Argentina: más ancianos que hijos

Viernes, 11 de Abril de 2008

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Argentina: más ancianos que hijos

Max Seitz
BBC Mundo, Argentina
9/4/2008.

Argentina se parece cada vez más a Europa en cuanto al descenso de la natalidad y al envejecimiento de la población, y el carácter aparentemente irreversible de este fenómeno causa preocupación entre los especialistas.

Según cifras oficiales, la tasa actual de fecundidad es de 2,3 hijos por mujer, pero nuevas proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) muestran que en dos décadas podría reducirse a dos.

De este modo, la situación poblacional de Argentina podría ser similar a la del Viejo Continente, donde el número de ancianos supera claramente al de niños.

Si se considera que en 1900 -cuando comenzó el descenso de la natalidad en el país- eran comunes las familias con un promedio de siete hijos, el contraste es grande.

Pero eso no es todo: la CEPAL estima que en 50 años la tasa de fecundidad de Argentina será de tan sólo 1,9 niño por madre, una cifra que compartirá con la mayoría de los países de América Latina y que, sin embargo, no deja de inquietar a los expertos.

Es que si la natalidad no logra repuntar, por primera vez la población argentina (hoy de cerca de 40 millones de habitantes) dejará de crecer en 2050 y, como consecuencia, habrá más ancianos que niños.

"Hay que tener en cuenta que, para que haya un recambio generacional, son necesarios 2,1 hijos por mujer", explicó a BBC Mundo Jorge Rodríguez, de la CEPAL en Santiago.

"La particularidad de Argentina es que ya está en el nivel más avanzado del envejecimiento porque el proceso empezó antes que en otras partes de América Latina", agregó.

Ancianos y pobres

En esto coincidió Silvia Gascón, especialista en gerontología de la Universidad Isalud, de Buenos Aires.

"Lo que ocurre en Argentina es parecido a lo que sucede en los países desarrollados, aunque con algunas particularidades", afirmó Gascón.

"Mientras que en Europa el fenómeno se debe al aumento de la calidad de vida y el bienestar de las personas mayores, en Argentina, al igual que en otros países latinoamericanos, la población está envejeciendo a pesar de que parte de ella se encuentra en situación de pobreza".

Según la experta de la Universidad Isalud, el descenso de la tasa de fecundidad y el incremento del número de ancianos se debe a un importante cambio socio-cultural: la mayor inserción de las mujeres en el trabajo y en la universidad.

"Esto lleva a que se retrase el momento en que las parejas deciden tener su primer hijo. Hoy los jóvenes deciden ser padres a partir de los 26 o 27 años, de modo que se reducen las posibilidades de tener muchos niños", sostuvo Gascón.

Además, dijo, tanto los escasos incentivos monetarios como las breves licencias que brinda el Estado contribuyen a desalentar la paternidad.

Por ejemplo, el salario familiar por nacimiento no supera los US$130 en Argentina, mientras que en países como Alemania representa el 67% del sueldo.

En América Latina

Está claro que Argentina no es la única nación latinoamericana que experimenta importantes cambios demográficos, si bien la disminución de la fertilidad y el incremento de la proporción de ancianos se iniciaron allí prematuramente y ofrecen hoy un fuerte contraste con el pasado.

"Según proyecciones de las Naciones Unidas para 2010, los países más envejecidos de la región serán Uruguay, con el 18,4% de la población mayor de 60 años y Cuba (17,6%)", acotó Jorge Rodríguez, de la CEPAL.

"Le siguen Argentina (14,5%) y Chile (13,2), mientras que Brasil ha empezado a experimentar transformaciones similares".

Una población se considera envejecida cuando el porcentaje de ancianos supera el 10% del total, algo que probablemente se verá en toda la región en pocas décadas.

Según Rodríguez, mientras los países desarrollados demoraron un siglo en envejecer, en América Latina el proceso demorará de 30 a 35 años. Esta rapidez podría tener importantes consecuencias socio-económicas.

Por un lado, porque el hecho de que haya más ancianos y menos personas activas para sostenerlos (todo en un plazo comparativamente breve) podría llevar al límite a los sistemas de salud y de previsión social.

Por el otro, porque se teme una profundización de las desigualdades en las distintas sociedades.

"Si los Estados no actúan pronto para prevenir las consecuencias negativas del envejecimiento de la población, los latinoamericanos vivirán más pero su calidad de vida será peor", advirtió Silvia Gascón, de la Universidad Isalud.