Para el común de los chilenos, la idea de llegar a viejos puede ser aterradora. Enfrentar esa etapa achacoso y con pensiones miserables, ya es duro. Si a eso se le agrega subirse al tren de la depresión, el resultado es catastrófico. Un estudio de la Organización Panamericana de la Salud, coloca a nuestros viejos como los más depresivos de Latinoamérica.
Por Franco Fasola
Mercedes nació en 1913. A sus 90 años, tiene una apariencia física que no refleja esa edad. Durante su vida trabajó como enfermera, labor que desempeñó hasta su jubilación, hace ya 29 años. Nunca tuvo hijos, pero crió cuatro como si ella fuera su madre. Mercedes es dueña de una aparente tranquilidad, pero su mirada vidriosa dice que algo anda mal: al igual que muchos otros adultos mayores, padece de depresión.
"Creo que estoy viviendo demás. Emocionalmente me siento mal. La soledad del anciano es terrible. Me siento confundida, porque pienso que no me valoran. Toda mi vida trabajé para otros y ahora todos se están yendo. Cada uno tiene su vida y eso es lo triste. Nunca había vivido así, teniendo que tolerarlo todo. Algo me falta y quisiera saber que es lo que es. No sé, tengo cansancio de vivir todas estas cosas". Mercedes es una más de los cientos de chilenos mayores de 60 años, que nos hacen liderar nuevamente un ranking: el país con más adultos mayores depresivos de América Latina.
Según un reciente estudio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Instituto Merck para el Envejecimiento, el triste galardón nos ubica a la cabeza de las patologías depresivas, de las siete ciudades donde se realizó la medición (ver infografía). La muestra, que fue realizada en Chile por el INTA y la Universidad Católica, determinó que un 26,1 por ciento, de los 1.159 sujetos encuestados prevalecen depresión. EL COSTO DE ENVEJECER Estudios norteamericanos aseguran que un depresivo crónico puede vivir 7 años menos que el resto de la población, y que la incidencia de esta enfermedad en los ancianos es aún mayor.
El doctor Pedro Paulo Marín, jefe departamento de geriatría de la Universidad Católica, explica que mucha gente asocia, erróneamente, el envejecimiento normal con el sentirse decaído, hecho que podría explicar las desalentadoras estadísticas. "Consideran corriente que los viejitos pierdan el ánimo, y no se dan cuenta que en realidad es depresión. Los adultos mayores creen que estar tristes, desanimados y pesimistas es habitual, pero eso no corresponde a la realidad. Ni la familia ni los médicos se dan cuenta que ellos están deprimidos". Este es uno de los problemas que develó un reciente estudio de la OPS, el cual señala que un 27,7 por ciento de las mujeres, adultos mayores, tienen depresión. En el caso de los hombres, la cifra llega a 22,2 por ciento.
Los síntomas que ponen al descubierto esta enfermedad son la disminución del ánimo, tristeza e incapacidad para disfrutar de la vida. Además, existen otros síntomas secundarios, como angustia, alteraciones del sueño y apetito, ideas de culpa o enfermedad, los que son confundidos frecuentemente con alteraciones propias de la vejez, cuenta Graciela Rojas, directora de la Clínica Siquiátrica de la Universidad de Chile.
Los estudios del departamento de siquiatría de la Universidad Católica, agregan que los trastornos depresivos en el adulto mayor tienen como base la disminución de la actividad física y síquica, la sobrevivencia a la muerte de los hijos o familiares cercanos, y la baja del poder económico. Según la doctora Graciela Rojas, a estas causas se suma un factor cultural en los ancianos, que provoca que los hombres tengan más estados depresivos que las mujeres en la vejez. "Los actuales viejos son de una generación en que los roles estaban muy establecidos: a los hombres les enseñaban a trabajar y no estaban muy integrados a la vida familiar. No saben regar, barrer y eso los complica en el momento que jubilan. En cambio, hoy la mujer vuelve a su casa a hacer las mismas cosas que hizo siempre." La doctora de la Universidad de Chile añade que otro evento poco conocido que tiene gran impacto en los adultos mayores es la muerte de un hijo. "Sucede que uno vive tanto, que el hecho de sobrevivir a tus hijos genera depresión".
Otro factor que dificulta el tratamiento médico de esta enfermedad en los ancianos, es que los síntomas de la depresión se parecen mucho a los de la demencia. Incluso, es frecuente que estas enfermedades coexistan y se agraven mutuamente. "En el adulto mayor, el pronóstico de la depresión no es tan bueno como en otras etapas de la vida, porque hay una asociación con la demencia, que aún no ha sido aclarada médicamente", plantea Rojas. DESAMPARO SENIL En una sociedad que intenta aniquilar con cirugías y estiramientos las huellas del paso del tiempo, la estigmatización de la vejez ha provocado que la depresión, en la última etapa de la vida, sea un tema totalmente subvalorado por las autoridades. Tuvo que ser un organismo internacional el que pusiera la voz de alerta frente a un tema que había estado ausente en las políticas de salud pública. De hecho, en los estudios nacionales sobre salud primaria, los viejos nunca han sido incluidos. "Por muchas décadas, la salud mental, y específicamente de los mayores, no ha sido una preocupación de nuestros servicios de salud", plantea la doctora Rojas El último censo que se realizó en el país, arrojó que el 11,4 por ciento de la población es adulta mayor. Para dimensionar la cifra - y según los cálculos de la OPS- este grupo etáreo actualmente representa sólo al 8 por ciento de la población latinoamericana. Chile ya supera esos números y se acerca rápidamente a los estándares de los países desarrollados. La esperanza de vida de un chileno se estima actualmente llega a casi 76 años. Los números hablan de que en el 2025, un 18 por ciento de la población nacional tendrá más de 60 años, cifra que llegaría sólo al 10% en el resto de los países de la región.
"Se necesita una voz de alerta que señale que este es un tema importante que afecta a un porcentaje grande de la población. Lo que se debe entender es que la depresión tiene tratamiento y existen remedios que generan buena respuesta en los viejos", plantea Pedro Paulo Marin, jefe departamento de geriatría UC. Manuel Pereira, Director del Senama (Servicio Nacional del Adulto Mayor), cree que este tema debe ser abordado por toda la sociedad y no sólo por el gobierno. Por ese motivo, este organismo está capacitando a todos los profesionales que trabajan con los adultos mayores, desde los funcionarios de Fonasa que los atienden en las filas hacia arriba. "Se ha creado un comité de ministros del área social, más el INP y el Sernatur, quienes coordinarán planes integrados de atención y esparcimiento para el adulto mayor, lo que es una señal de que el tema importa en el gobierno", cuenta Pereira. El tema de las jubilaciones también influye en las depresiones de la vejez. A los adultos mayores se les entregan pensiones asistenciales -creadas originalmente para socorrer a personas en situaciones de emergencia-, que bordean los 40 mil pesos. "Con eso no se puede vivir. Sabemos que esta es una tarea pendiente del gobierno. Debe existir un ajuste de las jubilaciones en algunos números porcentuales más que el IPC. Tenemos plena conciencia de que hay que mejorar el sistema", asegura el director del Senama. A la luz de estos datos, el tema de la depresión en el adulto mayor tiene que convertirse tarde o temprano en una preocupación para el gobierno. Más aún, si esta enfermedad tiene un tratamiento -que no está incluido en el plan AUGE- y que ayudaría a mejorar los últimos años de vida de una persona.