“El aumento de la esperanza de vida hoy más que nunca pone en jaque los 60 años como el inicio de la etapa de la vejez, que ya era una cifra poco ajustada en lo que refiere a jubilación y género".
Paula Forttes Valdivia
Gerontóloga y Directora de Comunidad Mayor
Si encontramos algunas certezas en materia de envejecimiento en sus categorías biológicas, psicológicas y sociales y sus determinantes históricos, estas son su heterogeneidad, diversidad y singularidad. Nadie envejece de una misma forma y es por eso que la tendencia a homogeneizar, a conclusiones rápidas y estándar suelen ser amenazas frente a los requerimientos que el proceso va poniendo en evidencia en nuestras sociedad y, en especial, en materia de políticas públicas.
La vejez como cualquier otra etapa del ciclo vital interpela a la persona hacia el crecimiento, hacia el desarrollo y la participación. También es cierto que a mayor edad las enfermedades y las pérdidas funcionales nos llevan a perder autonomía y aparece la declinación, como el gran temor asociado a necesitar cuidados.
La vejez no es solo crecimiento ni solo declinación, tampoco es primero crecimiento y luego declinación, es crecimiento y declinación y es en esa dialéctica donde tenemos que buscar las respuestas, intentando distinguir sistemáticamente en criterios y formas que permitan responder a la heterogeneidad, singularidad y diversidad de las experiencias vitales con las que nos tocará trabajar.
Una preocupación a compartir es la tendencia a esperar que la variable edad solucione y categorice. La verdad es que siendo un indicador relevante, por si mismo no logra diferenciar ni en lo biológico ni en lo psicosocial. Sin embargo, el aumento de la esperanza de vida hoy más que nunca pone en jaque los 60 años como el inicio de la etapa de la vejez, que ya era una cifra poco ajustada en lo que refiere a jubilación y género.
En la actualidad más allá de cuando determinemos que se inicia la etapa, lo concreto es que la vejez se ha ido convirtiendo en la etapa más extensa del ciclo vital pudiendo incluso superar los 30 años y ese solo dato nos debe llevar, a lo menos, a determinar categorías dentro de los 60 y más que acerquen a definiciones y énfasis mas pertinentes para la toma de datos y de definiciones.
No existe otra etapa del ciclo vital que se alargue por tanto tiempo y, por ende, los requerimientos del medio y las capacidades del individuo para una danza armónica se ven dificultadas si no logramos definir dentro de la etapa o ciclo, sub etapas o sub ciclos, que nos permitan mayor precisión. A nadie se le ocurriría enviar a un hijo de 18 años a un jardín infantil y, sin embargo, la oferta, la escasa oferta para mayores, no hace distinciones relevantes que le otorguen mayor pertinencia en edad, ni género, ni residencia, entre otras.
Hablar de envejecimiento activo, como hablar de políticas de cuidado es hablar de participación y para una real participación del sector de mayores reconocer su heterogeneidad, diversidad de intereses, por edad, por cohortes, por género, residencia entre otros resulta un imperativo; si a complejas preguntas queremos respuestas significativas, la invitación parece ser profundizar el conocimiento de la mano de los mayores y con segmentaciones que recojan lo específico para entender lo general, una invitación a los centros de estudios que ojalá no se vuelva invisible.
Fuente: El Dinamo - 26/04/2018.
https://www.eldinamo.cl/blog/el-riesgo-de-las-generalidades-en-el-envejecimiento-y-la-vejez/