Informaciones

Abuelos cuidadores, ¿por placer u obligación?

Martes, 04 de Noviembre de 2014
Envejecimiento y vejez

La responsabilidad de atender a los nietos recae más en las mujeres. Este es un trabajo no remunerado y que tiene efectos positivos, pero también negativos. Lo hacen para ayudar a sus hijos que trabajan, sin embargo, su salud física y emocional puede deteriorarse. En la mayoría de casos no saben cómo decir a sus familiares que necesitan más libertad para realizar su vida.

Kléver Paredes B.

Llegar a los 65 años y muchas veces convertirse en abuelo no significa para nada que la vida será más placentera. Dependiendo, especialmente de los factores económicos y sociales, puede convertirse en una etapa de más responsabilidades, trabajo y de deterioro agresivo de la salud. Para las mujeres la situación es cuesta arriba. Cuidar a los nietos, al esposo, encargarse de la casa, ir de compras, pagar los servicios básicos, son tareas que pasan como comunes, pero en la realidad no lo son porque limitan la posibilidad de realizar su vida a plenitud.

Cuidar a los nietos es un fenómeno que crece cada vez más, sobre todo en la clase media, donde mamá y papá trabajan, y no les queda tiempo para sus hijos. Para los abuelos esta actividad tiene aspectos positivos y negativos. Al principio es una tarea placentera, pero con el paso del tiempo puede convertirse en una carga.

Al imponerse a las mujeres durante toda su vida el rol de cuidadoras, obviamente, en el caso de los nietos son las que más ejercen esta tarea, mientras los abuelos siguen con su vida cotidiana. Según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), realizada en 2012, las mujeres trabajan en promedio 18 horas más a la semana en relación a los hombres, lo que representa entre el 24 y el 50% del Producto Interno Bruto en Ecuador. Cabe resaltar que el trabajo lo realizan sin recibir ningún tipo de remuneración.

El Artículo 34 de la nueva Constitución del Estado establece: “El Estado garantizará y hará efectivo el ejercicio pleno del derecho a la seguridad social, que incluye a las personas que realizan trabajo no remunerado en los hogares, actividades para el autosustento en el campo, toda forma de trabajo autónomo y a quienes se encuentran en situación de desempleo”.

En la actualidad está en trámite el nuevo Código Laboral que reconocerá el trabajo no remunerado del hogar, es decir, el pago de salarios y otros beneficios para las amas de casa, algo que en la normativa actual no existe. Sin embargo, no se precisa si el cuidado de los nietos por parte de los abuelos también será tomado en cuenta.

Carmen Alicia vive en el norte de Quito. Tiene cuatro hijos y cuenta con una pensión jubilar. A sus 68 años, bajo su cuidado, están dos nietos, un varón y una mujer de siete y cinco años, respectivamente.

Antes de las 13:00, de lunes a viernes, espera en las afueras de la escuela por sus nietos. Luego los lleva a su casa, los alimenta, vigila sus tareas escolares, juega con ellos y se da modos para arreglar la casa y preparar la comida de la tarde.

Su hijo o su esposa llegan pasadas las 18:00. Su esposo, Carlos, también es jubilado, pero él se entretiene el día mirando la televisión y en la relectura de algún periódico. “Es la única forma que puedo ayudarle a mi hijo, trabaja mucho y no quiero ser una carga para él”, piensa Carmen Alicia, a quien le gustaría integrarse a uno de los grupos de adultos mayores que funcionan en Quito. “¿Pero en qué tiempo?”.

En ocasiones, Carmen Alicia también cuida a sus nietos los fines de semana o cuando su hijo y esposa tienen algún compromiso.

La ayuda de los adultos mayores para cuidar a los nietos generalmente es voluntaria y al inicio ocasional, para sentirse útiles, lograr mayor integración familiar y autoestima. Sin embargo, con el paso del tiempo pasa a ser una ‘obligación’ no remunerada, no deseada y no retribuida. A estas alturas, Carmen Alicia no sabe cómo decirle a su hijo que, además de cuidar a sus nietos, sueña con hacer otras cosas. Siente temor de que, por ello, su hijo deje de llevarle a sus nietos.

La psicóloga Diana Resnicoff explica cómo hay abuelas que llegan a este punto. “Empiezan a cuidar al nieto con mucho gusto, pero con el paso del tiempo sienten que sus vidas giran en torno al chico y no pueden disponer de su tiempo: van postergando cosas, cursos, salidas, clases de gimnasia, consultas médicas. De esta manera, ese rol que al principio fue placentero termina siendo una carga. Y todo lo que no se puede decir con palabras lo dice el cuerpo: fatiga, cansancio, depresión”.

El cuidado de los nietos, más allá de los aspectos placenteros, tiene un alto costo. Existe una extensa serie de estudios internacionales que demuestran lo estresante que puede ser esta tarea. El día a día, especialmente cuando los nietos son muy pequeños, puede resultar extenuante y provocar malestar en el sueño y mayor exposición a enfermedades. Se ha evidenciado, por ejemplo, que enfermedades como la diabetes, la hipertensión arterial, el síndrome depresivo y el insomnio son más frecuentes en ancianos que cuidan a sus nietos que en aquellos que no lo hacen con regularidad.

La relación entre los padres de los niños cuidados por sus abuelos y estos últimos, puede originar también tensiones generacionales y situaciones de celos y conflictos. No es extraño que los hijos reclamen a sus padres porque consideran que “están haciendo mal su trabajo porque miman a los nietos o contradicen sus reglas”. Así, al sentimiento de agradecimiento por la ayuda de los padres a sus progenitores, se añade una contradictoria sensación de intromisión, desembocando en una tensión familiar no deseada por ninguna de las partes.

En el caso de Ecuador, el cuidado de los abuelos a sus nietos tiene una particularidad especial: la migración que sufrió el país, con más fuerza desde 2000. No hay datos exactos si este fenómeno multiplicó a los abuelos su tarea de cuidadores. Se estima que actualmente cerca de 3’000.000 de ecuatorianos están fuera de su patria.

En una investigación efectuada por María Cristina Carrillo, socióloga de la Facultad Latinoamericana de Estudios Sociales, sobre los impactos de la migración en los jóvenes hijos e hijas de emigrantes ecuatorianos, se determinó que existe una relación cercana entre abuelos, abuelas y nietos, pero también se resalta que lleva consigo una sobrecarga de trabajo, especialmente para las mujeres. Además, la diferencia generacional marca una distancia entre jóvenes y abuelos, dificulta las posibilidades de que los ancianos se involucren en el proceso de enseñanza-aprendizaje y también complica las modalidades de negociar la disciplina. Los abuelos y abuelas se sienten impotentes de establecer reglas de convivencia con sus nietos.

Como conclusión, en este caso se recomienda prestar más atención sobre el rol que desempeñan los nuevos tutores, especialmente a abuelas y abuelos, ya que sobre ellos recae el cuidado de los niños y jóvenes cuyos padres y madres han migrado. Que las políticas de Estado incluyan a este grupo como un conjunto importante al cual ofrecer más apoyo y asesoría.

El médico español Alejandro Guijarro Morales es el autor de El síndrome de la abuela esclava. Pandemia del siglo XXI. Asegura que “la patología es más habitual de lo que se piensa” y que “afecta a mujeres adultas, amas de casa, que durante años estuvieron a gusto con la crianza de sus hijos y nietos hasta que se sienten desbordadas y empiezan a padecer síntomas clínicos”.

Fuente: El Telégrafo/Palabra Mayor - 25/10/2014.
http://www.telegrafo.com.ec/palabra-mayor/item/abuelos-cuidadores-por-placer-u-obligacion.html