Cuando se cumplen cien años de la instauración del Día Internacional de la Mujer, constatamos con preocupación que el envejecimiento y la vejez de las mujeres sigue estando mayoritariamente ausente en las preocupaciones de quienes se hayan comprometidas/os en promover la igualdad y equidad entre hombres y mujeres en los países de América Latina y el Caribe.
La omisión del envejecimiento y la vejez conlleva a desconocer las desventajas que por razones de género afectan a las mujeres a lo largo de todo el curso de su vida, y que se acentúan más fuertemente al llegar a la vejez, integrándose con las discriminaciones por razones de edad. Negar que vivimos envejeciendo, que cada día se es más viejo / más vieja que ayer, conduce a quedar entrampadas/os en el discurso patriarcal que perpetúa la subordinación de la mujer. Así, los cambios físicos que conlleva el envejecer se convierten en estigmatizaciones que laceran más fuertemente a las mujeres encerrándolas en cánones de juventud y belleza que se elevan falsamente en “requisitos” para desenvolverse en la vida pública.
El reclamo por igualdad y equidad social entre hombres y mujeres, precisa considerar con urgencia, el que las mujeres latinoamericanas están asumiendo los años ganados en longevidad, en difíciles condiciones de pobreza, exclusión y exposición a distintas formas de malos tratos y violencias. Desconocer la necesidad de tener en cuenta la perspectiva generacional en relación con el género, contribuye a despedazar la vida de las mujeres, despojándolas de la posibilidad de alcanzar el desarrollo pleno de sus capacidades y el reconocimiento de sus derechos a lo largo de toda su vida.
La prolongación de la vida humana es un logro social el cual han contribuido a conseguir las propias mujeres que hoy alcanzan edades avanzadas. Lo cierto es que en las condiciones actuales de América Latina, la carencia de políticas públicas que faciliten la incorporación de las mujeres al mundo del trabajo remunerado, está siendo solventada con la contribución que las mujeres adultas mayores están haciendo directamente –y por lo general sin reconocimiento económico alguno- a sus familias y comunidades, proporcionando cuidados y contribuyendo a la construcción de tejido social comunitario.
Las posibilidades de incrementar las fortalezas de las mujeres para avanzar en la lucha por la igualdad y equidad entre hombres y mujeres, se fortalecerían notablemente si las organizaciones que hoy trabajan a favor de los derechos de la mujer, dejaran de considerar a las mujeres viejas en forma estereotipada y marcada por la desconfianza; y se dieran, en cambio, a la tarea de hacer confluir la búsqueda de igualdad con la construcción de sociedades que sean realmente para todas las edades.
En el Día Internacional de la Mujer saludamos a las mujeres de todas las edades y condiciones, reforzando nuestro compromiso de continuar buscando el logro de sociedades inclusivas, en las cuales ni el género, ni la edad, ni ninguna otra condición puedan seguir siendo motivo de exclusión o desconocimiento del derecho a tener derechos y gozar plenamente de los mismos.
Ximena Romero – Coordinadora RLG
Christel Wasiek – Asesora RLG
8 de Marzo de 2011.