropee el planeta y éstos que quieren que tengamos el doble de hijos porque la infrapoblación es la causa de todos los males, me temo que la demografía no va a poder deshacerse nunca de estos incendiarios. Ya a principios del siglo XX podían leerse argumentos idénticos a los del señor Macarrón, como puedes comprobar si visitas en este sitio la página dedicada al origen de la expresión “envejecimiento demográfico”. Aquellos natalistas tenían el mérito, al menos, de ser élites intelectuales de su tiempo. Los que han seguido diciendo las mismas cosas y prediciendo los mismos desastres año tras año, década tras década, sin darse jamás por enterados de que la realidad les desmiente siempre (ya va haciendo un siglo entero que lo hace), no tienen más mérito que el empecinamiento. Y encima ni siquiera son demógrafos.
Habría que reírse un poco de tanto experto económico mesías de cualquier cosa, pero es que resulta que luego influyen realmente en la opinión pública y en las decisiones políticas, y ya no es cosa de risa. Que no se libren al menos de algún sonrojo… Voy a guardar el pdf de esta noticia para usarlo en mis clases como ejemplo de hasta dónde llega el ridículo, la demagogia y la insolvencia analítica de algunos cuando se trata de hablar de demografía (los voy acumulando, porque pocos medios se libran; El País, sin ir más lejos, el diario de mayor tirada en nuestro país, lleva muchas semanas con una sección entera dedicada a la sostenibilidad del Estado del Bienestar donde se acumulan todos los topicazos demográficos y se dicen las mismas barbaridades, aunque de forma menos salvaje, eso sí)
Apuntes de Demografía.
16 de julio de 2010.