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Abuelas en rebeldía

Lunes, 11 de Marzo de 2019
Envejecimiento y vejez

Cada vez más abuelas en Chile comienzan a dejar de lado uno de sus roles más tradicionales: cuidar a los nietos. Ahora ellas dicen no, porque ya criaron a sus propios hijos, porque quieren hacer deporte, porque siguen trabajando, porque les gusta viajar y, por último, porque quieren seguir haciendo su vida.

-Yo no crié a ninguno de mis cinco nietos -dice Iris Ulloa, 79 años. Camina por una plaza de Recoleta, polera fucsia, labios pintados de rojo, ojos sutilmente delineados, pocas pestañas y sombrero de rafia en la mano. Llegó en micro desde su casa, donde prepara, como todos los años en esta fecha, su próxima venta de uniformes escolares en el persa de Zapadores.

Hace muchos años que vende en esa feria. Comenzó a hacerlo para tener un ingreso que se complementara con su trabajo como fotógrafa, el oficio que le gustaba y al que se dedicó por casi 40 años.

Cuando nació su primer nieto, Iris tenía 55 años, se acababa de separar de su marido, fotógrafo también, y vivía en su casa con sus tres hijos y su nuera.

-Mi nuera y mi hijo me han dicho que ellos pensaban que yo les iba a criar a los niños, creían que era obvio, pero yo salía a trabajar todos los días, y seguí haciendo mi vida -explica.

Se pasaba el día trabajando como fotógrafa en matrimonios, bautizos, celebraciones escolares y fiestas. Los sábados iba, además, a vender a la feria delantales que ella misma confeccionaba.

-Mi nuera no sabía qué hacer. Llevó a mi nieto a la sala cuna de su trabajo, tuvo que arreglárselas. Era sacrificado, porque ellos no tenían auto todavía y todos los días debían ir con la guagua en la micro.

Iris tenía sus prioridades claras: juntar la plata para quedarse con la casa y pagarle la mitad que correspondía a su exmarido, además de apoyar a su hijo menor, que estaba estudiando en la universidad.

-Entonces, cuando nació mi nieto, yo no me di ni por aludida que tenía que cuidarlo -dice.

Desde que dejó de trabajar como fotógrafa por problemas en la espalda, le sobra el tiempo. A veces, reconoce que se aburre sola en la casa, por lo que se metió a un taller de teatro y otro de gimnasia en la municipalidad. También armó un grupo literario con unas amigas, donde escribe y lee sus propios cuentos. Para este año tiene un nuevo proyecto: tomar exámenes libres y sacar el cuarto medio que en su juventud no alcanzó a terminar.

-A mis nietos los veo cuando yo quiero, a veces los voy a ver yo o ellos vienen cuando quieren verme a mí.

Daniela Thumala, psicóloga académica de la U. de Chile e investigadora de Gero Chile -un centro dedicado al estudio del envejecimiento-, explica que el rol tradicional de las abuelas -o sea, cuidar o criar a los nietos- hoy está cuestionado y es cada vez menos obvio.

-Hay algunas abuelas que nunca entraron en ese rol y siempre se definieron desde un lugar distinto al tradicional. No estamos hablando de mujeres que se desentiendan de la familia, sino que han establecido que su manera de ser abuela es otra. Hay muchas que están trabajando y ni siquiera han jubilado. Tácitamente establecen que la cosa va a ser distinta -dice Daniela Thumala.

Según la encuesta Calidad de Vida en la Vejez de la UC y Caja Los Andes, el número de adultos mayores que tienen nietos y que están a cargo de ellos todos los días o varios días a la semana ha disminuido de un 29,3 por ciento en 2013, a un 23,8 por ciento en 2016.

Lo que más le gusta a Carmen Méndez, 66 años, pelo negro entremezclado con canas, anteojos, es viajar. En su departamento en La Florida, cuenta que hace casi 10 años viajó por primera vez fuera de Chile, a Argentina, y le quedó gustando. Lo hizo después de ahorrar parte del suelo que recibía como educadora Montessori en un jardín infantil particular. Partió como asistente y luego se especializó. Poco después del viaje nacieron sus nietas, hoy de 12 y 10 años.

-Pero yo seguí trabajando. Mi hija entendía que yo quería seguir haciendo cosas -dice Carmen.

Pero a los 56 años la echaron del jardín. La razón que le dieron, dice, fue porque estaba vieja.

-Que te echen por eso... me dio depresión, estuve bien mal un tiempo, porque yo tenía ganas de trabajar, y sobre todo, tenía ganas de recibir más plata para pasear y viajar.

Durante todo ese año decidió dedicarse a hacer aseo en casas particulares con una idea fija en la cabeza: juntar plata para viajar a Cuba. Meses después compró el pasaje junto a una amiga.

-Mis amigas se ríen de mí, pero yo lo siento: si tengo que trabajar lavando platos, voy a lavar platos para juntar plata y viajar. Me dicen que soy loca, pero yo les digo que la plata la tengo que sacar de alguna parte -explica Carmen.

Para buscar más opciones laborales, Carmen hizo un curso de cuidado de adultos mayores y estudió Auxiliar de Enfermería en la Universidad Mayor. Al poco tiempo ya trabajaba en eso, de lunes a sábado, de ocho a ocho. Con lo que juntó fue a Lima y a Machu Picchu con una amiga. Después, aunque no consiguió quién la acompañara, se fue a las Islas Galápagos, en Ecuador.

-Tengo unas amigas que las hijas se van a trabajar y les entregan a los nietos y tienen que hacerse cargo, y no pueden hacer nada más que eso. Yo estoy libre de eso; pucha, yo crié sola a dos hijas y tuve que sacarme la mugre, porque su papá nunca les dio nada. Ya hice mi trabajo y creo que lo hice bien -cuenta Carmen, quien dice tener una muy buena relación con sus nietas.

El año pasado dejó su empleo como cuidadora de adultos mayores porque estaba cansada. Durante el año vendió, como ya lo había hecho, enguindados y murtados que ella prepara, y también bordados. Además, se inscribió en un taller de cueca en la municipalidad. Allí conoció a su actual pololo, con quien lleva más de un año de relación. Ahora, dice, espera una respuesta para saber si quedó o no en un nuevo trabajo en una corporación de beneficencia como supervisora. ¿Y dónde quiere ir si consigue ese empleo? A Europa.

La psicóloga Daniela Thumala explica que, en parte, las abuelas están desligándose del papel de criar nietos, porque los roles están cambiando y se han abierto nuevas posibilidades.

-La vida ahora dura mucho más que antes; entonces, una mujer de 60 o 65 años tiene una proyección mucho más larga. No sé si hoy alguien se imagina "me voy a dedicar solo a cuidar a mis nietos durante los próximos 20 o 30 años" -dice.

Para Beatriz Fernández, socióloga, académica de la UC experta en envejecimiento, en la sociedad aún conviven distintos tipos de abuelas, aquellas que sí quieren cuidar a sus nietos y lo disfrutan, aquellas que por motivos socioeconómicos se ven obligadas a hacerlo y aquellas que se han empoderado y quieren desarrollar su propia vida, más que cuidar nietos.

-Estas últimas se ven cada vez con más frecuencia. Hoy, los adultos mayores tienen más niveles educativos que las generaciones más viejas, y son más conscientes de que para tener una buena calidad de vida necesitan cuidar de sí mismos. Saben que para mantenerse activos tienen que dedicarse a lo que quieren, pasarlo bien, disfrutar esta etapa de la vida después de tanto trabajar o criar hijos. Ha habido un cambio cultural en los adultos mayores, aunque el resto de la sociedad todavía tiene esta mirada negativa de la vejez -dice Beatriz Fernández.

Freida Zvaighaft, 69 años, está en su casa en Ñuñoa, donde exhibe varias esculturas y platos pintados por ella. Antes trabajó como secretaria ejecutiva en varios bancos, y desde hace un tiempo se dedica a diferentes manualidades. Pero cuenta que lo que ha mantenido inalterable durante toda su vida es el deporte.

Cada día se levanta a las 6:15 de la mañana para ir al Estadio Nacional a hacer acondicionamiento físico. Antes solía trotar varias vueltas a la cancha, pero hace seis años, después de una fractura, decidió cambiarlo por el acondicionamiento.

Sus nietos hoy tienen 21 y 16 años. Dice que cuando eran chicos, ella ayudó a su hijos y a su nuera, pero nunca dejó de trotar ni de hacer sus cosas. Tenía una nana en su casa que la ayudaba cuando venían los nietos.

-Es muy distinto a como era antes: yo le dejaba mis hijos a mi mamá y ella no hacía nada más que cuidarlos. En mi caso, si no podía cuidar a mis nietos, mi hijo se organizaba y yo los cuidaba dentro de lo que podía. No fue como atarme a ellos. Nunca dejé de hacer deporte, me juntaba con mis amigas, íbamos a Viña, porque para mí es importante tener mi libertad -dice Freida, quien viene llegando de Maitencillo, donde fue con un grupo de amigas del colegio. En marzo partirá con su marido a Iquique a celebrar 48 años de matrimonio.

La socióloga Beatriz Fernández explica que en Europa, por ejemplo, el cuidado infantil se traspasó del interior del hogar a las salas cuna.

-Uno ve a muchas personas mayores europeas viajando. Ese es el prototipo de la vejez allá. Es difícil que un alemán te diga que va a cuidar a sus nietos. Acá hay un tema distinto, en términos de que Latinoamérica es un continente familístico. Pero es un contrasentido, porque efectivamente los adultos mayores están empoderándose y haciendo las cosas que quieren hacer, aunque todavía está súper indicado que la familia es el lugar del cuidado -dice.

En Independencia, Consuelo Echeverría, 71 años, jubilada, abuela de tres nietas, dice que no crió a ninguna, ni menos intentó meterse.

-Como la abuelita que cría nietos, no, porque no tuve los tiempos y tampoco me acostumbré al hecho de hacerme responsable de las niñas y sentirme obligada. La verdad es que yo las quiero mucho, pero creo que la responsabilidad, por lo menos a mí me enseñaron, es de los padres. De hecho, mi madre trabajaba. Cuando yo tuve a mi hijo, ella no se quedaba con él. Y si yo salía con amigas el fin de semana, tenía que ir con mi hijo -recuerda Consuelo.

Durante más de 30 años, trabajó haciendo cotizaciones y liquidaciones de pensiones en una empresa particular. Cuando nacieron sus nietas estaba, además, inscrita en el coro de la institución y viajaba por el país cantando. En las tardes, después del trabajo, tenía ensayo de coro o practicaba gimnasia acuática.

-Yo quería mantener la independencia económica que siempre tuve. Por eso, en la semana no tenía tiempo, el sábado me dedicaba a limpiar y el domingo salía con mis nietas a pasear al zoológico, al cerro -dice. Hoy, Consuelo vive en su casa junto a una de sus nietas que estudia en la universidad. Desde que jubiló hace más de siete años, está dedicada al yoga y se ha especializado en masajes descontracturantes en un taller de la municipalidad.

La socióloga Beatriz Fernández explica que esta idea de que la abuela debería cuidar a los nietos refleja desigualdades de género que persisten hasta hoy.

-Todavía está fuertemente el discurso de que la mujer es la que tiene que cuidar, ya sea la mujer mamá o la mujer abuela. Yo creo que hay una resistencia bien importante desde un punto de vista cultural de machismo imperante -aclara.

por Antonia Domeyko
Reportaje El Mercurio
Economía y Negocios Online – 02/03/2019.
http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=550414