Kléver Paredes B.
Cuando el Papa Juan Pablo II, durante su visita a Ecuador en 1985, celebró la misa con más de 200.000 indígenas en Latacunga, las lecturas en quichua, la música de pingullos, tambores y guitarras y, sobre todo, la palabra de Monseñor Leonidas Proaño eran la muestra de que una ‘nueva iglesia’ -comprometida con los pobres- germinaba en silencio.
‘El Obispo de los Indios’, como llamaban a Proaño, hablaba de “una sociedad nueva que permita implantar una política propia, con liberación económica”. Para él, desde los indígenas, identificados como los más pobres de los pobres, se debía impulsar una liberación social, económica, política e ideológica, con dignidad y solidaridad.
Monseñor Proaño era parte de un numeroso grupo de sacerdotes que desde América Latina impulsaban la Teología de la Liberación, cuya opción eran los pobres. Para esta corriente, la salvación no puede darse sin la liberación económica, política, social e ideológica, como signos visibles de la dignidad del hombre.
Proaño fue candidato al Premio Nobel de la Paz. Dejó de existir en agosto de 1988, en medio de la pobreza, aquella que compartió durante su permanencia en la provincia de Chimborazo y que era el pan del día de los indígenas.
El movimiento indígena de Ecuador le debe mucho a este viejo sacerdote que luchó por la organización, reivindicación de sus derechos, valor de su palabra y dignidad. Un legado que como bien lo cantaban los indígenas presentes en su entierro en la comunidad de Pucahuico, al pie del ‘Taita’ Imbabura: “Tú te vas, tú vas, pero quedan los árboles que sembraste”.
Por el mismo camino de Monseñor Proaño existieron varios sacerdotes cuyo legado de vida, hasta su muerte, fue la construcción ‘del Reino de Dios’ en la tierra. Estos religiosos que enseñaron a sus fieles a pescar, en su mayoría fueron viejos.
Los sacerdotes adultos mayores fueron actores fundamentales para los cambios sociales. Este es el caso también del padre José Gómez Izquierdo, religioso que actuó en defensa de los pobres; trabajó con sectores marginados de Guayaquil. Crítico de los gobiernos de turno, durante la crisis financiera desatada en el gobierno del expresidente Jamil Mahuad, invocó al clero para que vendiera las riquezas de la Iglesia para asistir a los más pobres.
José Carollo es otro ejemplo. En 1992 fue nombrado Vicario Episcopal del Sur, realizando una intensa coordinación pastoral y de construcción de iglesias, conventos para las hermanas, casas parroquiales, guarderías, centros juveniles. En 1998 comenzó la construcción de su gran sueño: el hospital Un Canto a la Vida, para los pobres del sur. Murió en la madrugada del 13 de mayo de 2005.
Hace 28 años nació otro de los proyectos impulsados por otro sacerdote cuyo legado de vida es mejorar la calidad de vida de los más pobres. Graziano Masón es el mentalizador y fundador de la organización Maquita Cushunchic Comercializando como Hermanos (MCCH) para ayudar a las comunidades de escasos recursos y fomentar la economía social y solidaria.
Actualmente MCCH trabaja en 17 provincias del país junto a las comunidades y organismos nacionales e internacionales, logrando beneficios para más de 500.000 familias empobrecidas, quienes logran mejorar su calidad de vida a través de procesos asociativos, productivos y comerciales sostenibles a la par que equitativos. La fundación apoya a 38 comunidades en emprendimientos agrícolas, ganaderos, artesanales o turismo comunitario.
Para los habitantes de la parroquia de Salinas de Guaranda, el nombre del padre salesiano Antonio Polo significa el cambio de sus vidas. Este viejo sacerdote apostó por el cooperativismo como la forma efectiva y democrática de enfrentar la pobreza y marginación, con el apoyo de voluntarios extranjeros y la misión salesiana. El principal de estos emprendimientos es la quesera El Salinerito, y junto a ellas 23 queseras más pequeñas.
Luis Alberto Luna Tobar es otro referente. Criticado por sectores conservadores y grupos económicos por su opción por los pobres. Llamado ‘cura comunista’, combatió, desde el evangelio, a los gobiernos autoritarios y corruptos que dejaron en escombros al Ecuador.
Viejos predicadores de la palabra, de sabiduría y amor, algunos todavía vivos, que impulsaron grandes cambios sociales: José Carollo, José Gómez Izquierdo, Luis Alberto Luna Tobar, Antonio Polo, Gonzalo López Marañón, Graziano Masón, Teodoro Arroyo Robelly, Alejandro Labaca. Y tantos que en pueblos pequeños se fueron en silencio, como el padre José Gabriel Espín, que dedicó su vida a la educación en Malchinguí, Pedro Moncayo.
Francisco: “Los viejos son los que dan la sabiduría”
Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, aprovecha cada micrófono que tiene enfrente para pedirle de forma franca y enérgica al mundo un mejor trato, consideración, valorización y respeto hacia las personas adultas mayores, a los que él, cariñosamente, llama ‘viejos’.
Apenas dos días después de haber sido elegido Sumo Pontífice, el primero de Latinoamérica, en un encuentro con los cardenales en el Vaticano, Francisco lanzó su primera arenga: “Los viejos tienen la sabiduría de haber caminado la vida”. “La mitad de nosotros estamos en la vejez. Como los viejos Simeón y Ana, cuya sabiduría les permitió reconocer a Jesús, donémosles esa sabiduría a los jóvenes, como el buen vino, que con los años se vuelve mejor. Démosles a los jóvenes la sabiduría de la vida”. “La juventud es una de las dos cosas que tiene un pueblo y que aseguran su futuro, la otra columna son los viejos. El futuro de un pueblo está en los jóvenes y en los viejos”, expresó el Santo Padre.
“Los jóvenes son los que llevan la patria adelante y los viejos son los que le dan la memoria, la sabiduría para que ellos sigan adelante”, continuó Francisco, en un tono de voz cálido. El Sumo Pontífice apuntó contra “este sistema injusto donde el dinero está en el centro”.
Y manifestó: “Estamos viviendo en una cultura del descarte, donde se descarta a los viejos y se descarta a los jóvenes”.
El Papa Francisco también ha condenado el abandono que sufren miles de personas adultas mayores, calificándolo de “eutanasia social”.
Ante 40 mil adultos mayores de todo el mundo, en septiembre de 2014, resaltó la importancia de ellos en la sociedad y que las residencias a las que los confinan para pasar sus últimos días, no pueden convertirse en “prisiones” donde los intereses empresariales dejan los cuidados en un segundo plano.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen 600 millones de personas mayores de 60 años en el mundo actualmente y se espera que en 2050 haya 2.000 millones.
“La violencia contra los ancianos es tan inhumana como contra los niños”, dijo Francisco durante el evento.
Cabe recordar que desde su elección como papa, Francisco ha demandado respeto por los adultos mayores, quienes son trasmisores de experiencia y conocimiento.
“Cuántas veces se desecha a los ancianos, que son víctimas de un abandono que es equivalente a una eutanasia oculta. Este es el resultado de una cultura que usa y tira, la que está perjudicando tanto nuestro mundo”.
Fuente: El Telégrafo/Palabra Mayor - 4/7/2015.
http://www.telegrafo.com.ec/palabra-mayor/item/los-sacerdotes-mayores-ensenaron-a-sus-fieles-a-pescar.html