Adriana Fassio(*). Universidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Económicas. Instituto de Investigaciones Administrativas. Centro de Estudios Organizacionales. Buenos Aires 2001.
(*) Socióloga, investigadora del Centro de Estudios Organizacionales de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires., docente de PYMES, Doctorado y Masters. Ha investigado el tema de pobreza y ancianidad en el Centro de Estudios de la Pobreza en Argentina, CEPA.. Ha participado en congresos y jornadas de su especialidad, en Argentina y Latinoamérica.
PRESENTACIÓN del TRABAJO:
La temática de las organizaciones de mayores y sus características es una cuestión importante para la sociedad, que ha sido poco estudiada hasta el momento.
Adriana Fassio, la autora del presente trabajo de investigación, confirma esta carencia y su trabajo se constituye en un aporte importante para conocer más profundamente un fenómeno que en la actualidad (julio 2002) nuclea a más de cuatro mil organizaciones de mayores en toda Argentina, de acuerdo a estimaciones realizadas por el CENOC.
La investigación se realiza en la ciudad de Buenos Aires, donde sobre 874 organizaciones de personas de edad, OPEs , se entrevistan ocho en profundidad de acuerdo a los cuestionarios que figuran en el anexo de este trabajo.
Cabe plantearse si podemos comparar la descripción institucional, sus fines y valores con otras organizaciones similares en el resto del país y Latinoamérica. Estimamos que la respuesta será positiva en cuanto a la preocupación común en la defensa de sus intereses y su inclusión social. En cuanto a las particularidades seguramente estarán referidas al espacio geográfico, su origen y las relaciones que van tejiendo con organizaciones similares.
El trabajo despierta sin duda, inquietudes y cuestionamientos; los mismos, así como comentarios y opiniones serán muy bien recibidos, tanto por la RLG como por la autora.
INTRODUCCION
"No necesito deciros que considero fastidiosas estas obras apologéticas. Tanto más enojosas cuanto más la vejez se ha convertido, como decía , en un grande e irresuelto, dificil de resolver, problema social, no sólo porque haya aumentado el número de viejos , sino también porque ha aumentado el número de años que se viven de viejo. Más viejos y más años de duración de la vejez: multiplicad un número por otro y obtendréis la cifra que revela la excepcional gravedad del problema"
(Bobbio, 1997:34).
Las décadas de transición democrática implicaron un desarrollo sin precedentes de las organizaciones de la sociedad civil (OSC), como alternativas -con un alto grado de heterogeneidad- de participación ciudadana en lo que denominamos el Tercer Sector. Entre ellas, se destaca la emergencia de las conformadas por personas de edad (que denominaremos a partir de este momento OPE, Organizaciones de Personas de Edad), cuya existencia en nuestro país se remonta a los años '50, pero cuyo número creció visiblemente a partir de la década de la recuperación de la democracia en los'80.
La pregunta que guía el desarrollo del presente trabajo inquiere sobre el tipo de participación de las personas de edad en estas organizaciones y la calidad de la misma en el espacio geográfico de la Ciudad de Buenos Aires. Partimos para ello del supuesto de un contexto social contradictorio: las personas de edad son estigmatizadas a partir de fuertes mitos y prejuicios sociales que las visualizan como sin capacidades y desenganchadas de la sociedad, por un lado y con capacidad de ocio creativo, actividad y creatividad por el otro (Moragas, 1991; Salvarezza, 1988 ; Yuni, 2000). En este sentido la edad no se constituye en la única dimensión a tener en cuenta para identificar al conjunto de adultos mayores, sino que la vejez es un concepto que se construye socialmente (Oddone, 1995 ; Yuni, 2000) y se manifiesta en nuestras sociedades en el esfuerzo de los viejos por dar nuevos sentidos al concepto de vejez. Las OPE se constituyen en espacios de práctica social, por lo tanto práctica política, en los que se constituyen los sujetos sociales, en este caso, los viejos.
Estos espacios de participación autogestivos tendrían diversas significaciones, por un lado, serían canales de construcción de ciudadanía de las personas de edad y por el otro, conformarían "lugares" (Augé, 1998) solidarios a partir de estrategias organizacionales entre pares. En respuesta al desafío que implican los prejuicios acerca de la vejez, como tiempo de pasividad y desapego de la sociedad, estos espacios con identidad, con historia y donde existen posibilidades relacionales, constituyen un intento de optimizar las condiciones de vida de los mayores y de vigorizar la capacidad autogestionaria y de lucha por los derechos de este grupo etario (Bidegain, Fassio, Golpe, 1999). En estos "lugares" las personas de edad transitarían, en diferentes grados, el camino de la participación comunitaria, edificando una renovada identidad en el espacio social, definiendo los problemas a enfrentar y diseñando las respuestas a los mismos. Esta participación además implica saldar necesidades vacantes que no son satisfechas ni desde el quehacer público ni desde el privado.
Las hipótesis principales del trabajo son 1) las OPE son una tentativa de respuesta a nuevos modos de exclusión que tienen que ver con el reconocimiento de identidades plurales, tales como el colectivo de las personas de edad (Duschantzky, 2000:21) y 2) las OPE, aunque potencialmente nichos de inclusión de la población mayor presentan vulnerabilidades comunes al universos de organizaciones sin fines de lucro.
En lo que respecta a los aspectos metodológicos, la investigación se realizó en tres etapas complementarias y sucesivas. En la primera se intentó un abordaje cuantitativo. Para ello se construyó una base de datos consolidada (Centro Nacional de Organizaciones de la Comunidad – CENOC y del Registro de Organizaciones de la Comunidad – ROAC) a fin de identificar el universo de Centros de Jubilados/ Asociaciones de la Tercera Edad existentes en el área geográfica de la Ciudad de Buenos Aires. A partir del análisis de algunos de los campos de esta base, tales como el nombre de las organizaciones, su ubicación geográfica, el tema y las actividades que realizan, la existencia de personería jurídica, autoridades, etc. se conformó una tipología tentativa de OPE.
El segundo paso consistió en el armado de una muestra teórica de organizaciones que cumplieran tres requisitos básicos: que cubrieran cada una de las categorías de la tipología tentativa, que tuvieran por lo menos cinco años de existencia y que estuvieran funcionando en la actualidad. En cada una de las organizaciones (ocho organizaciones) se llevaron a cabo por lo menos dos entrevistas grabadas de aproximadamente una hora y media cada una (una a una autoridad en ejercicio en la institución y otra a un socio de la misma que no ocupa en la actualidad cargos directivos), así como una observación pautada del espacio físico, interacciones, y artefactos culturales institucionales. (Ver guía de entrevista/ observación en Anexo). También se hizo un análisis de las publicaciones, documentación, actas y folletos que las OPE entrevistadas nos facilitaron.
Además se realizaron entrevistas que fueron grabadas a informantes clave, tanto profesionales, que en su historia laboral tuvieron un contacto muy estrecho con la creación y promoción de las OPE, como a responsables políticos de la Dirección de la Tercera Edad y del Registro de Organizaciones de la Comunidad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y representantes de la Mesa Coordinadora de Jubilados y Pensionados de la República Argentina, organización que lidera la lucha por los derechos de las personas de edad.
Finalmente se realizó una sistematización e interpretación de la información a fin de detectar similitudes y diferencias entre las organizaciones estudiadas. Se privilegió la interpretación de los datos desde la triangulación metodólogica y conceptual (cruzando la información a partir de las miradas de los distintos actores por un lado y desde distintos abordajes teórico/ conceptuales, por el otro).
Se organizó el trabajo en cuatro secciones. En la primera se desarrollan algunos conceptos claves imprescindibles para el abordaje de la participación de las personas de edad en las OPE. En la segunda se hace una breve caracterización de la población de edad en la Ciudad de Buenos Aires y se analiza el universo de las OPE a partir de datos secundarios. En la tercera se avanza en un análisis organizacional de las OPE, desde distintas corrientes teóricas, a partir de algunas dimensiones relevantes focalizadas en el estudio de casos. Por último, en la cuarta, se presentan algunas conclusiones y se plantean nuevos interrogantes para desarrollar en trabajos futuros.
1. LAS ORGANIZACIONES DE PERSONAS DE EDAD COMO RESPUESTA AL EDAÍSMO CONTEMPORÁNEO
1.1.La sociedad civil y su evolución reciente
Los análisis respecto de la conformación de la sociedad civil en estos años se enuncian desde los siguientes paradigmas polarizados:
- La sociedad civil en contraposición al Estado autoritario y a la sociedad del mercado versus repolitización de la sociedad civil independizada del Estado.
- La libertad del ciudadano basada en la libertad del mercado (vida social despolitizada) versus defensa de las diversas formas de organización social y de las identidades colectivas amenazadas por las reglas de juego del mercado (sin embargo la organización comunitaria no siempre está exenta de contener relaciones clientelares y/ autoritarias, por un lado y que los agentes sociales inmersos en estos procesos se debaten en múltiples pertenencias y lealtades, por el otro).
La pregunta eje que enuncian Cardarelli y Rosenfeld, (2000:25), a partir de lo enunciado precedentemente inquiere sobre el grado de autonomía que han tenido las organizaciones al plantear su necesidades y derechos en un marco despolitizado y cómo estos procesos aportaron a la construcción de una sociedad civil independiente del Estado y crítica en la defensa de sus identidades colectivas.
En escasos ejemplos la movilización social se constituye en el eje de la participación y es escaso el grado de democratización de los procesos de selección de las personas que se constituyen en representantes o autoridades de estas organizaciones.
La construcción de una "ciudadanía plena" queda reducida a expectativas recortadas.
En este sentido el Estado actuó como promotor de la aparición de las OPEs (los centros de jubilados, especialmente desde la obra social de los jubilados el INSSJyP y también desde distintos organismos de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y luego del Gobierno de la Ciudad). Se impulsó la formación de OPEs como mecanismos de "fortalecimiento de la sociedad civil" en abstracto, considerando en segundo lugar el eje de la real integración social y no de la exclusión de los mayores.
1.2.¿ Es la inserción social de las personas de edad un problema social?
Los problemas sociales (Suárez, 1989) varían a través del tiempo y se van modificando en la medida en que crece o decrece la conciencia colectiva sobre ellos. Pero como las sociedades no tiene recursos para hacer frente a todos los problemas planteados por sus miembros, se dará lugar a aquellos que son explicitados por personas o grupos de personas que, ubicados en lugares estratégicos de la sociedad presionan para que estos problemas sean incluidos en el listado de problemas socialmente vigentes.
Estas "cuestiones socialmente problematizadas" presentan un ciclo vital que comprende los siguientes pasos:
a) una redefinición de la situación. Las situaciones percibidas como aisladas son redefinidas como problemas colectivos y compartidos.
b) el descontento se focaliza en algunos puntos salientes del problema y se empiezan a enunciar las soluciones en esa dirección
c) se logra atraer la atención pública sobre estas cuestiones, especialmente a través de los medios masivos,
d) se forman grupos de presión que se estructuran y organizan para superar la indiferencia y en muchos casos se convierten en movimientos sociales.
En síntesis, el envejecimiento poblacional (aumento de la cantidad relativa de personas mayores respecto de la población en su conjunto) trae aparejadas importantes consecuencias en los diversos sectores de la sociedad: economía, educación, salud, trabajo, sistema previsional, ocupación del tiempo libre, etc.
La integración social de las personas de edad se constituye en un problema social en la medida en que, separados del mundo del trabajo, la inserción queda limitada al espacio privado: las redes familiares y los amigos, que no siempre satisfacen sus expectativas. Edad del rol sin rol, de la identificación social a partir del rol familiar: abuelos.
La exclusión de las personas de edad merece entonces enunciarse como un problema social de ciudadanía: el déficit en los derechos de un grupo determinado en un contexto democrático.
1.3. Participación comunitaria y construcción de la ciudadanía. Estrategias contra el edaísmo contemporáneo
Marshall (1996) afirma que la ciudadanía consiste en asegurar que cada cual sea tratado como un miembro pleno de una sociedad de iguales. La manera de asegurar esto es otorgar a las personas un número creciente de derechos de ciudadanía, que se hicieron efectivos en Inglaterra en tres siglos sucesivos: civiles, políticos y sociales. Con la expansión de los derechos de ciudadanía ocurre una inclusión de las clases de ciudadanos. (de blancos y protestantes, pasaron a negros, judíos, mujeres, trabajadores, etc.). El Estado de Bienestar liberal democrático era condición necesaria en la medida que debía asegurar que cada miembro de la sociedad se sienta un miembro pleno capaz de participar y disfrutar de la vida en común, a fin de que no hubiera personas marginadas por no poder ejercer alguno de estos derechos.
La visión del mundo que tenían los ciudadanos del Estado de Bienestar implicaba los siguientes supuestos (Offe, 1996):
- La gente vive en su mayoría en familia y deriva sus medios de subsistencia de un ingreso que comparten todos sus miembros. Las familias proveen una red de seguridad social "micro" para sus miembros, lo que contribuye a la viabilidad de un sistema de seguridad social "macro" (particularmente el caso de jubilaciones y pensiones).
- La mayoría de las familias tienen como sostén a un individuo que está permanentemente empleado.
- Un sistema de actores colectivos (trabajadores, empleadores, etc.) sirven para consolidar y definir amplias categorías sociales que ellos representan.
- El Estado de Bienestar es un macro mecanismo suplementario de la seguridad social que atiende todas las necesidades residuales que no están cubiertas por los sistemas medio y micro.
Pero la familia como institución, el mercado de trabajo, el sistema de intermediación de las negociaciones entre actores colectivos, la efectividad de la seguridad social y de la asistencia social en la cobertura de todas las personas y en las distintas situaciones de necesidad y riesgo han cambiado y hasta desaparecido en algunos casos y manifiestan contienen ampliamente percibidas.
En este contexto las nuevas propuestas del mundo desarrollado enfatizan los valores de la seguridad y de la autonomía, a partir de un concepto síntesis como es el de ciudadanía, que implica que el derecho es acompañado por un ingreso básico. La originalidad reside en la idea de que, a) la fundamentación del derecho a recibir un ingreso es la ciudadanía, b) el criterio de justicia es la cobertura de necesidades consideradas básicas, c) el valor clave no es la seguridad (absoluta) sino un nivel sustentable de riesgo y el mantenimiento de opciones autónomas de los ciudadanos sobre sus vidas, y d) la justificación moral de las demandas de beneficios, no es el "ingreso pagado" sino las "actividades útiles" que las personas realicen.
Los componentes de este ingreso básico universal serían:
- derecho a ingreso incondicional a niveles de subsistencia, financiado impositivamente y basado en la ciudadanía ;
- contribución al financiamiento de este ingreso básico de aquellos que participan en el mercado de trabajo remunerado y que en consecuencia no se benefician con el mismo;
- clara redistribución del ingreso;
- creación de nuevas formas de trabajo no salarial, fuera del trabajo formal. Esto implicaría no sólo llevar adelante tareas necesarias para la sociedad, sino que brindaría a las personas la posibilidad de desarrollar sus potencialidades útiles muchas veces subutilizadas en el empleo y durante el desempleo o luego durante el retiro laboral.
Esta alternativa de seguridad de ingreso básico disminuiría, por un lado, la condición de marginación de aquellos que están fuera del trabajo remunerado, definitiva o momentáneamente, en la medida en que estas personas participarían de actividades socialmente valoradas, y brindaría, por el otro, la posibilidad de mejorar las capacidades de los involucrados en estos procesos, incrementando la calidad y productividad el capital humano disponible.
Marshall (1949) conceptualizó la ciudadanía no sólo como conjunto de derechos y responsabilidades sino como identidad compartida que integraría a los distintos grupos excluidos de la sociedad, como la expresión de pertenencia a una comunidad política. Sin embargo no todos los grupos excluidos, si bien han alcanzado los derechos comunes, están totalmente incluidos como consecuencia de su identidad sociocultural, de su diferencia, de no pertenecer a la "cultura compartida". Kymlicka y Norman (1997) afirman que el concepto de ciudadanía debería reconocer estas "ciudadanías diferenciales" ya que los derechos de ciudadanía son definidos para y por hombres adultos blancos y no pueden dar respuesta a grupos minoritarios. El concepto de ciudadanía universal que trascienda las diferencias grupales sería injusto porque históricamente conduciría a la opresión de los grupos minoritarios, cuyos intereses serían callados por aquellos con mayor poder.
Los grupos culturalmente excluidos están en desventaja respecto al proceso político y tienen necesidades particulares que sólo se pueden satisfacer mediante políticas diferenciales.
Los críticos de este enfoque sostienen que el peligro de las ciudadanías diferenciadas es que las políticas de reivindicación llevarían a muchos dirigentes a profundizar su imagen de postergación a fin de que sirva de base para los reclamos de derechos especiales en lugar de trabajar por la superación de las desventajas.
Se distinguirían tres tipos de derechos diferenciales, que al ser reconocidos como tales implicarían el inicio del proceso de inclusión social:
- Derechos especiales de representación (en los que se incluyen los derechos de las personas de edad), pobres, homosexuales, etc. a partir de los cuales el reclamo de derechos toma forma de una demanda de representación especial en los procesos de decisión política del conjunto de la sociedad.
- Derechos de autogobierno (minorías nacionales, etnías), con la pretensión de transferencia de poder desde el gobierno central hacia sus propias comunidades.
- Derechos multiculturales: (minorías de inmigrantes) apuntan no al autogobierno sino a la integración en la sociedad global.
Estos enfoques teóricos del concepto de ciudadanía nos permiten repensar el rol social de las personas de edad, a partir de su participación en las Organizaciones de la Sociedad Civil en general y en las Organizaciones de Personas de Edad en particular. Participación que les asigna poder en la medida que dan respuesta a necesidades de pares, administrando y controlando proyectos sociales dirigidos a este u otros grupos etario y se convirtiéndose en interlocutores de organismos públicos. Desde nuestra perspectiva se vislumbra este proceso como una alternativa de inclusión a la "ciudadanía social", tradicionalmente garantizada, como hemos mencionado, a partir de la inserción en el mercado de trabajo, espacio del que los viejos están excluidos (Castel, 1997).
La evidencia empírica muestra que la participación de las personas de edad en el ámbito de las OPE daría lugar a un espacio de desarrollo de una embrionaria conciencia social crítica que les permitiría avanzar en la gestación de una lucha reivindicativa de su condición de categoría social . Se inicia de este modo -con todas las dificultades que esto implica- un proceso que consideramos político transformador que se vincula con el paso de una conciencia en sí (reproducción del ser individual, según la terminología que utiliza Heller (1977), relacionado con la satisfacción de necesidades personales), a una conciencia para sí (se actúa en sentido no individual sino social).
1.4. ¿Cuáles son los avances que se realizaron en el conocimiento de las Organizaciones de las Personas de Edad (OPE)?
Son muy escasos en nuestro país los trabajos específicos sobre la participación de las personas de edad en organizaciones de la sociedad civil, en muchos casos quedando restringida a la elaboración de listados, y en pocos casos estudiando en profundidad el fenómeno, siempre acotado a un determinado grupo de asociaciones y a un número limitado de aspectos o variables de las mismas. Buceando sobre la producción científica acerca de la temática encontramos que la mayoría de los autores que incipientemente comienzan a notar la presencia de las OPE, consideran fundamentalmente sus fines recreativos (Oddone, 1998, Redondo, 1998).
Por otro lado, según diversas investigaciones realizadas en nuestro país entre un 12 y 15% de ancianos no tienen a quien recurrir en caso de necesidad . Para el resto de los ancianos la familia es la institución de recurrencia por excelencia (Oddone, 1979,1991; Ministerio de Trabajo, 1992; OISS y Secretaría de Desarrollo Social, 1994) y sólo una pequeña proporción recurre a OPE en caso de necesidad (1,5% aproximadamente). Sin embargo, en el futuro, debido a los cambios producidos en el seno de la familia, y al corrimiento del Estado, ésta enfrentará serios obstáculos para satisfacer las demandas crecientes de sus miembros mayores, por los que las OPE podrían ser una alternativa de recurrencia mucho más masiva de la población de edad.
Consideramos que el restar importancia a la potencialidad de las OPE -que transitan experiencias similares a tantas otras organizaciones de la sociedad civil- tanto en lo que significa satisfacer necesidades crecientes de los mayores más vulnerables, como en la reivindicación de la condición de ciudadanos de las personas de edad, se constituye en un nuevo enfoque edaísta o discriminatorio ante el cual debemos estar alerta.
2.3. Las OPE en la Ciudad de Buenos Aires. Algunos aspectos relacionados con su invisibilidad
La Ciudad de Buenos Aires es la jurisdicción más envejecida del país, ya que según datos provenientes de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), para mayo de 1998, las personas de 60 y más años representaban el 21,6% de la población (646.977 personas) y uno de cada tres hogares tenía una persona de edad en su seno (36% , 409.609 hogares).
Sin embargo, al realizar una revisión de los datos secundarios existentes sobre las OPE, la primera consideración a hacer es la de su "invisibilidad" para los investigadores. En una investigación llevada adelante por la MCBA en 1994 sobre instituciones barriales entre las que se destacan los clubes de barrio, las sociedades de fomento, mutuales, bibliotecas populares, centros de comunidades extranjeras, comisiones vecinales, periódicos barriales y estaciones de radio FM locales se había relevado sólo el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires y no se hacía mención a ningún club o Centro de Jubilados entre los 385 clubes relevados.
GADIS (Luna, 1996) no contabilizó en su censo a ninguna OPE entre las 264 instituciones relevadas, de las cuales el 75% se encuentran en el Aglomerado del Gran Buenos Aires.
De acuerdo al trabajo de Filmus, Arroyo y Estebánez (1997), según los datos provenientes del CENOC los centros de jubilados y pensionados constituyen sólo el 4% de las onGs registradas en la base en todo el país. En lo que respecta a la tarea llevada adelante por el CENOC, tenía registradas 86 onGs con población objetivo de la tercera edad, en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires y 553 en el ámbito de todo el país. Esta base incluye variables tales como dirección de la asociación, tipo de organización, inicio de las actividades, zona en la que opera, actividades y área temática en que se desarrollan las mismas, población objetivo de las mismas, características de los proyectos emprendidos, pertenencia a redes, recursos, etc. Sin embargo en lo que respecta al ámbito de la Ciudad de Buenos Aires de las 86 onGs registradas sólo 24 están constituidas por personas de edad, el resto son onGs cuya población objetivo es la Tercera Edad, pero sus miembros pertenecen de distintos grupos etarios.
Por su parte el Registro de Organizaciones de Acción Comunitaria (ROAC) dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires lleva un registro de estas organizaciones. Aproximadamente la mitad de las Organizaciones de la Comunidad que tienen registradas son OPE. Este registro cuenta con 857 organizaciones de jubilados, pensionados y tercera edad distribuidas por los barrios porteños
Con respecto al número de integrantes de las mismas, datos de 1992 del INSSJyP registraban 213.391 asociados (Redondo, 1998) y más recientes de la Dirección Nacional de la Tercera Edad (Ministerio de Desarrollo Social, 2000), aproximadamente 196.469 personas, cifra que debemos tomar con cautela si consideramos que constituiría una tercera parte de población de 60 y más años. En este sentido podemos considerar por un lado, que las personas concurren a más de una organización y por el otro, que sería necesario hacer una depuración de los padrones a fin de eliminar a los que aunque inscriptos no concurren a las mismas.
En lo que respecta al ámbito de la Ciudad de Buenos Aires es interesante observar que las organizaciones de personas de edad se inscriben en el ROAC como requisito para luego hacerlo en el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados y en la Dirección General de la Tercera Edad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El Registro de Organizaciones Comunitarias es un organismo únicamente de registro, en tanto que los otros dos, uno a nivel nacional y el otro a nivel local (Instituto y Dirección General de la Tercera Edad) son organismos de promoción que cuentan con programas específicos de subsidios y provisión de bienes y servicios.