Hacia una sociedad para todas las edades: nuevo pensamiento, nuevo lenguaje, nuevas conversaciones.

Lunes, 03 de Septiembre de 2007

Canal: Envejecimiento y vejez

Versión en Español realizada por Elisa Dulcey Ruiz de la ponencia de Gungill O. Hagestad: Towards a society for all ages: new thinking, new language, new conversations, BULLETIN ON AGEING - # 2/3 (1998) disponible en línea: http://www.un.org/esa/.socdev/ageing/agb98230.htm

 

1 de octubre de 1998: lanzamiento del
AÑO INTERNACIONAL DE LAS PERSONAS MAYORES 1999
Boletín sobre el Envejecimiento: Nos. 2/3 (1998)


Dra. Gunhild O. Hagestad,
Profesora de Sociología, Agder Collage. Noruega y Universidad  de Northwestern, Illinois, Estados Unidos de América.


Hacia una sociedad para todas las edades:
nuevo pensamiento, nuevo lenguaje, nuevas conversaciones
[1]

Qué acierto el de las Naciones Unidas designar el último año del siglo XX (1999), el umbral de un nuevo milenio, como el Año de las personas mayores, y elegir un tema que nos desafía a pensar en nuevos términos acerca de la edad. El marco conceptual del Año nos invita a la reflexión y a afinar nuestra imagen de lo que es y podría ser el envejecimiento.

El panorama del envejecimiento de los seres humanos en todo el mundo presenta variedades casi infinitas, según las condiciones demográficas, económicas, culturales y políticas. No obstante, debemos tener una conversación sincera sobre lo que hemos aprendido a través de los rápidos cambios demográficos. Tal aprendizaje incluye el conocimiento científico sobre el cambio poblacional, una nueva comprensión del envejecimiento individual y, no menos importante: la comprobación de nuestros equívocos y falacias frente a la nueva realidad del envejecimiento.

Comenzaré esta presentación dando breves pinceladas sobre dos revoluciones: una en la longevidad y la estructura de edades; la otra, la ocurrida en el conocimiento de la vida humana. Luego pasaré al examen de tres significados fundamentales del tema –de la edad- y a los desafíos que cada uno representa. Al cerrar, exploro cómo, la revolución demográfica y  la del conocimiento, podrían servirnos para forjar una tercera revolución que nos permita hacer buen uso de esa nueva abundancia de vida [2] .

I ~ DOS REVOLUCIONES

Una imagen que quedó grabada en mi memoria desde mi primera visita a la ciudad de Nueva York, como estudiante en intercambio a los 17 años, fue la de los vendedores de periódicos de Times Square, emparedados entre dos cartelones en que anunciaban los titulares del día. Como rutina pregunto a mis estudiantes qué conclusiones de sus investigaciones podrían presentar en sus cartelones de anuncios. Hoy estoy presentando mi cartelón. De un lado tiene dos titulares, ambos relacionados con la revolución demográfica: la nueva longevidad y la pirámide poblacional en vías de desaparición

Permítanme que les de dos ilustraciones de lo que llamaría una revolución en la supervivencia:

En los Estados Unidos el comediante George Burns, quien vivió hasta convertirse en centenario, blandía su típico cigarro y decía: "Si hubiera  sabido que iba a vivir tanto, me habría cuidado".

En Japón, un poeta que estaba viviendo en una familia con dos generaciones que podrían considerarse "viejas", tituló su haiku [3]    "Decepción filial":

Hoy he escondido, / otro año más, / a mis padres que envejecen, / que mi cabello encanece[4] .

Muchas de las personas de más edad, en nuestros días, nunca esperaron alcanzar su edad actual, porque cuando ellas comenzaron el viaje de la vida a principios del siglo XX, eran comunes las vidas truncadas y los vínculos rotos, a causa de enfermedades infecciosas, hambre y otros graves riesgos. Los cambios en los patrones de supervivencia han sido tan rápidos que han creado "sobrevivientes sorprendidos" como Burns, familias que buscan a oscuras nuevas soluciones como la descrita por el poeta japonés, así como planificadores y políticos quienes a menudo ni siquiera son capaces de reconocer que no estaban preparados.

Es importante reconocer que si bien el rápido aumento de la sobrevivencia a edades avanzadas es característico de naciones económicamente desarrolladas, el triunfo más dramático de la supervivencia ha ocurrido en naciones en desarrollo. El mejoramiento de la  salud, de la educación y de las condiciones de vida, en general, ha eliminado  muchos de los peligros que truncaban la vida de la población joven. El resultado es lo que un informe de Naciones Unidas llama bono demográfico, o dividendo demográfico: la más grande generación de gente joven que haya habido, en todos los continentes, excepto en Europa [5] .

Daré algunos ejemplos impresionantes de la revolución de la supervivencia. Durante el período de 1970 a 1995, la esperanza de vida general del sultanato de Omán [6]  aumentó de 47 a 70 años. En el mismo país y en el mismo período, se redujo la mortalidad durante los primeros cinco años de vida en un 91 por ciento. En Honduras aumentó la esperanza de vida en 16 años, para ubicarse en 69; en Viet Nam aumentó en 17 años, para alcanzar los 66.

En estas nuevas condiciones demográficas los vínculos familiares tienen una duración sin precedentes y permiten varias décadas de vida compartidas entre hermanos, padres e hijos, e inclusive entre abuelos y nietos.

Nuestra celebración de una nueva abundancia de vida se ve moderada por diferencias dramáticas en cuanto a  oportunidades de vida entre las naciones. En África Sub-sahariana, la esperanza de vida es todavía de 50 años; en algunas naciones está por debajo de los 50. Tanto en el continente africano como en parte de Europa oriental encontramos sociedades que muestran disminuciones recientes en la esperanza de vida [7] .

Aunque la revolución en la supervivencia ha ocurrido en todo el mundo, los cambios en el  envejecimiento de la población son más pronunciados en las naciones económicamente desarrolladas, donde la reducción de la fecundidad, unida a la disminución de la mortalidad, ha conllevado transformaciones notables en la estructura  de edad de las poblaciones. Es importante recordar que estos cambios, qué llamamos transición demográfica, normalmente se han dado en un siglo en los países desarrollados. En las naciones en desarrollo la transición demográfica está ocurriendo en un tiempo mucho más corto.

Tradicionalmente la demografía utilizó la "pirámide de población" para describir la estructura de población por edad y sexo. Durante la mayor parte de la historia humana, esta ha sido una estructura ensanchada en la base, la cual representa a los menores de 15 años, quienes por mucho tiempo han conformado la mitad de la población. Existen todavía unos 70 países o territorios con más del 40 por ciento de su población menor de 15 años. Aunque  continuamos utilizando la palabra "pirámide", un número cada vez mayor de naciones industrializadas  se acerca ahora a una estructura en forma de bulbo o cebolla, en la cual la proporción de personas mayores (representadas en la cúspide), y de niños (representados en la base) es equivalente. Prevemos que hacia el año 2030, una de cada tres personas, en tales sociedades, tendrá más de 60 años. El bulbo o la cebolla es una figura asimétrica porque en las sociedades envejecientes las mujeres sobreviven a los hombres, por lo general, de siete a ocho años. Por consiguiente, una población creciente de personas mayores supone una "feminización" de la vejez y el mundo de personas de edad muy avanzada es, en gran medida, un mundo de mujeres. Las condiciones de vida de hombres y mujeres mayores son notablemente diferentes. Mientras que la mayor parte de los hombres viejos son casados, la mayoría de las mujeres viejas son viudas. Existen cuatro veces más de probabilidades de que los hombres mayores sean cuidados por su cónyuge, que a la inversa. En muchas partes del mundo, las viudas constituyen un grupo expuesto a mayores riesgos. Debemos reconocer que es imposible discutir acerca del envejecimiento, sin tener en cuenta el género.

En el marco de familia, las estructuras generacionales son un reflejo del envejecimiento de la sociedad, y revelan cambios impresionantes en la proporción de jóvenes con respecto a la proporción de personas mayores. Las familias tienen cada vez más una estructura ensanchada en la cúspide, que de hecho, puede ser una pirámide invertida.

El segundo lado de mi cartelón tendría una lista de lo que considero cuatro lecciones importantes sobre el envejecimiento humano aprendidas durante las últimas décadas:

1. Los perros viejos pueden aprender trucos nuevos. O, como dice un refrán japonés: "Se puede estudiar caligrafía a las 80 años". Nuestras capacidades básicas permanecen extraordinariamente estables en la vejez. Es más, podemos observar nuevas formas de desarrollo en la segunda mitad de la edad adulta. Con la madurez puede aumentar la inclinación a vivir en la penumbra y la reclusión, pero con un sentido más claro de las prioridades. También hemos aprendido lecciones sobre la autoeficacia,  o sea, la confianza en nuestras propias competencias y habilidades. La posibilidad de reasegurarse y la retroalimentación positiva son claves y en realidad pueden incrementar su importancia a medida que envejecemos. La frase "¿Qué espera usted a su edad? puede producir círculos virtuosos o viciosos[8] .

2. Ser viejo no significa estar enfermo y desamparado. En sociedades con poblaciones bastantes numerosas de personas viejas, los estudios indican que incluso los individuos con más de 80 años, en su mayoría, administran su  vida diaria por sí mismos. Al funcionamiento de la mente se aplica el mismo principio que al del cuerpo: ¡Utilícelo o piérdalo! Realmente hemos aprendido también muchas lecciones sobre la estrecha relación entre funcionamiento físico y psicológico. Esto no significa que en una edad avanzada no haya desventajas y pérdidas, pero a mi juicio, la insistencia en esos problemas de la vejez, oculta a menudo la existencia de poblaciones de "nuevas" personas viejas que conservan una salud y una vitalidad sin precedentes durante la mayor parte de las décadas que denominamos, algo arbitrariamente, como la vejez.

3. El apoyo social es fundamental. Una y otra vez la investigación ha demostrado que las relaciones cercanas con otras personas, especialmente las relaciones de confianza, desempeñan un papel decisivo en el refuerzo de la capacidad de salir adelante en situaciones difíciles (resiliencia), en el mantenimiento de la actividad productiva y en el funcionamiento psicológico. Hemos aprendido que el cuidado de la salud no es sinónimo del cuidado médico, pero que debe abarcar la posibilidad de sostener, habilitar y apoyar a las comunidades humanas.

4. Debemos pensar de manera dinámica. Conviene recordar que la vejez está asentada en dos dimensiones temporales: el tiempo biográfico y el tiempo histórico. Ello supone que la vejez es el reflejo de un largo viaje por la vida, una senda recorrida solamente por esa persona. Cuanto más hemos viajado, más diferentes somos. Las personas de ochenta años son mucho más diversas que las de ocho años[9] .  También debemos prestar atención a cómo la historia ha configurado ese trayecto. Un proverbio árabe afirma que "un hombre se parece más a su tiempo que a su padre". Nuestra vida y nuestro carácter están moldeados, tanto por nuestra familia, como por el  movimiento de la historia. Las generaciones envejecen históricamente de forma diferente. Por consiguiente, de ninguna manera podemos suponer que una persona que hoy tiene 60 años será, dentro de 20, como una persona de 80 años hoy.

Este era mi cartelón, en el que presentaba algunos de los muchos cambios espectaculares que deberían configurar las imágenes y las políticas, más de lo que en realidad lo hacen.

II ~ EL LENGUAJE Y LOS SIGNIFICADOS DE LA EDAD

Nuestras imágenes y expectativas, así como nuestro lenguaje, se han quedado rezagados en relación con los cambios. Recientemente estaba en un supermercado de Oslo durante un ajetreado sábado. Frente al mostrador de carnes y pescados había una larga fila, pero cuando llegó una mujer vieja sosteniéndose en un bastón, dejamos que ella se ubicara al comienzo de la fila. Pidió carne muy tierna y todos asentimos comprensivamente. Pero entonces ella añadió: "Porque, ustedes comprenden, es para mi madre".

Un vistazo a la televisión, las películas y otros medios de comunicación, confirma la impresión de que las imágenes de la vida humana y el lenguaje para describirla, se han quedado rezagados, lejos de las realidades que he esbozado brevemente. Aún las personas que "deberían saberlo mejor",  gerontólogos, personal médico y miembros de otras "profesiones de ayuda" adoptan lo que un colega llama "discriminación lastimosa por razones de edad" (etarismo – ageism) [10].  Resulta decisivo que dichos profesionales reflexionen acerca de su lenguaje y de las metáforas de la edad y reconozcan su responsabilidad con respecto a lo que un sociólogo llama "la producción de sentido común[11].

Personalmente encuentro, que, al menos en inglés, en las conversaciones acerca del envejecimiento y la vejez hay demasiadas palabras  que empiezan con "d". Permítanme recordar algunas utilizadas frecuentemente: decline (decadencia), dementia (demencia), dependency (dependencia), disease (dolencia o enfermedad), disability (discapacidad), e inclusive: disaster (desastre) y deluge (diluvio). Todas ellas encierra una imagen que aparece en nuestros debates contemporáneos acerca de la grande y peligrosa "ola" gris" que ha de  golpear las costas de muchas naciones en la década del 2020.

Me gustaría que nuestro vocabulario acerca de la edad y la vejez empezara con otra letra del alfabeto. Hay muchas buenas "palabras" que  comienzan con "c" y que son útiles al pensar sobre nuevos significados nuevos de la edad: care (cuidado), choice (camino elegido o elección), compasión (compasión), competente (competencia), connectednes (capacidad de relación), continuity (continuidad), contribution (contribución).

Ya que nos estamos centrando en el lenguaje, necesitamos también reflexionar sobre la palabra edad, tal como aparece en el tema del año internacional de las personas mayores (1999): Hacia una sociedad para todas las edades. Me gustaría señalar tres significados claves de la palabra edad.

En primer lugar, una sociedad para todas las edades es una sociedad que no crea barreras simbólicas o físicas entre niños, adultos y personas mayores, sino que facilita el contacto y la comunicación entre ellos. En tal sentido, edad quiere decir 'grupo de edad'.

En segundo lugar, una sociedad para todas las edades es una sociedad que facilita y mantiene las conversaciones y el aprendizaje mutuo entre individuos con diferentes referencias en el tiempo histórico. En este caso, edad significa 'generación histórica'.

En tercer lugar, una sociedad para todas las edades es una sociedad que tiene en cuenta continuidad y vinculación a través de toda la vida. Ahora edad se refiere a 'fases de la vida', nombradas y definidas por una cultura y una estructura social determinada. Evidentemente, los primeros dos significados están estrechamente relacionados con el tercero. La experiencia personal del viaje por la vida está  profundamente configurada por los contextos sociales en los que se integra.

Permítanme comentar cada uno de estos significados un poco más detalladamente y sugerir que algunos desafíos fundamentales en relación con ellos.

1.    El desafío de combatir la segregación por razones de edad

En muchas sociedades industrializadas y urbanizadas, las personas mayores y los jóvenes pasan gran parte de su tiempo en lugares diferenciados por edades. Las guarderías y las escuelas ocupan los días y los años con actividades que comparte un grupo reducido de compañeros de la misma edad. Los internados tienden a reforzar  la homogeneidad de edad.

En muchas sociedades económicamente desarrolladas, una proporción significativa de personas mayores termina sus vidas en condiciones de máxima segregación -en instituciones exclusivas para personas mayores frágiles. En algunas economías, llegan a explotarse las necesidades de la vejez. Un pionero de la geriatría lo dice sin ambajes: "Las residencias donde pasar los últimos años de la vida son un negocio prometedor" (Houses of death are a lively business) [12] . Tales estaciones-término institucionales tienen costos sociales y psicológicos para todos los grupos de edad. También son costosas desde el punto de vista financiero. En unas cuantas sociedades se están haciendo  ahora grandes esfuerzos para encontrar opciones residenciales que habiliten a las personas mayores para obtener lo mejor del capítulo final de su vida, para quedarse en su comunidad, mantener sus redes sociales y permanecer en un entorno que conocen y dominan. A menudo las organizaciones no gubernamentales juegan un papel crítico para hacer posibles tales planes.

Por la investigación clásica sobre estereotipos sabemos que estos prosperan bajo condiciones en las que el contacto y el conocimiento son insuficientes o inadecuados. Y la segregación por razones de edad hace difíciles el contacto y el conocimiento. Así, la persona vieja llega a convertirse en una nebulosa gris e indiferenciada, a la que los antropólogos llaman "el otro".

En muchas sociedades, la familia es la clave, quizá la única institución que verdaderamente integra todas las edades. En ambientes familiares enriquecidos en su estructura, se tejen relaciones, los miembros de diferentes grupos de edad aprenden a contar uno con otro por encima de categorías y rótulos. Como decía un niño de cinco año "¡No es una anciana, es mi abuela!".

2.    El desafío de mantener conversaciones históricas

Vivimos con un patrimonio heredado de las generaciones anteriores y debemos tratar de crear una herencia positiva para aquellas que nos siguen. Cuando las personas mayores no pueden contar su historia, los jóvenes crecen sin historia. Por otra parte, si no escuchamos a los jóvenes, no tendremos futuro. Las personas más viejas son nuestros verdaderos testigos, pero no podrán actuar como tales si nadie les hace preguntas y si no tienen oportunidades de contar sus historias. Creo que en muchas partes del mundo comenzamos a apreciar de una nueva forma las habilidades y conocimientos únicos de las generaciones mayores. Ejemplos de ello serían las generaciones jóvenes de poblaciones indígenas, quienes han recobrado un orgullo renovado al conocer y proteger su patrimonio generacional.

También hemos logrado tener una comprensión más profunda de la importancia de los ritos y de las celebraciones tradicionales. Estos congregan a personas de distintas edades y aportan, con frecuencia, interpretaciones históricas. Crean un hilo de continuidad para los individuos que recuerdan celebraciones y esperan con ilusión otras futuras. Como lo comenta una antropóloga:

"Algo inherente a la naturaleza de los rituales es establecer continuidad… el sentido individual de unidad de cada persona diferenciada y el sentido de ser 'un pueblo'"[13]

En resumen, ¡necesitamos celebraciones para todas las edades! Las organizaciones religiosas a menudo desempeñan un papel central en mantener vivos estos rituales, incluyendo los ritos de paso en determinados momentos del transcurso vital, cuando hay un riesgo de la discontinuidad. Esto me lleva al el tercer desafío:

3.    El desafío de mantener continuidad a través de las fases de vida

La sabiduría popular nos enseña que los cimientos de una buena vejez se establecen, en cierto grado, desde el comienzo de la vida. También sabemos que la calidad de la vejez refleja guiones sociales que definen oportunidades y limitaciones a lo largo del curso de vida. Debemos explorar formas de superar experiencias tempranas inadecuadas, especialmente aquellas debidas a injusticias, e identificar esquemas o argumentos sociales que dispongan a las personas para vivir cambios, al pasar de una etapa de la vida a otra. Podemos observar casos de guiones vacíos, de otros caducos y de otros más que son incompatibles.

a. Brechas estructurales y guiones vacíos o inexistentes

Ciertamente hemos añadido años a la vida, pero aún estamos tratando de encontrar formas de  añadir vida a esos nuevos años. Dos investigadores veteranos quienes viven ahora en la década de sus ochenta años, afirman que muchas sociedades en proceso de envejecimiento padecen de lo que ellos denominan brecha estructural. La estructura de edad incluye nuevos estratos de personas mayores fuertes y sanas, pero la sociedad no se ha mantenido a la par con el cambio demográfico y no ha sabido crear espacios y roles significativos para estas personas[14].

En muchas familias también se percibe la falta de guiones. Con frecuencia hacen falta orientaciones fundamentales que permitan determinar quién tiene el derecho a estar necesitado y quién tiene el deber de prestar asistencia, cuando surgen nuevas relaciones entre padres e hijos, y ambos ya están jubilados y encanecidos. En muchas sociedades las familias conformadas por personas mayores atraviesan por crisis de negociación. A tales crisis se suman los rápidos cambios sociales.

Otro tipo de brecha estructural está representada por los ambientes físicos, los cuales no se han ajustado adecuadamente al rápido envejecimiento de la población. Las calles de las ciudades y las normas de tránsito son, con frecuencia muy peligrosas para individuos quienes no pueden caminar muy rápido y pueden tener problemas de visión y audición. Las escaleras y los escalones pueden representar obstáculos insuperables, y muchas señales y horarios son imposibles de leer para muchas personas mayores de 50 años.

En gran parte, gracias a la labor de la Organización Mundial de la Salud[15]  la discapacidad ya no se sigue considerando como una característica individual, sino como una relación entre las personas y sus ambientes. Es una brecha entre las capacidades de las personas y las demandas que ellas enfrentan en sus contextos sociales y físicos. ¿Cómo podemos asegurar que los individuos en todas las fases de su vida puedan hacer frente a demandas que son razonables teniendo en cuenta sus capacidades? ¿Cómo crear hábitat y comunidades que habiliten en vez de deshabilitar, que promuevan la competencia y no la deficiencia y la derrota?

b. Guiones caducos

Cumplimos 70 años en una sociedad que es muy diferente de la sociedad en la cual cumplimos 17; y pronto en nuestra vida adulta debemos empezar a incrementar nuestro aprendizaje temprano, a cambiar orientaciones, a aprender un nuevo lenguaje. A medida que envejecemos en tales sociedades nos convertimos en inmigrantes en el tiempo, como dice una antropóloga (Margaret Mead) [16] 

c. Guiones incompatibles

En muchas sociedades económicamente desarrolladas tenemos ahora un "curso de vida tripartito": una tercera parte se concentra en educación y entrenamiento; otra en trabajo y conformación de familia; la tercera está reservada al ocio. Estas tres partes están organizadas en una secuencia vertical y con frecuencia experimentamos una marcada discontinuidad cuando nos desplazamos de una fase a la siguiente. En algunos libros se describe la fase intermedia de la adultez como dedicada al trabajo, como época de hambre de tiempo y de tiempo atado –o comprometido-[17].  Cuando dejan el trabajo formal, muchos adultos experimentan la transición como un desplazamiento discontinuo hacia un tiempo abierto e inestructurado. Es un cambio desde una participación sin descanso, a un descanso sin participación.

Diversas voces han hecho un llamado a una reorganización de la vida adulta, la cual permita a las personas integrar  ocio, familia y actividades económicamente productivas, de manera horizontal, como un continuo que atraviese, envolviéndola, la mayor parte de la adultez. En el marco de tales debates hemos reconocido que el trabajo remunerado no puede seguir siendo la piedra angular de la vida adulta, como lo ha sido durante décadas, al menos para el hombre. En una economía global hay una nueva incertidumbre laboral. Y llegamos, cada vez más, a darnos cuenta que debemos ampliar nuestros conceptos acerca de lo que es actividad productiva. La necesidad de contribuir a la sociedad dura hasta el final de la vida, pero muchas contribuciones no se toman en cuenta, se pasan por alto o se subestiman. Tocamos ahora aspectos que no pueden debatirse sin confrontar cuestionamientos fundamentales con respecto al género.  Nos hemos dado cuenta desde hace bastante tiempo que con definiciones estrechas del trabajo como empleo remunerado, se pasan por alto contribuciones productivas complejas hechas por las mujeres para la supervivencia de individuos y familias. Una economista presentó tales cuestiones en un libro titulado If Women Counted (Si la mujer contara) [18].

Cuando una gran parte del tiempo de las mujeres pertenece a otros, éste no puede convertirse en un artículo con valor de mercado. Para las mujeres, el tiempo no es dinero. Esto significa que en muchas economías las mujeres       -tanto las trabajadoras formales, como las pensionadas- son las perdedoras, y a menudo también lo son en lo que se refiere a sus derechos sociales como ciudadanas. Además, en muchos lugares del mundo hay tres palabras que van juntas: vejez, pobreza y mujer.

Necesitamos mucho repensar y re-educar para lograr que tanto hombres, como mujeres se ocupen en el mantenimiento de la familia y en los lazos de parentesco, y perciban el trabajo del cuidado, como derecho y responsabilidad de todo ser humano.

Para muchos pueblos, la familia constituye un hilo fundamental de continuidad a lo largo de la vida. En la vejez, los lazos familiares protegen contra lo que una colega ya vieja describía como "el dolor de sobrevivir" [19].  En la familia vislumbramos las fases de la vida en el futuro, al tiempo que podemos revivir y revisar fases tempranas [20].  Un rasgo único de la última fase de la vida es que no contamos con el beneficio de verla en retrospectiva. La vejez será siempre, en alguna medida, una tierra incógnita. Nuestra mejor fuente de comprensión  será observar y escuchar a quienes ya viven dicha fase.

III ~ CUESTIONES DE POLÍTICA, EDUCACIÓN Y APRENDIZAJE

Cuestiones de política: hacia sociedades que cuidan y habilitan

Las políticas que singularizan y separan los grupos de edad pueden basarse en nobles intenciones. No obstante, con frecuencia crean obstáculos para comprender complejas pautas de interdependencia, particularmente entre niños y personas viejas. Programas y políticas relacionados con uno y otro grupo, a menudo también se mantienen separados, en oficinas o dependencias gubernamentales completamente diferentes, con escasa o ninguna comunicación entre ellas. Lo anterior refleja un desafortunado estado de cosas, porque parece que se pasan por alto dos hechos cruciales. Primero, el cuidado para esos dos grupos de edad está íntimamente relacionado en el ámbito familiar. Segundo, en la sociedad, en su conjunto podemos observar una estrecha relación entre la calidad de vida de las personas muy jóvenes y de las muy viejas.

Desde hace algún tiempo hemos observado con preocupación una constantemente creciente proporción de personas viejas que viven solas [21].  Las Naciones Unidas también nos han recordado que muchos refugiados, sin un lugar al que puedan llamar hogar, son personas viejas. En la actualidad nos enfocamos en una tendencia emergente y en extreme preocupante: el aumento de hogares dirigidos por niños, o de niños sin algo que puedan definir como hogar.  Las guerras, los disturbios civiles y las enfermedades privan a los individuos de la seguridad básica en los estadios de la vida en los cuales la interdependencia humana y la continuidad son decisivas. El síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), convertido en una pandemia, ha creado alarma en la vida de los jóvenes y también en la de las personas viejas. Se estima que para la primera década del siglo XXI uno de cada 10 niños menores de 15 años será un huérfano del SIDA en algunas regiones del mundo [22].   Los abuelos a los que se ha llamado "salvadores de niños" no pueden atender las complejas demandas de tales situaciones. Esta crisis emergente también hace añicos las esperanzas y los sueños de una vejez con bienestar. Zimbabwe, una sociedad que hace frente a la devastación causada por el SIDA, ha dispuesto que los huérfanos del SIDA y sus cuidadores, sean el foco principal del Año Internacional (1999).

En la esfera pública, debemos darnos cuenta de que los ambientes que son seguros, favorables y manejables para las personas viejas, con frecuencia también son buenos para los niños. Cuando el espacio público, especialmente en las ciudades, representa una amenaza de discapacidad, daño o inseguridad para las personas viejas, con mayor probabilidad también es inhóspito para los niños El transporte público que no da cabida a un grupo, con mayor probabilidad tampoco la dará al otro. Permítanme dar un ejemplo sencillo. Los autobuses y los tranvías comúnmente parecen haber sido diseñados para hombres adultos. En ambos medios de transporte, puede verse, tanto a mujeres mayores, como a niños cuyos pies cuelgan muy por encima del suelo y cuya cabeza no llega a acercarse a la parte superior del espaldar.

Confío en que los países que han elegido enfocarse durante el año de las personas mayores -1999, en políticas de transporte y vivienda, consulten ampliamente a los niños y a las personas de edad para sus proyectos.  

También espero que coordinemos políticas de familia y de cuidado que abarquen todas las edades.

Independientemente de cuál sea nuestra lengua materna, desarrollamos complejas ideas acerca de lo que significan el cuidado y el ser cuidado. El rango de tales ideas va, desde cubrir necesidades físicas y materiales concretas, hasta ser escuchado y saber que alguien se preocupa por nuestro bienestar. En muchas sociedades puede ser algo provocador pensar que las palabras relacionadas con el cuidado se utilizan de modo diferente cuando se refieren a los niños y a las personas viejas. Con frecuencia parece mucho más fácil descomponer los diversos significados de cuidado en componentes separados para la vejez, mientras que el término cuidado infantil cubre todo el espectro de las necesidades humanas.

Hacia la educación para todas las edades

Como educadora, me resulta asombroso que la nueva longevidad haya estimulado tan poco el debate sobre la política educativa.

Aunque el "aprendizaje durante toda la vida" ha llegado a convertirse en un lema político en muchas sociedades, son limitadas las visiones que subyacen al mismo. Además, no hemos contemplado como posible que el aprendizaje para una vida longeva sea un tipo de desafío muy diferente.

El aprendizaje durante toda la vida

El cambio social que nos hace inmigrantes en el tiempo, requiere re-entrenamiento durante la adultez. A menudo consideramos que la educación de adultos es una forma de inyección educacional de refuerzo. Hemos tenido pocos debates fundamentales acerca del aprendizaje adulto como representativo de una ocasión para suplir oportunidades que no se tuvieron antes.  La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece en el artículo 26 que "toda persona tiene derecho a la educación". ¿Se trata de un derecho que perdura durante toda la vida? ¿Pondremos nuevos trenes de educación para aquellos individuos que nunca tomaron el tren al comienzo de sus vidas, y para quienes interrumpieron el viaje? 

Al maravillarnos de que personas mayores hayan dominado el lenguaje del ciberespacio y las encontremos en los café-Internet, olvidamos con frecuencia que millones de personas mayores no han tenido nunca la oportunidad de leer y escribir en su propio lenguaje cotidiano. Una cantidad significativa de ellas viven en este continente. En la actualidad se estima que en los Estados Unidos de América, así como en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, una quinta parte de las personas adultas con analfabetas funcionales. Esto significa que  no disponen de la capacidad mínima de lectura necesaria en la vida cotidiana. En el contexto mundial, las tasas de alfabetismo adulto han aumentado del 48% al 70% entre los últimos 20 a 30 años, pero todavía subsisten notables desigualdades  por región, edad y género [23]  Es claro que la potenciación de las personas mayores, especialmente de las mujeres, depende en buena parte de herramientas que debe proveer la educación.

Hemos avanzado bastante en la creación de comunidades de aprendizaje integrado, en las cuales personas viejas y jóvenes pueden enseñarse mutuamente. La mayor parte de las sociedades en proceso de envejecimiento parecen muy dispuestas a desaprovechar las enormes posibilidades educativas representadas en una población de personas viejas con gran vitalidad. Poco o ningún esfuerzo se observan por relacionar a los más jóvenes con los más viejos, quienes no tienen que luchar con tantas limitaciones de tiempo como las de muchos padres y madres de esos niños.

Hay también pocos esfuerzos para crear entornos en los cuales los jóvenes puedan enseñar a los adultos de más edad, bien sea nociones básicas de lectura, o cómo manejar un computador. Si tales entornos dieran buenos resultados, podrían reforzar la autoeficacia y un sentimiento de "¡Sí, yo puedo!", tanto para los jóvenes, como para las personas mayores. Al respecto cabe anotar que el Comité sobre Envejecimiento de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), de Viena, ha denominado su conferencia, iniciada en este mismo día (1 de Octubre de 1998), "Generaciones que se prestan alas entre sí, o que se impulsan mutuamente: aprendiendo cada una con la otra, de la otra y para la otra"  La creación de entornos intergeneracionales de aprendizaje puede implicar la utilización de recursos de muchas organizaciones voluntarias, nacionales e internacionales.

Aprendizaje para una larga vida

Ha llegado el momento de analizar en qué forma las revoluciones demográfica y del conocimiento pueden estimular una educación orientada a nuevas formas de aprendizaje. ¿De qué manera se pueden preparar mejor los jóvenes para las múltiples estaciones, las complejas negociaciones, los dilemas y problemas de la vida? ¿Cómo podemos estimular la planificación reflexiva de la vida? En algunos casos, dicha planificación requeriría informaciones concretas. Un ejemplo sería enseñar los jóvenes de ambos sexos acerca de la salud y su cuidado, de posibles opciones de vida, de consecuencias económicas a largo plazo derivadas de decisiones que se toman durante la vida. La educación de las mujeres jóvenes acerca de la salud, especialmente de la salud reproductiva, no solamente mejora las perspectivas de su propia vida, sino que también tiene efectos sobre las oportunidades vitales de sus hijos.         

Algo más importante: necesitamos construir, fundamentalmente, nuevas perspectivas con respecto a la vida.  Aquellos de nosotros que hemos vivido un poco más podemos reconocer, a medida que vivimos, que el niño es parte de nosotros. Y ahora necesitamos ayudar a niños y jóvenes a entender que la persona mayor es también una parte de nosotros!

En un documento muy oportuno la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) [24]  ha identificado cuatro tipos necesarios de aprendizaje:
 
•    Aprender a conocer
•    Aprender a hacer
•    Aprender a vivir juntos
•    Aprender a ser

La mayor parte de los actuales sistemas de educación hacen mucho énfasis en los dos primeros tipos de aprendizaje (conocer y hacer) y con frecuencia se centran en el logro competitivo individual. El aprendizaje para una larga vida debería poner mayor énfasis en los dos últimos tipos de aprendizaje (aprender a vivir juntos y a ser): ser reflexivo, solícito y abierto a las complejas posibilidades de las intervinculaciones humanas. Como lo ha señalado la prestigiosa educadora estadounidense Nel Noddings: necesitamos un currículum del cuidado [25].   Muchas de las sociedades que llegaron primero a ser "viejas" son también sociedades caracterizadas por un alto grado de individualismo. Sus miembros tienden a pensar en las personas como si fuesen peregrinos solitarios que crean sus propias trayectorias y biografías. En muchas otras sociedades la vida se considera como un hilo que hace parte del entramado tejido de la asociación, y las historias de vida son historias del "nosotros". Recientes investigaciones relacionadas con nuevas formas de ver el envejecimiento han dado demostraciones contundentes de que sin un arraigo o sentido de pertenencia social, no podemos aprovechar plenamente el potencial que ofrece la nueva longevidad. Es en los vínculos con los demás en donde podemos ver la conexión entre el comienzo y el final de la vida. En las interrelaciones humanas es que podemos mantener un sentido de dominio y capacidad de funcionamiento. Si esta forma de comprender la vida se reflejara mejor en las políticas educativas y sociales, en general, las vidas de hombres y mujeres cambiarían dramáticamente, para mejorar.

IV ~ HACIA UNA TERCERA REVOLUCIÓN

Puesto que ya he utilizado mi cartelón de anuncios con dos caras -(en las cuales me refiero al envejecimiento demográfico e individual; y a cuatro lecciones importantes que cuestionan falsas creencias)- puede ser que también necesite portar un estandarte.

He estado buscando una palabra clave que exprese el sentido de los espacios donde se reúnen las personas. En la mayoría de los idiomas hay palabras para designar lugares de encuentro –en algunos casos, campos abiertos o plazas de la ciudad; en otros casos, círculos alrededor del fuego. Unos amigos de lengua Swahili [26]   me dijeron que ellos tenían una palabra para referirse al encuentro de las mentes, una reunión orientada a construir entendimiento y consenso. Esta buena palabra es baraza.

Espero que el Año Internacional de las Personas Mayores inspire la creación y protección de barazas que abarquen:

•    Intercambios entre grupos de edad y generaciones
•    Rituales y celebraciones para todas las edades
•    Comunidades de aprendizaje que faciliten el aprendizaje durante toda la vida y para una vida larga.
•    Conversaciones y cooperación entre los encargados de formular políticas, los planificadores y los investigadores interesados en crear entornos habilitantes y familias sólidas que apoyen tanto a los jóvenes, como a las personas mayores.
•    Diálogos entre sociedades en diferentes estadios del envejecimiento poblacional.

Aprecio la oportunidad de hacer parte de la baraza de hoy y espero sus reflexiones y comentarios. 

Referencias
 
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NOTAS REALIZADAS POR ELISA DULCEY
[1] Cuatro partes se destacan en el texto: I. Dos revoluciones; II. El lenguaje y los significados de la edad; III. Cuestiones de política, educación y aprendizaje; IV. Hacia una tercera revolución. [Nota y adaptación de los subtítulos hechas por Elisa Dulcey-Ruiz, 2005].

[2] Cito una frase de Harry R. Moody. Abundance of life: human development policies for an ageing society. Nueva York: Columbia University Press, 1998.

[3] Haiku es una de las formas más importantes de poesía japonesa. Haiku es, hoy, un verso de 17 sílabas, consistente en tres unidades métricas de 5, 7 y 5 sílabas. < http://www.toyomasu.com/haiku/#whatishaiku > (8.09.2005). [Nota: EDR/2005].

[4] (Traducción japonesa de: I have concealed for one more year today from ageing parents that my hair is grey). [Nota: EDR/2005].

[5] Cambio demográfico y oportunidades de desarrollo. "El dividendo demográfico". Cuando aumenta la población en edad de trabajar, en comparación con la población más anciana y más joven, se abre una oportunidad para los países en desarrollo, mientras dure la cual pueden efectuar inversiones en salud y educación, acumular capital humano y asegurar que las tasas de fecundidad y mortalidad disminuyan de conformidad con las proyecciones. Esas inversiones estimularán el desarrollo económico y contribuirán a mantenerlo después de que la oportunidad desaparezca. Un aprovechamiento racional del 'dividendo demográfico puede compensar el aumento creciente de la población de ancianos en años posteriores. – [Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP). El Estado de Población Mundial: Las Nuevos Generaciones. Nueva York: FNUAP, 1998, p. 14]. [Nota: EDR/2005].

[6] Sultanato de Omán, país asiático situado en la costa sureste de la península arábiga –al este de Arabia Saudita y al norte de Yemén-. Su capital es Mascate. [Nota: EDR/2005].

[7] PNUD (PNUD). Informe de Desarrollo Humano, 1998. Madrid: Mundi Prensa, 1998.

[8] Rowe, John W. and Kahn, Robert H. Successful Ageing. New York: Pantheon Books, 1998.

[9] Dannefer, Dale and Sell, Ralph R. "Aged heterogeneity: prospects for research and theory ", Comprehensive Gerontology, 2  (1988), pp. 1-10.

[10] Binstock, Robert H. "The aged as scapegoat". The Gerontologist, 23 (2) 1983, pp. 136-143. (Interesante tener en cuenta el título del artículo: "La vejez como chivo expiatorio").

[11] Bordieu, Pierre. In Other Words: Essays towards a Reflective Sociology. Stanford, California: Stanford University Press, 1990.

[12] Butler, Robert. N. Why survive? Being old in America. Nueva York: Harper & Row, 1975.

[13] Myerhoff, Barbara G. Number Our Days. New York: Simon and Schuster, 1980.

[14] Riley, Matilda White and Riley, John W., Jr. "Structural lag: past and future". En: Matilda White Riley, Robert L. Kahn, and Anne Fonner (Eds). Age and structural lag. Nueva York: John Wiley & Sons, Inc., 1994.

[15] A partir del Año Internacional de las personas con discapacidad, 1981. [Nota: EDR/2005].

[16] Mead, Margaret. Culture and commitment: A study of the generation gap. Garden City, New York: Natural History/Doubleday, 1970. First Edition. (Mead, M. Cultura y compromiso: Un estudio de la brecha generacional. Barcelona: Gedisa, 2002).

[17] Hochschild, Arlie R. The Time Bind: When Work Becomes Home and Home Becomes Work.  New York, Metropolitan Books, 1997.

[18]  Waring, Marilyn. If Women Counted: A New Feminist Economics. San Francisco, California: Harper, 1990.

[19] Neugarten, Bernice L.  Comunicación personal.

[20] Erikson, Erik. The Life Cycle Completed. New York, New York:  Norton, 1982. (Erikson, E. El ciclo vital completado. Buenos Aires: Paidós, 1985).

[21] Former Department for Economic and Social Information and Policy Analysis of the United Nations Secretariat, Ageing and the Family, 1994.

[22] United Nations Development Programme (UNDP). Human Development Report, 1998. New York: Oxford University Press, 1998.

[23] United Nations Development Programme (UNDP). Human Development Report, 1998. New York: Oxford University Press, 1998.

[24] UNESCO, Learning: The Treasure Within, report to UNESCO of the International Commission on Education for the Twenty-first Century. Paris: UNESCO, 1996.

[25] Noddings, Nel "The gender issue", Educational Leadership, vol. 49, No. 4 (1991), pp. 65-70.

[26] La lengua Swahili pertenece al grupo bantú de la rama benue-congo de la familia congo-kordofán. Originalmente fue hablada por un pequeño número de personas que vivían en la costa oriental del África central, convirtiéndose en lengua de comercio y lingua franca, probablemente debido a que era necesaria para el entendimiento entre los comerciantes árabes y la población indígena local. El nombre de la lengua deriva del árabe y significa 'costa'. Desde la costa, gradualmente, se esparció hacia otros lugares y hoy se habla en Tanzania, Kenia, Uganda, Comores, Mozambique, Zaire, Somalia y Madagascar. Hay pidgins basados en el swahili. [Lenguas del mundo. Familia Congo-Kordofán, rama Níger-Congo, subgrupo Bantú].                  En línea: http://www.proel.org/mundo/swahili.htm (20.11.2005).] [Nota: EDR/2005].

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Versión basada en el original inglés, consultado con el texto en español publicado en la edición impresa del Boletín sobre el Envejecimiento: Nos. 2/3 (1998) [
http://www.un.org/esa/.socdev/ageing/agb98230.htm] de Naciones Unidas, revisada y complementada con aclaraciones, y anotaciones de pié de pagina –señaladas como tales-, por Elisa Dulcey-Ruiz. Bogotá, Colombia, Noviembre de 2005.

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