El maltrato hacia la persona mayor. ¿Un nuevo dilema ?

Jueves, 06 de Octubre de 2005

Canal: Políticas y Derechos


Dra. María M. Rodríguez Fernández
Especialista de 2 do Grado en Geriatría y Gerontología
Corresponsal por Cuba de la RLG


Actualmente está claro que los malos tratos dirigidos a las personas mayores no constituyen nada nuevo y que aparentemente es la respuesta de los profesionales lo que está cambiando.

Ya en el año 1922 Bennet lo calificó como un” fenómeno iceberg” en la sociedad, pero sin embargo, no es hasta la década de los años setenta en que se comienza a brindar especial interés al análisis de sus posibles causas y se han realizado numerosos estudios acerca de este tema en la mayoría de los cuales se acepta que es en la sociedad donde se inicia el problema y que el catalizador de la agresión parece ser la continúa y creciente presencia de los mayores, o lo que es lo mismo, se trata de un fenómeno que resulta de la interacción dinámica de los valores, prioridades y metas de las personas, la familia y la sociedad.

Mucho se ha escrito en relación con el concepto de maltrato, especialmente cuando se refiere a las personas mayores . Entre ellos, hace algunos años, O’Malley situó al maltrato y la negligencia dentro del contexto más amplio de los cuidados inadecuados; pero a pesar de todo continúa primando la falta de consenso con respecto al tema, aunque parece existir uniformidad en el criterio de que el maltrato de los mayores continuará mientras existan la violencia y los prejuicios contra la vejez.

Una definición más amplia es la que hace Johnson. con un enfoque holístico, cuando se refiere al trato inadecuado como a” la imposición, a uno mismo o a otros, de un sufrimiento innecesario para el mantenimiento de la calidad de vida de las personas mayores por medio del maltrato y la negligencia al sentirse desbordados por las obligaciones”. De esta manera, contempla el sufrimiento como una consecuencia del maltrato, a éste y a la negligencia como los medios y el “sentirse desbordados” como el agente causal.

Es necesario tener en cuenta que cuando abordamos el tema del maltrato nos estamos adentrando en una situación de conflicto en la que están involucradas varias personas y no en una simple relación del agresor “malo” y la víctima “buena”, como correspondería a un análisis simplista de la situación. Por el contrario, estamos frente a un problema que visto desde una óptica sociológica, nos obliga a considerar en particular dos perspectivas teóricas que pudieran ayudar al análisis del mismo y que con su enfoque singular tratan de exponer los elementos que subyacen al maltrato de las personas mayores. Son ellas: la teoría de la interacción social y la perspectiva de la economía política, muy abordada en los últimos tiempos.

La primera de ellas presta especial atención a las relaciones de los mayores con aquellas personas que le apoyan en su cuidado, considerando que el envejecimiento biológico y social modifica el papel de las personas mayores en sus grupos sociales de referencia con los cuales interactúa y de esta forma cuestiona su identidad personal y genera tensión en sus relaciones sociales. En este sentido, considera que los cambios consecutivos al envejecimiento, tanto a nivel físico como psicológico inducen un cambio en la forma en que los individuos se perciben a sí mismos( autoconcepto ) y son percibidos por la sociedad (imagen ), a la vez que pueden generar una repuesta de rechazo social que de lugar a la aparición de actitudes discriminativas y a comportamientos plenamente abusivos en la relación con los mayores.

De esta forma, se plantea que el decursar del tiempo y sus efectos repercuten de forma negativa en el autoconcepto y sobre todo en la imagen de las personas mayores, dañando no sólo las habilidades relacionales .de los adultos mayores, sino que incluye el modo en que el envejecimiento repercute también en los cuidadores y trabajadores relacionados con los ancianos .En muchas ocasiones estas personas pueden percibirlo como una experiencia no gratificante de la cual se deriven estereotipos negativos frente a la vejez ,los cuales pueden ser proyectados incluso en la percepción de su propio envejecimiento. De forma general podría decirse que esta teoría se focaliza en la manera particular en que los individuos se adaptan y responden a la etapa de la vejez como parte del ciclo vital.

Por otra parte,desde una perspectiva crítica así como en la economía política se concibe la vejez como una status construído de forma biológica pero también social y se le confiere especial valor a la influencia de la sociedad en las personas mayores, tanto en el seno familiar como fuera de él. El mérito de dichas teorías radica en que sitúan las luchas entre los cuidadores y los mayores en el marco de las ideologías políticas y los recursos económicos y sociales, considerando muchas de las experiencias negativas de la vejez como producto de  una determinada forma de división social del trabajo, en la que prima la desigualdad como consecuencia natural del envejecimiento.

De esta forma dicha teoría plantea que “ la construcción social de la dependencia en la vejez” se deriva de la exclusión forzada de los mayores del espacio laboral lo que deviene en experiencias de pobreza , dependencia económica e institucionalización ,a la vez que reconoce la” construcción social del abuso” y la influencia del mismo en las dinámicas de las familias y los colectivos sociales. Es decir, según esta teoría el maltrato surge a partir de las vías por las cuales la sociedad y los servicios que se ocupan de los mayores, marginan a las personas de más edad y se considera que la predisposición de las personas a maltratar se incrementa a partir de las fuerzas sociales que discriminan tanto a los mayores como a aquellas personas encargadas de su cuidado, de lo que se deduce que la solución del problema debe ser considerada tanto un asunto de política social como un aspecto que atañe a las disfunciones familiares en todas sus dimensiones.

Podría resumirse diciendo que la teoría interaccionista se centra en la forma en que las personas se enfrentan, adaptan y responden a esta etapa de la vida ; mientras que la teoría de la economía política le presta una mayor importancia a la influencia de la sociedad en los mayores tanto en el seno familiar como fuera de él. De cualquier manera si tenemos en cuenta que el ser humano necesita de la interacción social para lograr una calidad de vida óptima, llegaremos a la conclusión de que ambas teorías pueden complementarse entre sí y deben considerarse siempre que se efectúe el análisis de las conductas abusivas hacia las personas mayores.

Sin duda alguna, estamos frente a un problema que trasciende más allá de los individuos y que deviene en un conflicto que por su propia naturaleza requiere de un abordaje multidimensional e interdisciplinario dado que involucra no sólo a las víctimas sino también a los victimarios y a  la sociedad en general.

Con respecto al marco en que se producen los tratos inadecuados de los mayores durante mucho tiempo se ha centrado mucho la atención en el seno familiar, aunque hoy se sabe que no son infrecuentes estos tipos de actitudes en instituciones de adultos mayores.

La mayoría de los autores concuerdan en que la violencia en el seno de una familia viene generada por conflictos internos, que a su vez son influenciados por el marco histórico y  político en el que se desenvuelve la misma. Por eso , parece ser que el factor clave en el aumento aparente de los malos tratos dirigidos a las personas mayores, más que el incremento en el número de ancianos, viene dado por la cuantía de los recursos que se asignan a este sector de la población , a las relaciones entre los diversos grupos que los proporcionan, y sobre todo al hecho de que el cuidado del adulto mayor no está definido aún por normas sociales claras, en contraste con el cuidado de los niños.

No estamos simplemente ante un tipo de violencia familiar sino que intervienen en ella toda una serie de factores en relación con esta etapa de la vida que se extienden más allá de la familia. A diferencia de otros tipos de maltrato, en el caso de las personas mayores muchas veces no puede haber una distinción clara entre la víctima y el agresor, dado que en numerosos casos los ancianos son legal y realmente seres autónomos, de manera que la responsabilidad del maltrato puede ser difícil de definir. Por lo regular lo que se da con más frecuencia es una situación un tanto confusa, en la que los actos de acción y omisión se entremezclan y en la que los propios ancianos pueden estar involucrados en la construcción de las situaciones de maltrato. Es el caso de los conflictos que se presentan cuando el cuidador está sometido a situaciones de estrés o agresión personal que lo conducen directa o indirectamente a adoptar actitudes abusivas.

En los últimos tiempos parece más importante ampliar el espectro de la atención inadecuada de los mayores para que abarque desde el interior de sus hogares hasta las instituciones públicas. En este último caso se señala que las actitudes negativas hacia los mayores suelen ser más frecuentes en los servicios asistenciales de larga estadía, como consecuencia de la mayor concentración de personas de edad avanzada en un mismo lugar y de la preparación insuficiente de los cuidadores, entre otros factores.

Al respecto señalamos el estudio de Podnieks en el que identificó como elementos primordiales en la aparición del maltrato y la negligencia hacia los mayores por parte de los cuidadores a las siguientes situaciones:

• Las actitudes negativas hacia los ancianos.
• La falta de conocimientos en relación con el proceso de envejecimiento.
• La preparación deficiente de las personas dedicadas al cuidado de los mayores.
• La falta de oportunidades de promoción para los profesionales.

Sin duda las actitudes hacia los adultos mayores tienen que ver directamente con la manera en que se les percibe, y este a su vez puede ser un indicador importante de la calidad de los cuidados que reciben. Es evidente que la gerontofobia existe y tiene consecuencias significativas tanto en el trato que se ofrece a los mayores como en la atención sanitaria que se les brinda, especialmente en un mundo con limitados recursos económicos.

Durante mucho tiempo tales actitudes gerontofóbicas se han mantenido muy extendidas y se argumenta que constituyen uno de los factores que contribuyen a la aparición del maltrato, lo cual se acentúa en aquellos casos portadores de algún grado de dependencia que les hace más vulnerables de sufrir conductas abusivas.

A pesar de que generalmente cuando se trata el tema del maltrato se tiende a identificar con agresiones físicas, siempre nos encontramos con una serie de opiniones diversas especialmente a la hora de identificar los diferentes tipos de maltrato; pero en general todas las clasificaciones incluyen de alguna manera los siguientes:

• Malos tratos físicos: que se refiere a la inflicción de daño o dolor físico, coerción corporal, abusos sexuales y restricción del movimiento.
• Maltrato psicológico: Cuando se propicia la aparición de angustia mental.
• Abuso material: Se relaciona con la explotación y uso inapropiado o ilegal de los recursos de la persona mayor.
• Negligencia activa: Cuando se rechaza o incumple con obligaciones en el cuidado de la persona en cuestión incluyendo intencionalidad y conciencia de infligir malestar emocional o físico.
• Negligencia pasiva: Corresponde con el incumplimiento de las obligaciones en el cuidado de la persona pero excluyendo toda intencionalidad y conciencia de producir daño.

Es obvio que una de las dimensiones que más afectan la forma en que envejecemos es la construcción social de la” noción o imagen de la vejez” en la que intervienen las experiencias personales en interacción con las ideas procedentes del acervo cultural , las relaciones sociales, los intereses ideológicos, económicos y los aportes de la ciencia .En nuestros tiempos no hay dudas de que las situaciones abusivas dirigidas a las personas mayores tienen mucho que ver con la imagen que se construya de la vejez., en estrecha relación con la representación social de la persona mayor.

Tengamos en cuenta que las representaciones sociales no son más que el consenso normativo que regula las expectativas, actitudes y conductas de los demás grupos hacia los mayores como categoría social y de ellos hacia sí mismos como grupo y como individuos .Por tanto se infiere que el maltrato a las personas mayores es una de las formas en que se manifiesta la existencia de una imagen negativa de la vejez y el envejecimiento, a través de la cual se emplean conductas abusivas de diversa índole.

Hasta el momento la sociedad no ha alcanzado una representación social halagadora ni justa de la vejez, por cuanto se rechaza todo lo que es viejo. Por otra parte, la representación social no sólo la definen otros grupos poblacionales sino que también participa el propio individuo que envejece, quien la hace suya y a través de ella se autodefine. Es de esta forma en que la sociedad establece qué es la vejez y cómo se debe ser viejo y no caben dudas de que se impone tratar de inducir una imagen más positiva de la vejez siempre que se quiera incidir en el maltrato como problema creciente para los adultos mayores.

La Habana, Octubre 2005.