Envejecimiento demográfico
Martes, 10 de Abril de 2007
Canal: Recortes de prensa
Rodolfo Tuirán*
El Universal.com.mx
(México) 19 de marzo de 2007
La División de Población de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dio a conocer la semana pasada las nuevas proyecciones demográficas, basadas en los datos de los censos y las encuestas más recientes. Estas previsiones indican que el número de habitantes en el mundo podría incrementarse en alrededor de 2 mil 500 millones entre 2007 y 2050 (al pasar de 6 mil 700 millones a 9 mil 200 millones).
Esa cifra equivale a la población mundial que había en 1950, lo que da una idea del rápido crecimiento previsto para las próximas décadas. No obstante que los países en desarrollo albergarán la casi totalidad de este impresionante aumento, todas las naciones en el mundo -sin excepción- experimentarán cambios profundos en la composición por edad de la población, en especial la tendencia hacia un marcado envejecimiento "con prisa y sin pausa".
El envejecimiento -que se refleja en una proporción creciente del grupo de personas de 60 años o más- constituye un fenómeno sin precedentes que se acentuará aún más en las próximas décadas. Se prevé que para el año 2045 el número de personas adultas mayores en el mundo superará por vez primera a los menores de 15 años. Esta mutación demográfica ya se advierte en las naciones desarrolladas. Allí residen en la actualidad cerca de 245 millones de personas de 60 años o más (uno de cada cinco habitantes en esos países) y se prevé que su número aumentará a 410 millones en 2050 (uno de cada tres habitantes).
La creencia de que el envejecimiento es preocupación exclusiva de las naciones más desarrolladas se opone a las previsiones sobre la escala, velocidad, profundidad y características de este proceso en los países en desarrollo. En la actualidad, casi 430 millones de personas adultas mayores habitan en esas naciones (8% de su población), mientras que en 2050 podrían aumentar a mil 600 millones (uno de cada cinco habitantes), es decir, un número casi cuatro veces mayor. Debido a estas tendencias, la preocupación por el envejecimiento podría adquirir en los años por venir una notoriedad similar a la que alcanzó en otros tiempos la explosión demográfica.
Las proyecciones de la ONU indican que México no será la excepción y anuncian una transformación de grandes proporciones. Se prevé que la población mexicana -que casi se multiplicó por cuatro en la segunda mitad del siglo XX (al pasar de 27 a 100 millones de habitantes)- arribará al 2050 con 132 millones de habitantes y concluirá su ciclo de crecimiento antes de ese año.
Como parte de este proceso, México experimentará un envejecimiento más rápido y más pronunciado que el de otros países: el número de personas adultas mayores aumentará de 7.3 millones en 2000 (uno de cada catorce habitantes) a 36.1 millones en el 2050 (más de uno de cada cuatro habitantes). Cerca de las tres cuartas partes de este eventual incremento se producirá a partir del año 2020, lo que exigirá una rápida capacidad de adaptación y respuesta institucional.
Diversos autores han recurrido a la metáfora del "terremoto" para referirse a las complejas y profundas perturbaciones que el envejecimiento podría contribuir a desencadenar durante el siglo XXI. Este fenómeno incidirá en el crecimiento económico y en las pautas de ahorro, inversión y consumo; trastocará los mercados de trabajo; influirá en los patrones del voto y la representación política; propiciará un aumento en la demanda de diversos bienes y servicios; impondrá fuertes presiones sobre la infraestructura y los servicios de salud y obligará a reformar los regímenes de seguridad social (como el del ISSSTE en México) para asegurar su viabilidad y atar los beneficios a los aportes hechos por los trabajadores durante su vida activa.
El principal mensaje que emerge de estos grandes trazos es simple: se requiere anticipar, planear, conducir estas tendencias y marcarles rumbo, o eventualmente pagar el alto costo que significan las demoras, ambigüedades y vacilaciones. No hay duda de que el futuro no pertenece a quienes lo esperan pasivamente, sino a quienes saben anticiparse a él y prepararse.
*Economista y demógrafo, premio Nacional de Demografía