El envejecimiento poblacional es un proceso demográfico que en países emergentes como México avanza de manera acelerada; aumentan los años de vida de los habitantes, pero se suman condiciones de vulnerabilidad como escaso acceso a los servicios de salud, nulo o insuficiente ingreso por jubilación o pensión y dependencia de familiares e instituciones públicas.
Responder a las crecientes demandas de los adultos mayores es un desafío que requiere diseñar, desde ahora, políticas públicas que funcionen a mediano y largo plazos, alertó Isalia Nava Bolaños, académica del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
“En principio, el aumento de la esperanza de vida de la población es un signo positivo, pero implica importantes retos económicos asociados con la infraestructura del sector salud, las pensiones y la capacidad de ese segmento humano para seguir en activo”, añadió la maestra en demografía y doctora en estudios de población.
Citó un estudio del Consejo Nacional de Población (Conapo), donde se estima que, para el año 2050, los mexicanos de 65 años y más representarán 16.2 por ciento de la población.
“De ese grupo, 36.9 por ciento de los hombres y 18.6 por ciento de las mujeres tendrán ingreso por jubilación o pensión, así que la mayoría estará en condición vulnerable como consecuencia de que trabajaron en la informalidad o de manera intermitente en el sector formal”, destacó.
Hay 8.5 millones de habitantes con 65 años y más
De acuerdo con datos de la Encuesta Intercensal 2015, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el año pasado en el país los habitantes de 65 años y más alcanzaron los 8.5 millones; es decir, el 7.2 por ciento de la población total.
“Esta tendencia creciente tiene importantes diferencias en las entidades federativas, pues mientras el Distrito Federal es la zona con mayor cantidad de adultos mayores, con 9.8 por ciento, en Quintana Roo la cifra representó 3.0 por ciento”, puntualizó.
Nava expuso que esto se debe a que en la capital y en otras grandes urbes (como Guadalajara y Monterrey) existe suficiente infraestructura de servicios de salud, algo a lo que tienen menor acceso los adultos mayores de Chiapas, Oaxaca o Tabasco.
“En el caso mexicano, ese proceso tiene sus particularidades, como la rapidez del fenómeno, con una población que envejecerá en menos de cuatro décadas, mientras en Europa tardó más de dos siglos y hubo tiempo para prepararse”, acotó.
Otro factor importante es la relación entre una mejor esperanza de vida y la creciente presencia de enfermedades crónico-degenerativas (diabetes, cáncer y problemas cardiovasculares) que avanzan, incapacitan y cuestan mucho dinero en tratamientos y medicinas.
Nava citó que, recientemente, la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, dijo que para este 2016 espera un crecimiento económico mundial “decepcionante y desigual” debido a las debilidades del sector financiero (aumento de las tasas de interés en Estados Unidos, desaceleración económica de China y caída de los precios del petróleo) y al envejecimiento de la población, un factor que estima frenará el crecimiento.
“Este comentario es relevante porque pone en la agenda internacional ese tema desde una perspectiva económica, aunque falta profundizar más a nivel general”.
Nava participa en el Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez (SUIEV), coordinado por Verónica Montes de Oca, en donde un grupo plural de académicos busca identificar estrategias de largo plazo para hacer frente a ese proceso.
Boletín UNAM-DGCS-085
Ciudad Universitaria.
9 de febrero de 2016
http://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2016_085.html