Por MSc. Ofelia Bravo.
Boletín del Adulto Mayor. Programa de la Tercera Edad de Caritas Cubana.
Número 2 del 2011.
Algunos estudios de gerontología aseguran que las habilidades de muchas personas viejas declinan en mayor medida por falta de estímulo y ejercitación, que debido al proceso natural del envejecimiento. De ahí que la gerontocultura señale líneas de trabajo encaminadas a favorecer acciones dirigidas a la conservación y recuperación o creación de intereses y habilidades, en las personas de edad avanzada.
La necesidad de comunicarse, encontrar comprensión y recibir muestras de amor está presente en todas las etapas del desarrollo humano. Más en no pocas oportunidades la ausencia de la familia o el tipo de trabajo que los miembros de ésta realizan, son causas por las cuales el anciano queda sin compañía o se ve obligado a pasar largas horas en soledad.
El sentimiento de soledad es queja frecuente de las personas mayores. En su lamento, éstas expresan sentir incomprensión ante su reclamo de compañía e incluso resultar difíciles de complacer. El adulto mayor puede percibir la relación familiar como buena, sin embargo atribuirla más a la bondad de quienes le rodean que a su valor personal.
El cuidado de este grupo poblacional, que por demás está decir que su número aumenta día a día, se identifica mayormente con la necesaria prevención y atención a la salud, las actividades físicas y las prestaciones sociales. Ellas indispensables, pero no abarcadoras de todas las que propician el bienestar del adulto mayor.
Para algunos especialistas la adultez mayor comienza a partir de la jubilación. Este evento permite a ellas y ellos una manera diferente de emplear "su tiempo". Pero a su vez el mismo trae consigo la pérdida del reconocimiento social que hasta ese momento experimentaron, así como de las relaciones interpersonales que propicia el entorno laboral.
El importante descenso económico que acompaña la jubilación generalmente no incentiva el disfrute de proyectos recreativos, en la mayoría de las personas que a ella se acogen. Muchos de éstos quizás soñados con anterioridad.
Entones el ocio productivo basado en los recursos que ofrece la comunidad queda como opción principal. El éxito estará en la aceptación de esta oportunidad. Como nuestra cultura exalta los valores de la juventud y pasa por alto los correspondientes a la vejez, aquellas propuestas dirigidas a incidir favorablemente en el bienestar de los adultos mayores deben tener en cuenta la necesidad de redimensionar el sentido de la vida.
La manera de vivir, ser hombre o ser mujer, se construye a través de los años. Algunas etapas del curso vital marcan hitos. La infancia, por construirse en ella los cimientos de la personalidad; la adolescencia, por comenzar a vivir de manera diferente el sexo y el género y la juventud, período en que cada cual define su proyecto personal y toma conciencia de qué hombre o qué mujer desea ser y conforme con esta decisión asume la forma de actuar.
La adultez mayor trae nuevos desafíos. Las edades anteriores están regidas por búsquedas, equilibrios y exigencias de la familia y de la vida laboral. Inmersos en su realidad ellas y ellos asumen estilos de soltería, compromiso, búsquedas de pareja, convivencias y modos de vivir la maternidad o la paternidad.
Con el paso de los años los estereotipos de género tienden a flexibilizarse. Esta afirmación, aún poco estudiada, se fundamenta en lo empírico. Quizás la necesidad de complementar los esfuerzos lleve al adulto mayor a compartir en mayor medida lo domestico y de igual manera adentrarse en actividades novedosas para los patrones sexistas que predominaron con anterioridad. Pareciera que ambos sexos manifiestan obviar el "que dirán".
Como las motivaciones varían, junto con las necesidades materiales de alimentación y confort siempre presente, en la vejez se incrementan y adquieren mayor importancia las llamadas necesidades superiores. Hombre y mujer son seres espirituales. Para ambos la vida no se reduce a lo material, pues consideran que hay otra dimensión no tangible. Cada ser tiene su espiritualidad, su enfoque de la vida, sus motivaciones profundas y su conducta. Y conforme con esas convicciones encuentra su realización. Los aspectos relacionados con los vínculos afectivos, las relaciones interpersonales, los variados intereses de aprendizaje, la recreación, la creatividad y el disfrute de la vida compartida pueden considerarse dentro de la espiritualidad.
El concepto de salud integral tiene en cuenta la incidencia de los factores antes mencionados en el bienestar de la persona; sin embargo, en el plano personal los mismos son frecuentemente descuidados. En nuestra realidad varias propuestas de encuentro facilitan la participación de la persona mayor en un amplio abanico. Entre los que pueden citarse, los grupos de animación socio cultural patrocinados por Caritas, las casas de abuelos, las filiales de la Universidad del Adulto Mayor, los grupos de ejercicios físicos, así como otras actividades recreativas, deportivas y culturales, paseos etc. Los espacios de participación para los coetáneos amplían la posibilidad de encontrar personas afines y reforzar o reconstruir las redes de apoyo social tan convenientes. En algunos casos, estos grupos de barrio pasan a ser el principal sostén afectivo de la persona mayor.
A simple vista, al concurrir a un encuentro de un grupo de animación socio cultural, al observar los grupos mañaneros de los parques en sus ejercicios, visitar un aula, asistir a una Peña, despedir a quienes plenos de entusiasmo emprenden una excursión u otra aventura, es apreciable el predominio de las mujeres. Esta disparidad excede notablemente la pequeña diferencia entre mujeres y hombres que componen la adultez mayor.
¿Será acaso que en nuestra realidad este comportamiento del adulto mayor responde al mandato social sexista que desde las primeras etapas indica: no ser sensible, no contar sus cosas, no expresar sus frustraciones, no "chacharear", etc.? O ¿será que a nuestros varones mayores la exigencia de esfuerzo físico, sagacidad para encontrar soluciones, no amilanarse por los reveces y otras limitaciones semejantes, les lleva a restar importancia a estas posibilidades?
En nuestros adultos mayores varones el estereotipo de identidad masculina de cuando fueron jóvenes está muy identificado con el éxito en el trabajo y a la disposición para el piropo y la conquista amorosa, mientras que en la mujer es más diversa la selección de sus "méritos". Los hombres es frecuente que limiten sus encuentros a la interacción que les proporciona el dominó, el grupo del parque o el de la esquina. Para ellos el hogar como espacio de encuentro o la recreación individual son "entretenimientos" menos aceptados.
De no reconocer los efectos positivos que tiene compartir sueños, confidenciar las preocupaciones, divertirse en compañía de amigos y amigas, lo antes expuesto sería sólo un comportamiento sin importancia.
El Programa de atención a la adultez mayor de Caritas Cubana realizó un estudio de observación de su impacto en el año 2002. En los resultados se observó que al indagar con las personas mayores éstas referían que la participación en los espacios de encuentro con sus pares era lo más valioso. Estas respuestas, por encima de las referidas a la satisfacción de las necesidades materiales que dieron origen a los servicios, motivaron especial atención.
Por lo antes apuntado el Programa estimó conveniente prestar especial atención a la formación de Animadores Socioculturales. Los encuentros para la capacitación facilitaron a los participantes adquirir conocimientos y destrezas para facilitar el intercambio grupal, propiciar el crecimiento espiritual, así como estimular o conservar habilidades sociales, intelectuales, instrumentales y de sensopercepción.
Después de varios años de trabajo con estilo participativo se consideró conveniente realizar una nueva observación del impacto del Programa en el año 2008. Esta observación, al igual que en el estudio anterior, indagó las opiniones y vivencias de los diferentes grupos participantes.
Los resultados en el subtema "Cambios observados a nivel de las personas mayores miembros de los grupos¨, del tema "El protagonismo y la auto organización de las personas adultas mayores", son alentadores. De ellos, destacamos:
En estos espacios de participación, al igual que en los otros ofrecidos por la comunidad, se aprecia el predominio de mujeres.
Es necesario conocer las preferencias de los hombres y las razones que esgrimen éstos para rechazar las opciones que brinda la Comunidad, para propiciar la incorporación según sus deseos. Seguramente, con mayor participación de ellos los grupos de encuentro serán más ricos.
La vida es un regalo de Dios. Vivir en el amor y compartirlo con el prójimo permite transitar por caminos de satisfacción. Que no quede, por mujeres ni hombres, el disfrute de una Adultez Mayor plena y feliz.
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