Es indispensable propiciar conductas diferentes hacia las personas mayores, que no las expongan al maltrato.
Si en un ámbito de la vida el envejecimiento demográfico que experimenta Cuba hoy –con un 19,8 % de su población con 60 años y más– supone retos, es justamente el social, en tanto el individuo, la familia y la sociedad no están del todo preparados para comprender el fenómeno, pues no existen recursos materiales o redes de apoyo suficientes para satisfacer las demandas que requiere esta etapa de la vida.
«En estudios realizados acerca del envejecimiento en el mundo aparece un factor de riesgo muy importante en estos grupos etarios, y nuestro país no escapa de ese flagelo, asociado a la violencia. Nos referimos al maltrato y sus manifestaciones», apuntó a Granma Minsú Sotomayor Álvarez, máster en Salud Pública y Envejecimiento e investigadora del Centro de Investigaciones sobre el Envejecimiento, Longevidad y Salud del Adulto Mayor de Cuba (Cited).
Para la entrevistada, se considera maltrato toda acción, intencionada o no, que produzca daño desde el punto de vista biológico, sicológico, social, financiero, material; así como las conductas negligentes, ya sean de forma transitoria o permanente. «Se produce en el seno de cualquier relación donde exista una expectativa de confianza y las formas más usuales en las que se presenta son el maltrato físico, sicológico, económico o la negligencia o abandono.
«Constituye un problema poco reconocido por el equipo de salud, si bien se presenta cotidianamente en la consulta geriátrica. Debe ser identificado para su oportuna intervención, pues tiene solución desde la óptica integral», explicó la investigadora.
Sobre los referentes de este fenómeno en los adultos y adultas mayores en Cuba, Sotomayor Álvarez comentó un reciente estudio realizado por la especialista a pacientes ingresados en las salas de hospitalización del Cited, que tuvo como tema el Maltrato en personas mayores dependientes.
Los resultados, subrayó, identificaron como formas de maltrato la negligencia, el maltrato sicológico y en menor cuantía el financiero. No se encontraron otras formas en la muestra, mencionó la entrevistada, refiriéndose al físico específicamente; si bien ello no significa que no ocurra. Pero como tendencia, el estudio demuestra que no es el más frecuente en nuestra población.
Sin embargo, existe desconocimiento por parte de los cuidadores de los pacientes dependientes acerca del abuso al mayor, y también de las redes de apoyo. «Las mujeres de 80 y más años fueron las más maltratadas; y a medida que aumentó el grado de dependencia, aumentó el maltrato: la negligencia y el sicológico», reflejó el estudio.
Además, independientemente del grado de armonía o disarmonía en las relaciones familiares, se presentó este fenómeno, y se hallaron niveles de carga en los cuidadores, dijo la especialista.
Caracterización de la violencia
Dentro de las manifestaciones de violencia y maltrato encontradas, la investigadora mencionó las amenazas de castigo o de llevarlo a una institución en contra de su voluntad; el ignorarlo/a, confinarlo/a de forma injustificada a una cama o butaca, aislarlo/a socialmente, no responder a sus inquietudes, utilizar la palabra viejo/a en forma despectiva para referirse a ellos, infantilizarlos, sobreprotegerlos o despersonalizarlos.
Asimismo, los adultos mayores investigados acusaron otros elementos como el no cederles el puesto en el ómnibus ni ayudarles a cruzar la calle, excluirles, no tener en cuenta sus gustos en los programas televisivos, la utilización indebida de su pensión, el obligarles a firmar documentos sin su consentimiento, por no estar capacitados mentalmente para hacerlo o bajo engaño estando capacitados.
El hecho de proporcionarle una atención subóptima en su propio domicilio, la pérdida de peso no intencionada o justificada por patologías, la deshidratación, falta de higiene; visión o audición deficiente sin corrección, la agudización de patologías crónicas por retiro de medicamentos necesarios sin consulta previa, lo cual provoca dolor físico; la vestimenta descuidada, sucia, inapropiada para la época del año; la falta o mal estado de conservación de las prótesis (andadores, anteojos, audífonos, dentaduras, etc.); la búsqueda o cambio permanente de profesionales y/o centros de atención médica, y las lesiones poco comunes en diferentes partes del cuerpo son otras de las manifestaciones identificadas.
La carga de los cuidadores y el desconocimiento de cómo manejar el estrés puede ser, a juicio de la especialista, uno de los principales factores desencadenantes de situaciones de violencia.
«Para lograr una dinámica adecuada con el adulto mayor dependiente, es válido aprovechar, siempre que sea posible, su integración con el medio que les rodea en el barrio, los conocidos, amigos y visitar lugares que propicien entretenimiento», señaló Sotomayor Álvarez.
Permitirle participar en actividades con el resto de su familia, siempre que sea apropiado, propiciar caminatas y otras actividades físicas, que ayudan a relacionarlo con otras personas, es esencial, dijo.
«Debe recordarse que muchas veces se trata de un enfermo y ello en ocasiones no permite una comprensión adecuada de la tarea. Lo importante es sacarlo de la casa y no llevarlo a lugares peligrosos donde haya mucho ruido o público numeroso. Es conveniente participar en grupos de personas que tienen enfermos con igual patología, esto les va a permitir informarse, relajarse y tomar decisiones de conjunto».
La especialista recomendó, además, dirigirse a los Servicios Sociales de la comunidad para valorar si puede recibir algún apoyo a su necesidad.
De lo que se trata es de propiciar una mirada diferente hacia las personas mayores, reconociéndolas como parte de la sociedad que hoy disfrutamos. Reconocer e identificar cuándo estamos ante la violencia y el maltrato, es el primer paso. La dignidad, a fin de cuentas, no envejece.
Una alerta
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, las personas mayores que se ven como una carga para los demás pueden acabar pensando que su vida tiene menos valor y, como consecuencia de ello, son más proclives a la depresión y el aislamiento social. En un estudio realizado recientemente, se observó que el promedio de vida de las personas mayores encuestadas que tenían actitudes negativas con respecto al envejecimiento fue 7,5 años más corto que el de las que tenían actitudes positivas.
Algunos indicadores que pueden sugerir maltrato en los ancianos
- Dependencia importante para las actividades de la vida diaria.
- Historia familiar de violencia.
- Sobrecarga del familiar cuidador.
- Cambios bruscos en la dinámica familiar.
- Explicaciones contradictorias entre el anciano y la familia.
- Historia familiar de alcoholismo y enfermedad mental.
- Vivienda pequeña en pésimas condiciones higiénicas.
- Anciano que es cuidado por persona no familiar, solo porque recibe los beneficios del mismo.
- El anciano se niega a explicar sus problemas delante del familiar.
- Actitud de indiferencia ante el anciano o hacer críticas o burlas del mismo.
- Alteraciones emocionales en el anciano.
¿Cómo evitar el maltrato al comunicarse?
- Hablar a la persona mirándole a los ojos.
- Sentarse en frente o al lado.
- Utilizar el contacto físico.
- Escuchar con atención.
- No juzgar. No dar consejos continuamente.
- Buscar temas de conversación: sobre su pasado, viendo fotos, periódicos antiguos, libros con ilustraciones.
- Ponerse siempre en el lugar del otro.
- Aceptar el «no» por respuesta.
- Dar tiempo para responder.
- Intentar decir las cosas en el momento oportuno.
- Hablar claro y despacio. No cambiar de tema rápidamente.
- No hablar demasiado alto.
- Hacer preguntas sencillas.
- Es preferible decir «lo que debe hacer» que «lo que no debe hacer».
- No perder la calma.
- Dar oportunidad a las respuestas.
- Sonreír.
Lisandra Fariñas Acosta
Granma, 12 de febrero de 2018
http://www.granma.cu/todo-salud/2018-02-12/la-dignidad-no-envejece-12-02-2018-00-02-41