“…. Se necesita de qué vivir, pero también hay que saber para qué vivir”
Joaquín García Roca
El Voluntariado en el Programa de la tercera Edad de Cáritas constituye sin duda alguna uno de los ejes y sustento de las diversas acciones de intervención que se han desarrollado durante más de quince años de trabajo a favor de las personas mayores. Durante este tiempo hemos visto que muchos mayores, inicialmente incorporados a los grupos en calidad de beneficiarios de los servicios ofrecidos, se han transformado paulatinamente al descubrir un nuevo espacio social y devenido en voluntarios de su propio programa, de manera que en la actualidad constituyen el 68% del voluntariado con el que cuentan las Cáritas y la Iglesia para el trabajo a favor de las personas mayores.
El trabajo y la capacitación directa con el voluntariado nos ha permitido percibir de cerca la diversidad de motivaciones que lo propician y su potencial como agente de transformación social en los grupos de mayores existentes al ocuparse no sólo de trabajar por el bien de los demás sino que a su vez las personas se benefician a sí mismas de estas acciones. Según ellos mismos apuntan en entrevistas realizadas durante la observación del impacto del programa, han encontrando un nuevo propósito para sus vidas, aumentado el respeto a sí mismos y ampliado sus redes sociales lo que les ha permitido apreciar que el crecimiento personal continúa durante todo el ciclo vital
Así lo afirma de alguna manera la Fundación Abirnq (1996) al apuntar que la participación en actividades productivas como el voluntariado deviene en elemento clave para lograr un envejecimiento exitoso, contribuyendo a eliminar el sentimiento- culturalmente adquirido de discriminación e inutilidad. Asimismo, nuestra Cáritas como institución percibe al voluntariado desde una doble perspectiva, por un lado como un importante recurso potencial dotado de experiencias, madurez y habilidades sin el cual no sería posible el trabajo del programa y a la vez un posible rol social disponible en el contexto social a partir del cual los propios mayores pueden continuar su crecimiento y desarrollo personal rompiendo con los estereotipos negativos que aún prevalecen en el ámbito socio-cultural.
Con ánimo de rendir justo reconocimiento a la labor de nuestros voluntarios, dedicamos este boletín del programa a exponer algunas de sus experiencias.
Dra. María M. Rodríguez Fernández
Miembro del Equipo Nacional de Formación de Cáritas Cubana
Corresponsal de la RLG en Cuba
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