Profesionales destacan la importancia del trabajo de un equipo interdisciplinario en las residencias para personas adultas mayores, la capacitación del personal en educación sexual, el respeto a la intimidad -por ejemplo, golpear la puerta antes de entrar a la habitación- y conversar en forma individual o en talleres sobre distintos temas.
Por Natalia Muñiz
Diario Popular, 25 de junio de 2017.
Especialistas coinciden que la capacitación del personal de las residencias geriátricas en educación sexual es clave, dado los prejuicios que aún circulan, las actitudes paternalistas, el respeto a la intimidad de las personas adultas mayores y para promover la socialización.
Consultada por el tema, la vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría (SAGG), Margarita Murgieri, destacó que la sexualidad es “un componente importante de la calidad de vida de la persona mayor; es inseparable de nuestra condición humana, más allá de la función reproductiva, y no se pierde con los años”.
“Tradicionalmente se ha considerado que el sexo y la sexualidad son condiciones relacionadas con la juventud, el poder, la capacidad en general, y se ha visto a la persona mayor como ‘asexuada”, señaló.
La profesional indicó que existen factores biológicos, psiquiátricos, psicológicos y sociales de “gran influencia”. Entre los primeros señaló que se encuentran “enfermedades que producen disnea -falta de aire-, prostáticas, neurológicas, osteoarticulares que pueden disminuir la función sexual”.
Agregó que “también lo hacen las enfermedades psiquiátricas como la depresión, la ansiedad y aquellas que deterioran la imagen física”.
Asimismo destacó que “lamentablemente hay personas mayores polimedicadas y muchos fármacos de consumo habitual pueden afectar la función sexual”.
Entre los factores sociales están “los mitos y prejuicios presentes en la sociedad”, indicó. Y acerca de los factores psicológicos explicó que las personas mayores “están muchas veces afectadas por temores, disminución de la autoestima por la visión del propio cuerpo y la interpretación de los cambios fisiológicos”.
En lo que refiere a la sexualidad en residencias geriátricas, Murgieri remarcó que “a veces las personas se sienten más libres de las miradas de los hijos e hijas que se niegan a que su madre o padre reinicie su actividad sexual cuando han quedado viudos”.
También advirtió que “en otras ocasiones son los dueños de las residencias geriátricas quienes separan las instalaciones por sexo y no destinan alguna habitación para parejas”.
Sin embargo, la profesional manifestó que “hay una nueva corriente gerontológica a favor de la autonomía y dignidad de las personas mayores que centra la atención en las preferencias, la voluntad y los proyectos de las personas”.
Y concluyó que “es necesario capacitar al personal de las residencias sobre sexualidad, el respeto por la intimidad, aprender a no ejercer actitudes paternalistas, estimular el arreglo personal y la socialización, responder de manera profesional y poder conversar en forma individual o en talleres sobre distintos temas, incluso sobre la prevención de enfermedades de transmisión sexual”.
Educación sexual
Por su parte, la presidenta de la Federación Sexológica Argentina (FESEA) y gerontóloga Gloria Loresi Imaz sostuvo que “los mitos y prejuicios contra la sexualidad de las personas mayores aún circulan socialmente”.
Señaló que en algunas residencias geriátricas “separan en un piso a los varones y a las mujeres en otro, incluso habiendo matrimonios”.
Loresi Imaz indicó que “tres cosas importantes en un geriátrico son: un equipo interdisciplinario y el fortalecimiento del mismo; la promoción de proyectos -por ejemplo, taller literario, de jardinería, gimnasia- donde se respete las individualidades de cada residente; y la capacitación del personal”.
Respecto al último punto, remarcó que “hay que incluir talleres de educación sexual, manifestar la importancia de preservar la intimidad de los residentes, tener respeto. Por ejemplo, si una persona necesita ser higienizada que cierren la puerta de la habitación, decirle ‘ahora te voy a bañar’, hablarle”.
Acerca de cuando ingresa un matrimonio a una residencia, la profesional destacó que “hay que preguntarles” como quieren estar. Contó que en una oportunidad, en una residencia “había un matrimonio, primero ingresó la mujer y luego el hombre, y cuando les preguntaba si querían estar juntos, conseguir una habitación para los dos, contestaban que ‘no, así (en habitaciones separadas) estaban bien”. Sin embargo comentó que también conoció a “un matrimonio que quería estar todo el día junto, tomados de la mano”.
En este sentido agregó que “hay que escuchar a las parejas, si dicen ‘yo quiero dormir junto a él o ella’ hay que tenerlo en cuenta”.
La especialista destacó que dentro de las residencias muchas veces “se da el enamoramiento, el querer estar junto a otra persona, el estar de la mano y hay que barrer con los mitos y prejuicios”.
Por su parte, el psicólogo especialista en adultos mayores Miguel Angel Ferrarese señaló que “hay que trabajar con el personal y en torno a la persona residente”. Y manifestó la importancia de un equipo interdisciplinario “para saber cómo actuar ante ciertas situaciones, que no surjan prejuicios y charlar los temas”.
Casamientos
En tanto, la gerente de Servicios Sociales del Centro de Excelencia para Adultos Mayores y Rehabilitación “Hirsch”, Mercedes Olmedo, afirmó que “el prejuicio más grande” en torno a la vejez “tiene que ver con el tema de sexualidad”.
“La sexualidad es un concepto amplio, se la tiene desde muchos aspectos. Por ejemplo, el querer estar junto a otra persona, recibir una caricia”, señaló.
Asimismo la profesional contó que hace años fueron “testigos de parejas que se formaron” y en dos oportunidades “se casaron e hicieron la ceremonia” en la institución.
En tanto señaló que “la convivencia se da cuando son pareja, matrimonio, o se conocen y se casan acá” y agregó que en algunos casos “deciden no compartir una habitación pero sí otros espacios, destinan sus tiempos para compartir en común acuerdo”.
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