Desde
En su lucha por conseguir, primero la aprobación, luego la promulgación y por último la vigencia y aplicación de una ley que reconozca su derecho, los adultos mayores guatemaltecos se han encontrado con fuertes obstáculos. El mayor de ellos ha sido una mirada devaluadora de las autoridades que confina las necesidades de las personas mayores al último lugar de los presupuestos y de las políticas públicas. Es justamente aquella indiferencia, la que les llevó el 5 de junio pp. a tomar como medida extrema el inicio de una huelga de hambre; acción que tuvo por respuesta –dos semanas más tarde-, el desalojo por la fuerza de uno de los grupos que protagonizaba dicha protesta. A partir de un hecho trágico y vergonzoso como éste, es que se comienza a generar una corriente de opinión solidaria a las necesidades de los adultos mayores más pobres de ese país, que pareciera vislumbrar algún camino de solución.
Cerrar los caminos del diálogo para atender las necesidades de sobrevivencia de los adultos mayores y además responder a su reclamo con medidas de fuerza, se traduce en una evidente violación de los derechos humanos de parte de quienes están llamados justamente a buscar el bienestar y respeto a los derechos de todos los miembros de una sociedad, no a desconocerlos. Adoptar aquella posición como política permanente, se contrapone al imperativo de considerar la vida y la necesidad de cuidarla desde la concepción hasta la muerte, así como a la urgencia de construir sociedades inclusivas, para todas las edades, que fueron principios y clamores fundamentales –planteados a todos los países del mundo- en
Mucho tenemos que aprender del drama social vivido por los adultos mayores guatemaltecos para que una experiencia así no se repita. No sólo los diferentes estamentos del Estado, también nosotros que formamos parte de lo que solemos llamar sociedad civil organizada.
Los gobiernos porque tienen el deber de estar atentos y de responder a las transformaciones poblacionales, sociales y culturales, incluyendo en sus políticas y presupuestos la realidad de una sociedad que envejece, en la cual la población adulta mayor se incrementa progresivamente y requiere medidas concretas de previsión, de seguridad y protección social. Los legisladores porque deben saber que los adultos mayores necesitan no sólo que se legisle a favor de ellos, sino que se haga bien, que las leyes se financien. Nosotros, las redes y organizaciones que formamos parte de la sociedad civil organizada, interesada e involucrada en los fenómenos relacionados con el envejecimiento y la vejez, porque precisamos potenciar nuestra sensibilidad, empatía e involucramiento para percibir los procesos de cambio permanente que implica la vida, sin descuidar las condiciones de existencia y los procesos que viven los adultos mayores en la región, así como la posibilidad de mejorarlos. Coherentes con esto, parte de nuestra misión es la de estar atentos a todo ello y brindar nuestra solidaridad en el momento en que se requiera.
Los adultos mayores de Guatemala nos han estado diciendo que la vejez sin calidad de vida, sin posibilidad de satisfacer necesidades fundamentales, sin respeto a los derechos humanos, no puede ser. En América Latina y en el mundo entero debemos estar dispuestos a escuchar y aprender de ese mensaje, sin olvidar que hacia la vejez todos avanzamos.
Ximena Romero – Coordinadora de
Christel Wasiek – Asesora de
1 de Julio de 2006.