La sociedad ha cambiado de forma decisiva, modificando los roles y los vínculos de las personas, lo que está tolerado y lo que está prohibido. Estamos ante la necesidad imperiosa de repensar qué es un padre, una madre, un hijo e incluso qué es una familia.
Por otro lado, los datos sociodemográficos apuntan a una situación permanente dentro de los cambios familiares actuales: los abuelos se han vuelto protagonistas decididos de la educación y el cuidado de sus nietos. Cada vez está siendo más reconocida en el medio científico la importancia social y familiar de los abuelos...
Poco se sabe todavía sobre las repercusiones de la educación que los abuelos dan a sus nietos –menos aún cuando estos nietos se vuelven adolescentes– y sobre la calidad del vínculo entre ambos, en comparación con otros vínculos familiares y otros adultos encargados de la educación.
La descripción de la familia nuclear, que desde el psicoanálisis se nutre con la teoría del Edipo, ha descartado u olvidado el lugar del abuelo. Las políticas públicas sociales y de salud mental deben tener en cuenta estas nuevas realidades y ayudar con programas específicos a estos roles que los abuelos están adoptando o volviendo a adoptar, luego de un largo periodo en que fueron apartados de los roles de cuidado y protección de los más jóvenes integrantes de la familia.
Por mi parte agregaría unas breves reflexiones sobre algunos datos que no se han tenido suficientemente en cuenta. Sin duda, existen dos fenómenos nuevos. Uno es que cada vez más jóvenes tienen la probabilidad de tener (y disfrutar o no) a sus cuatro abuelos vivos y en condiciones de salud física y mental apropiadas. Lo que se acompaña con el hecho de cada vez más se tiene sólo uno o ningún hermano. Es decir, un fenómeno que se podría incluir en transición demográfica es el de “mucho abuelo y poco hermano”. Un nieto hoy se enfrenta a cambios familiares o a padres a menudo ausentes, pero cuenta con la posibilidad de tener más atención de sus abuelos.
Hay, creo, una situación fraternal desde dos ópticas diferentes. Una es que probablemente los abuelos “compiten” entre sí por la atención de este único nieto. La otra refiere a que más allá de que exista un aumento en la expectativa de vida, es posible indicar también que la concepción del abuelo como transmisor de afecto o autoridad se ha modificado. Este abuelo ya no “transmite”, sino también busca con su nieto nuevas formas de vida, explorando nuevas cualidades de vida. Como Vidal indica: “Caminar juntos y compartir fines de semana o fiestas es la actividad más frecuente” (Vidal, 2005: 28).
Entre nietos y abuelos ocurre un efecto de simetrización y de un punto de partida similar o igual frente a la exploración de la vida. Los nietos exploran cómo volverse adultos, los abuelos exploran cómo dejar de ser, dejar atrás, ese modelo de viejos que les vienen transmitidos generacionalmente. Los dos buscan algo y en ese sentido hay una alianza de crecimiento y cambio conjunto.
En este sentido, no hay familias multigeneracionales, sino intersección de relacionamientos generacionales. Punto que indica la necesidad de revisar los paradigmas, prejuicios y/o teorías con que nos aproximamos al mundo del viejo, la familia y los fenómenos sociales.
S. Vidal y J. Menzinger, J. New Technologies in the Commnication between Grandparents and Grandchildren in Spain. Generations Review, vol. 15, núm. 4, octubre de 2005.
Publicado el 13/5/2011 por el Instituto de Geriatría de México en ocasión del Día Internacional de las Familias
http://www.geriatria.salud.gob.mx/interior/dia_familia.html