ITACOM-Noticias
04.04.2006
Paraguay, tal vez más que ningún otro paÃs latinoamericano, está ante una posibilidad histórica de convertirse en un paÃs desarrollado en las próximas décadas, por increÃble que les parezca a muchos. Esto es debido a que está entrando en una etapa única e irrepetible que los especialistas conocen como "dividendo" o "bono" demográfico. En esta serie iremos explicando en qué consiste, pero, a la vez, advirtiendo que esta oportunidad puede ser fácil y trágicamente desaprovechada.
Hay un perÃodo particular en la evolución demográfica de los paÃses en que, por efecto a largo plazo de la reducción de las tasas de natalidad y mortalidad, hay muchas más personas que producen que personas que solo consumen. A este fenómeno se lo denomina "dividendo demográfico", ocurre una sola vez, dura cuatro o cinco décadas y es particularmente favorable para el alto crecimiento económico. De hecho, fue en esta etapa cuando la mayorÃa de los paÃses industrializados logró el desarrollo a lo largo de los siglos 19 y 20, y acaso sea el factor más importante para explicar el rápido crecimiento de los paÃses asiáticos en años recientes, incluida muy especialmente la República Popular China.
El Paraguay está entrando en su perÃodo de dividendo demográfico en este preciso momento, y lo está haciendo después que la mayorÃa de los paÃses de la región, que por lo general ya han perdido gran parte de su oportunidad debido, entre otras causas, a la crisis de la deuda en los años ochenta y a los descalabros hiperinflacionarios posteriores, que requirieron fuertes e inevitables medidas de ajuste.
La población paraguaya tenÃa hasta no hace mucho la tÃpica forma de pirámide de muchos paÃses en desarrollo, es decir, un gran número de niños en la base y, de ahà hacia arriba, una importante cantidad de adolescentes, bastantes jóvenes, menos adultos y muy pocos ancianos en la cumbre.
Eso está cambiando rápidamente. Como se observa en los cuadros que publicamos en esta página, la pirámide tiende a convertirse en una especie de botella, con proporcionalmente menos niños pequeños o en su primera adolescencia, una alta y creciente cantidad de jóvenes y adultos, y un porcentaje mayor que antes, pero todavÃa reducido, de personas de edad y ancianos.
La consecuencia es que la población en edad de trabajar (de 15 a 64 años) comienza a ser proporcionalmente mucho mayor que la población tÃpicamente pasiva, compuesta por niños (0 a 14 años) y personas mayores de 65 años.
Según los datos corregidos y proyectados de la Dirección General de EstadÃstica, Encuestas y Censo, en 1950 el 47 por ciento de la población paraguaya tenÃa menos de 15 años y el 1,69 por ciento, más de 65. Es decir, solamente la mitad de los habitantes estaba en edad de trabajar y mantener a la otra mitad.
Esta relación se mantuvo con variaciones poco significativas hasta la década del noventa, cuando comenzó a cambiar progresivamente. Para el año 2000, ya el 57 de la población estaba en edad de trabajar y, según las proyecciones, en 2010 se habrá pasado la barrera del 60 por ciento.
Significa que en ese momento ya habrá aproximadamente dos personas productivas por cada persona dependiente, y la tendencia continuará acentuándose hasta la década del 2050, para comenzar luego a revertirse, por el paulatino envejecimiento de la población.
Este es un momento histórico único e irrepetible, que presenta a nuestro paÃs la posibilidad de dar un gran salto en materia de crecimiento económico y desarrollo. Pero para ello es preciso poner en práctica polÃticas apropiadas para aprovechar el potencial de esa fuerza de trabajo disponible. De lo contrario, todo esto quedará en la nada.
Para empezar, hay que tener en cuenta que las naciones desarrolladas están en un proceso exactamente inverso, con muy bajas tasas de fecundidad y altos porcentajes de población retirada del mercado laboral, debido a lo cual cada vez habrá mayor demanda de la mano de obra excedente en paÃses como el nuestro, que migrará buscando en Europa o Estados Unidos las oportunidades que no encuentra en su propia tierra.
Es fácil comprobar a simple vista que esto último ya está ocurriendo. Basta escuchar testimonios y observar las largas filas de personas jóvenes, fuertes, emprendedoras que buscan un pasaporte para emigrar a España o a cualquier otro destino donde labrarse un futuro mejor para sà y sus familias.
La migración es una de las grandes variables a considerar. Otras son el modelo económico, la generación de empleo, la reforma laboral, la calificación de los recursos humanos.
Fuente: Diario ABC color